27 de abril de 2016

Aceitunas rellenas de vermut


ingredientes
aceitunas gordales sin hueso
vermut rojo
gelatina

preparación
  1. El día anterior, gelatinizamos el vermut, calentándolo e incorporándole la gelatina (1 hoja por cada 30 g de vermut). Con 90 g de vermut tendríamos aproximadamente para rellenar ½ kg de aceitunas (unas 40 aceitunas). 
  2. Rellenamos las aceitunas con la gelatina y las vamos colocando en un estuche de huevos de codorniz, que servirá para llevarlo a la mesa.
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Conejo a la mostaza


ingredientes
1 conejo cortado a cuartos
4 tomates maduros
4 cebollas

mezcla para untar
2 ajos
2 c.s. de mostaza antigua
2 c.s. de vinagre
pimienta y sal

1 vaso de vino blanco
tomillo fresco
aceite y sal

preparación
  1. Picamos las cebollas, cortamos los tomates por la mitad y colocamos todo en una bandeja de horno.
  2. Majamos los ingredientes de la mezcla y untamos generosamente el conejo por todos los lados. Lo colocamos encima de la cebolla.
  3. Con un chorrito de aceite, lo ponemos al horno a 200º durante 30 minutos.
  4. Pasado ese tiempo, añadimos el vino y el tomillo. le damos la vuelta al conejo y horneamos durante media hora más.

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Souflé Alaska

ingredientes

Bizcocho genovés
3 huevos (las claras a punto de nieve)3 c.s. de azúcar
3 c.s. de harina, 1 sobre de levadura Royal
papel de horno

Almíbar
250 ml de agua
100 g de azúcar.

Helado
Helado al gusto

Merengue italiano
300 g de azúcar y 100 ml de agua para hacer un almíbar
4 claras

Licor para flambear

preparación
  1. Hacemos una plancha de bizcocho: batimos las yemas con el azúcar, le incorporamos las claras a punto de nieve y la harina con la levadura.
  2. Ponemos la masa sobre un pastel de horno y horneamos a 180º hasta que tome un color dorado.
  3. Hacemos el almíbar, dejando que hierva, para empapar luego el bizcocho.
  4. Forramos un molde de cake, primero con papel film y luego con el bizcocho. Lo empapamos con el almíbar y rellenamos con el helado. Tapamos con m prendemos fuego.s con un licor, licor calentado previamente, al que prendemos fuego. el gratinador o lo quemamos con el sopleteás bizcocho, volvemos a mojar con el almíbar y lo metemos en el congelador.
  5. Para el merengue italiano hacemos un segundo almíbar, que quede densito.
  6. Montamos las claras y vamos añadiendo el almíbar a hilo hasta dejar el merengue bien firme.
  7. Sacamos el suflé del congelador, lo cubrimos con el merengue y, o bien le damos un golpe de calor con el gratinador o lo quemamos con el soplete.
  8. Ya en la mesa, flambeamos con un licor, calentado previamente, al que prendemos fuego.
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Regalos cocinillas para el día de la madre

Siempre se dijo que esto del día de la madre fue un invento de El Corte Inglés. Antiguamente se celebraba el ocho de diciembre, coincidiendo con la fiesta católica de la Inmaculada. Parece ser que estaba muy cerca de Navidades, fiestas también de regalos, y para que una no contrarrestase a la otra se trasladó el día de la madre al primer domingo de mayo.
Aunque me gusta hacer regalos a las personas que quiero, no soy muy partidaria de que los intereses comerciales me marquen la fecha en que debo hacerlos, pero, ya que estas cosas parecen inevitables, tratemos de sacarlas provecho.
Ahí va una lista de posibles regalos para este día. Si eres madre puedes insinuar la necesidad imperiosa que tienes de alguno de ellos, y si cae, cae. Si eres hija, hijo o marido, y no se te ocurre nada, aquí tienes varias pistas.

