8 de diciembre de 2011

Una cena en el Círculo Polar



Lo que vemos en la foto es el extremo del mango de una cuchara de plata. La inscripción grabada dice: eleverne fra Sneisens skole  20-5-17 (alumnos de  la escuela Sneisens). Antiguamente, en Noruega, los padres tenían la costumbre de regalar al profesor o profesora de sus hijos  un cubierto de plata cuando los niños terminaban su último año en la escuela. Era una sencilla y bonita forma de mostrar el agradecimiento al trabajo del maestro y de dejarle un recuerdo del paso de los alumnos por las aulas, que me imagino sencillas, humildes y alegres.
La cuchara de la imagen se la regalaron al tio abuelo de mi amiga Annikken los alumnos que dejaban el colegio en mayo de 1917 y con ella, (con la cuchara) cené la otra noche en casa de Annikken y de Santiago (Taguito).
Fue una cena típica noruega aunque quien cocinó fue Santiago. Se ve que uno de Calatorao vale para todo.
















De primero, tomamos  sodd, un caldo de carne que se toma con albondiguillas de vacuno y de cordero, acompañadas de patata y zanahoria cocidas. Las albondiguillas y el caldo los traen congelados de Noruega. Al parecer, en ese país a nadie se le ocurre hacer sodd. Todo el mundo lo compra. Se suponer que en el matadero tienen más tipos de carne para hacer un buen caldo. Riquísimo, sobre todo si lo tomas con una cuchara con tanta historia detrás.
El segundo plato se llamaba rakefisk, literalmente, rastrillo de pescado. La base es un pez de agua dulce, parecido a la trucha asalmonada, que se llama roye
Previamente, el roye ha sido macerado en sal,  a baja temperatura. No congelado. Antiguamente, los noruegos hacían una gran pesca en los lagos antes de que el hielo que los cubre buena parte del año lo impidiese. Este pescado se almacenaba con sal en grandes barriles y allí fermentaba. Os podéis imaginar el olor con el que se anunció el pescado desde la cocina. 
El rakefisk se come sobre una oblea de pan sin levadura, flatbrod. En este pan se unta mantequilla y se hace una especie de tosta poniendo encima el roye, que se ha desmenuzado con el tenedor, y patata cocida, también desmenuzada. La combinación es buenísima y, cuando pedí repetir, ya se me había olvidado lo del olor.
El postre, una conserva de mora ártica, multer, con helado: una agradable combinacion acido-dulce que fue un digno remate a tan extraordinaria cena. Una cena que, según la costumbre noruega, regamos con cerveza y aquavit de marca Bacalao (sic).
Annikken (Anne Karin) y Santiago son lo más cercano que conozco a los anfitriones perfectos. No se conformaron con una cena excelente, sino que además nos fuimos de su casa con dos regalitos. Un chutney casero de membrillo, que, de momento, ha dado buen juego como acompañamiento de una carne, y una mermeladade limones dulces, lima y granada, tambien artesana y con un año de solera, que está por probar.

4 comentarios:

Pilar dijo...

Hola Elena, que suerte tienes de haber cenado con Anniken y Taguito. ¡Que cena tan estupenda!. A nosotros tambien nos hubiera gustado estar allí. Un beso,
Pilar y Jorge

elena dijo...

La suerte que tengo es la de tener amigos tan buenos... y si ademas saben cocinar....

el alumno aventajado dijo...

Hay que tener valor para invitarte a ti a cenar, yo mejor te llevaria al cine, ja, ja....

elena dijo...

¿Y tu eres el alumno aventajado?