Molde Bundt Cake de Nordic Ware  

Los Bundt, son moldes en corona con una parte central hueca por la que pasa el calor, para que el bizcocho se hornee de manera homogénea. El resultado suele ser mejor que el de los moldes de silicona: el material del molde permite que sus formas barrocas queden perfectamente marcadas en el bizcocho, que además sale sin ningún esfuerzo y, lo que es más importante, sin deterioro en su estructura.
Precio entre 30 y 40 euros en Nordic Ware

Rallador Microplane  
Parece que si regalas un rallador te vas a quedar corta, pero no si es un Microplane. No tiene nada que ver con los ralladores habituales, que te parecerán instrumentos rudimentarios si te acostumbras a utilizar el de esta marca. Dicen que el primer microplane era una lima para madera, pero alguien lo debió usar en la cocina y ya no dejó que volviera a la caja de herramientas. Hay muchos modelos con precios que pueden ir de 20 a 50 euros. En esta página puedes encontrar un buen surtido.

Un soplete de cocina
Ya hace tiempo que el soplete se introdujo en el menaje de cocina: casi es un clásico. Muy útil para caramelizar una crema o flambear un souflé, pero también para gratinar quesos, asar verduras en un plisplas, o dar una pasada a algunas carnes y pescados para que queden crujientes.
A partir de 20 euros se encuentran modelos de calidad. Más baratos no suelen ser muy buenos.

Un sifón  
Desde que Ferrán Adriá inventó el artilugio, la palabra sifón no sólo se refiere al clásico envase de cristal para el agua de selz. El sifón de cocina es otra cosa. Con el podrás preparar mousses, cremas, salsas, bebidas y cócteles sofisticados de forma muy fácil. Los precios a partir de 40 euros. Conviene cerciorarse de que sirva tanto para preparaciones frías como calientes (al baño María).



Una Romertopf  
Según parece los romanos utilizaban ya la técnica culinaria de la Romertopf. Estos bellos utensilios de cerámica son ideales para la cocina lenta al vapor o para cocinar cualquier alimento en su propio jugo. En la Romertopf se puede hacer casi cualquier cosa: carnes, pescados, verduras, sopas, guisos e incluso pan y pasteles. Entre 40 y 50 euros hay modelos muy interesantes.

Una cazuela de Le Creuset  
Como todas las grandes marcas de cocina, Le Creuset fabrica un sinnúmero de utensilios para cocinar, pero ninguno ha superado a sus célebres “cocotes” de hierro colado y color naranja. A pesar de sus altos precios es una cacerola que no debería faltar en ninguna cocina que se precie.
Desde 100 euros en la web oficial aunque pueden encontrarse algo más económicas en la tienda outlet de Las Rozas Village.

Una heladora
Otra máquina cara: muy cara si se quiere que sea realmente buena. Las heladoras con compresor funcionan como congeladores, pero la pala que remueve continuamente la masa de helado permite que se consiga la textura propia de los helados en vez de obtener cubitos de hielo. Son muy voluminosas, pero precio y tamaño se pueden olvidar degustando las delicias frías que se pueden elaborar con ellas. De vez en cuando, en Lidl venden una máquina mucho más barata. Por lo que he leído por ahí, funciona.

Una cena en un restaurante con estrella Michelín
En Madrid y alrededores hay muchos y, aunque los precios pueden ser tan altos como los de una buena heladora, la experiencia merece la pena Aquí podéis ver la lista. Hay algunos menos caros como el Montia de El Escorial, una delicia desde 38 euros; Chirón, en Valdemoro, desde 45 euros; por el mismo precio el mejicano Punto MX, y por debajo de los ochenta euros, La Cabra, Lua o La Casa del Carmen, en Olías del Rey. Si se quiere tirar la casa por la ventana, Coque, dos estrellas Michelín en Humanes sería una buena opción, ya que las reservas en Diverxo se dan con muchos meses de antelación.

Advertencia: se trata de regalos para gente que ama la cocina. Si no es el caso, abstenerse. Conozco a uno que regaló una impresionante olla exprés a su mujer y salió por la ventana (la olla, no él). Afortunadamente, el lanzamiento ocurrió antes de que la homenajeada se diera cuenta de que previamente podía haberle dado con el regalo en la cabeza
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20 de abril de 2016

Ensalada de piparras con dijonesa

ingredientes
Dijonesa
2 huevos
200 ml de aceite de girasol
200 ml de aceite de oliva
2 c.s. de mostaza de Dijón
sal
zumo de limón y vinagre

para la ensaladilla
5 patatas medianas
2 zanahorias
1 tarro de piparras (picantes o no)

preparación
  1. Hacemos la dijonesa mezclando todos los ingredientes con una turmix.
  2. Cocemos, bien cocidas, las patatas con su piel y las zanahorias. Picamos muy menuditas.
  3. Picamos las piparras también muy menuditas, cuidando de dejar alguna entera para la decoración del plato.
  4. Mezclamos todo y enfriamos.

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Terrina de pescado


ingredientes
½ kg de filetes de merluza
¼ de kg de salmón
12 langostinos cocidos
3 huevos
200 ml de nata
sal, pimienta y perejil

para cocer el pescado
1 cebolla
1 puerro
1 zanahoria
laurel
aceite
perejil y sal

Mayonesa o salsa tártara para acompañar.
Lechuga y aceitunas negras para decorar.

preparación
  1. Hacemos un caldo corto en el que coceremos el pescado. Una vez cocido dejamos que se enfríe en el caldo. 
  2. Pelamos los langostinos. 
  3. Montamos las claras a punto de nieve con sal, pimienta y perejil picado. 
  4. Batimos las yemas con la nata. 
  5. Desmenuzamos el pescado. 
  6. Mezclamos el pescado con la combinación de yemas y nata y le incorporamos las claras a punto de nieve. 
  7. Forramos un molde de terrina con papel. Colocamos en el fondo la mitad del preparado, ponemos encima los langostinos, y , encima, otra capa con el resto del preparado. 
  8. Horneamos a 180º durante 30 o 40 minutos, dependiendo del tipo de molde.
    Al sacarlo del horno, le ponemos encima una tabla con un peso ligero encima y enfriamos. 
  9. Se suele comer frío acompañado de una salsa mayonesa o tártara y decorado con rodajitas de aceituna.

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Corona de melón

















ingredientes
800 g de melón a trocitos

Crema
200 g de azúcar
4 yemas
30 g de maicena
300 ml de leche

8 hojas de gelatina
200 ml de nata montada

preparación
Hacemos una crema al baño María, sin dejar de remover hasta que espese. Enfriamos.
Montamos la nata con un poco de azúcar glas.
Hidratamos la gelatina y la disolvemos en un poco de agua (o en un poco de melón triturado y calentado)
Trituramos el melón.
Mezclamos con la crema y le incorporamos la gelatina y la nata montada.
Pasamos a un molde de corona, a copitas o a la cáscara de melón vacía.
Decoramos con bolitas de melón.

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19 de abril de 2016

Hoy viene a comer Miguel de Cervantes














Si he hablado de los garbanzos porque la FAO ha declarado 2016 Año Internacional de las Legumbres, no puede pasar esta semana sin que hablemos de la gastronomía en la época de Cervantes, en el cuarto centenario de su muerte.
"Una olla de algo más vaca que cordero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda..." Así, de sopetón y con tierna socarronería, describe Cervantes los usos gastronómicos de Alonso Quijano en la primera página del Quijote.
Aunque un hidalgo no solía nadar en la abundancia, parece que Don Quijote no tenía un mal pasar y que su ama le adulaba el paladar con ingredientes y recetas tras los que se vislumbra La Mancha.
La mesa de Sancho no iba tan surtida: “Mirad, señor doctor, de aquí en adelante no os curéis de darme a comer cosas regaladas ni manjares exquisitos, porque será sacar a mi estómago de sus quicios, el cual está acostumbrado a cabra, a vaca, a tocino, a cecina, a nabos y a cebollas; y, si acaso le dan otros manjares de palacio, los recibe con melindre, y algunas veces con asco. Lo que el maestresala puede hacer es traerme estas que llaman ollas podridas, que mientras más podridas son, mejor huelen”. El fiel escudero se sinceraba así con el doctor Pedro Recio que le había dado de comer un salpicón de vaca, al que Sancho se entregó con más gusto que “si le hubieran dado francolines de Milán, faisanes de Roma, ternera de Sorrento, perdices de Morón, o gansos de Lavajos”. Parece una descripción de los mitos gastronómicos de una época en la que comer era para muchos un milagro.
La novela picaresca, que lejos de las fabulaciones de los caballeros andantes, nos describe la cruda realidad de la sociedad española del siglo XVII, es más segura como fuente. Quevedo, en su Buscón nos dejó esta cruel y magistral descripción de las mil y una formas de engañar el hambre que de palabra y obra usaba el Dómine Cabra con sus pupilos: “Comieron una comida eterna, sin principio ni fin. Trajeron caldo en unas escudillas de madera, tan claro, que en comer una dellas peligrara Narciso más que en la fuente. Noté con la ansia que los macilentos dedos se echaban a nado tras un garbanzo güérfano y solo que estaba en el suelo. (…)Venía un nabo aventurero a vueltas, y dijo el maestro en viéndole:
-¿Nabo hay? No hay perdiz para mí que se le iguale. Coman, que me huelgo de verlos comer.
Repartió a cada uno tan poco carnero, que, entre lo que se les pegó en las uñas y se les quedó entre los dientes, pienso que se consumió todo, dejando descomulgadas las tripas de participantes. (…)Acabaron de comer y quedaron unos mendrugos en la mesa, y en el plato, dos pellejos y unos güesos; y dijo el pupilero:
-Quede esto para los criados, que también han de comer; no lo queramos todo”
.
Criado era Sancho, que al lado de Don Quijote se lamenta de su estado, “mezquino y malaventurado, que solo traigo en mis alforjas un poco de queso tan duro, que pueden descalabrar con ello a un gigante; a quien hacen compañía cuatro docenas de algarrobas y otras tantas de avellanas y nueces” Sancho, y los pupilos del Dómine Cabra no pertenecían al escalón más bajo de la sociedad. En un plano inferior había miles de buscavidas y sopistas, que apenas realizaban una comida al día. La palabra sopista, tan recurrente en la literatura de la época, hace referencia al “caldo con berzas y mendrugos que se da a la portería de los monasterios, de los relieves de las mesas» Es decir, de lo que sobraba del rico refectorio de los monjes.
Porque nobles y eclesiásticos si vivían en la abundancia, como refería el leonés, Antonio de Torquemada:“Agora ya no se entiende en sus casas de los señores sino en hazer provisión de cosas exquisitas. Y si con esto se contentasen, no avría tanto de que maravillarnos, pero es cosa de ver los platillos, los potages, las frutas en sartén, las tortadas, en que van mezcladas cien cosas tan diferentes las unas de las otras que la diversidad y contrariedad dellas las haze que en nuestro estómago estén peleando para la digistión”. Algunas críticas actuales a la nueva cocina podrían utilizar el corta y pega con los escritos de Torquemada. En La Lozana Andaluza, Francisco Delicado pone en boca de su protagonista una exhaustiva relación de los platos de la época: “fideos, empanadillas, alcuzcuzu con garbanzos, arroz entero, seco, graso, albondiguillas redondas y apretadas con culantro verde, que se conocían las que yo hacía entre ciento. (…)Y ¡qué miel! Pensá, señora, que la teníamos de Adamuz, y zafrán de Peñafiel, y lo mejor del Andalucía venía en casa d'esta mi agüela. Sabía hacer hojuelas, prestiños, rosquillas de alfajor, tostones de cañamones y de ajonjolí, nuégados, sopaipas, hojaldres, hormigos torcidos con aceite, talvinas, zahinas y nabos sin tocino y con comino, col murciana con alcaravea, y olla reposada no la comía tal ninguna barba". La relación es más completa, con recetas incluso, en la página web del Centro Virtual Cervantes, que puedes consultar aquí.

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Cócteles


CÓCTEL VELA
6-8 fresones ( su equivalente, si usamos frambuesas)
1 rodaja de melón generosa (4-5 cm)
1 yogurt natural edulcorado
2 c.s. de azúcar líquido
5 o 6 nueces tostadas (se pueden sustituir por almendras garrapiñadas)
6 cubitos de hielo
  1. Poner en el vaso de la batidora la fruta, el azúcar, el yogur y por último el hielo. Batir hasta triturar el hielo y conseguir una mezcla homogénea.
  2. Servir en copas y decorar con una rodaja de melón y fresón.

GIN FIZZ 
ginebra (2 cuartos)
zumo de limón (1 cuarto)
azúcar líquida
1 clara de huevo
3 o 4 cubitos de hielo.
  1. Mezclar todo en una coctelera y servir en un vaso de tubo enfriado previamente.
  2. Rellenar con soda, si se quiere, y decorar con una rodaja de limón.

BLOODY MARY 

2/4  de zumo de tomate
¼ de vodka
un chorrito de zumo de limón
sal
pimienta
tabasco
una ramita de apio
hielo
  1. Mezclar todos los ingredientes en la coctelera y servir adornando con un trozo de apio o una rodaja de limón.

PIÑA COLADA 

200 gr coco rallado
¾ de litro de leche
jarabe de coco
zumo de piña
media copa de leche de coco
1 copa de ron
hielo
  1. Hervir el coco rallado con la leche durante cinco minutos, pasarlo por un colador de tela, enfriar y dejar en una botella que se rellenará con jarabe de coco.
  2. En una batidora, ponemos el zumo de una piña, ½ copa de leche de coco, 1 copa de ron y hielo. Batir.

SAN FRANCISCO 
zumo de limón, de melocotón, de mango, de naranja y de piña
jarabe de granadina, jarabe de plátano
hielo.
  1. Poner los ingredientes en la coctelera y agitar hasta que se forme espuma.

VODKA LIGHT
vodka
zumo de lima Rose’s
hielo.

  1.  Mezclar y servir en un vaso cuyo borde se habrá untado con cáscara de limón.
  2.  Decorar con hierbabuena

AZUCAR LÍQUIDO 

1 kg de azúcar
1 vaso de agua.

  1. Hervir durante cinco minutos sin dejar de remover. 
  2. Enfriar.

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12 de abril de 2016

Salón de Gourmets

Hablábamos, hace bastantes años, sobre ese tema recurrente en torno al aceite de oliva español. Que si los españoles producimos el mejor aceite del mundo; que si la mayor parte de las exportaciones italianas se hacen con aceite que previamente han comprado a granel y barato en las almazaras de Jaén; que si es un expolio inadmisible… Y en medio del animado debate, alguien dijo que el problema es que en cuestión de ventas, los españoles estamos (estábamos)a años luz de los italianos. Y lo explicó muy gráficamente: aquí, dijo, vendemos perfume en botellas de lejía, mientras que los italianos venden lejía en frascos de perfume.
La frase me vino a la memoria en la visita, la semana pasada, al 30 Salón de Gourmets, una exuberante y extenuante muestra de lo mejor que se produce en España en alimentos de la máxima calidad. Prácticamente descartados los productos frescos que por ser perecederos encuentran difícil acomodo en estas ferias, el salón es una extraordinaria sucesión de jamones, embutidos, quesos, aceites, vinos, licores, cervezas, mermeladas, conservas (vegetales y de pescado), dulces, helados, chocolates, cafés, infusiones y, en fin, todo lo que a una se le pueda ocurrir en este delicioso mundo de la gastronomía de alto nivel. Sería imposible reflejar la extraordinaria variedad de productos que se ofrecen en este inmenso salón, que crece exponencialmente cada año y que, por eso mismo, puede morir de éxito.
Todos tienen un común denominador que desmiente la frase que citaba al principio: su exquisita y elegante presentación. Cajas, botellas, tarros, latas, envases, etiquetas han sido cuidados al máximo por diseñadores capaces de hacer irresistiblemente atractivos unos productos de alta calidad antes de catarlos. La evolución ha sido muy rápida y lo mismo que en restauración España ha pasado de la fonda mugrienta que relataban los viajeros románticos, a la vanguardia mundial, en la presentación de nuestros productos se está saltando del envuelto con papel de estraza de ultramarinos y colmados, a vender “perfume en envases de perfume”. En esta especie de competición de diseño, me hizo gracia una marca vasca de croquetas, que presentaba su producto en cajas estrechas y alargadas como las de Nespresso. Sólo faltaba que fuese George Clooney quien las diera a probar.
Visité el primer Salón del Gourmet,en 1986, en un pequeño pabellón de la Casa de Campo, y, con la perspectiva de treinta años, está claro que el sector español de la alimentación se ha puesto las pilas para competir con países que en esto de comer bien nos llevaban muchos años de ventaja. El avance se ve con claridad en dos productos estrella de nuestras exportaciones: el vino y el aceite. Aquellos vinos ásperos y aceites malolientes que eran habituales hace no tanto tiempo, han dado paso a unos productos cuidados en su elaboración y presentación, que están en línea para competir con los mejores del mundo. y además son más baratos. Ahora sólo hace falta que el ejemplo se extienda a todo el sector, para que deje de tener razón el Marqués de Griñón cuando dice que habría que prohibir las exportaciones de vino sin embotellar, para que no sean otros países los que, comprando aquí a granel, saquen el máximo beneficio de nuestros productos.
Como digo, hacía estas reflexiones, a la vuelta del Salón de Gourmets, un lugar de goce y disfrute de todos los sentidos. Al día siguiente fui a comprar a Makro. Fue como pasar del Bulli a un restaurante de menú del día de un polígono industrial.

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6 de abril de 2016

Pan de molde



ingredientes
prefermento
300 g de harina
180 ml de agua
3 g de levadura fresca

masa
525 g de harina
14 g de sal
20 g de levadura
265 ml de agua

preparación
  1. En un bol, amasamos los ingredientes del prefermento. Tapamos con film y guardamos en la nevera 24 horas.
  2. En un bol grande, partimos el prefermento en trozos, le incorporamos los ingredientes de la masa y mezclamos: primero en el bol y luego en la mesa. El tiempo de amasado será entre cinco y diez minutos.
  3. Sin retirar de la mesa, tapamos la masa y dejamos que se “relaje” durante diez minutos.
  4. Dividimos la masa en cuatro bolas, las damos un somero amasado, volvemos a darlas forma de bola y las ponemos juntas, dos a dos en moldes de cake.
  5. Tapamos los moldes y dejamos la masa en reposo durante una hora
  6. Horneamos a 220º durante 25 o 30 minutos.

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Sándwich

















En una procesadora de alimentos vamos a ir poniendo los distintos rellenos, batiendo más o menos tiempo, según queramos de triturado el relleno.

DE PAVO CON MANZANA
100 g de fiambre de pavo braseado
½ manzana
1 c.s. de zumo de limón
4 c.s. de mayonesa
1 c.s. de kétchup
pimienta

DE POLLO AL CURRY 
pollo a la plancha
queso de untar (la misma cantidad que de pollo)
curry

DE SALAMI
100 de salami sin piel
100 g de queso de untar
2 c.s. de margarina

DE QUESO CON TOMATE 
100 g de queso de untar
1 c.s. de tomate concentrado
2 c.s. de margarina

DE ENSALADILLA 
atún
caballa
alcachofas
huevo duro
pimiento rojo
guisantes
mayonesa

VEGETAL 
alcachofas
espárragos
huevo duro
pimiento rojo
guisantes
champiñón
mayonesa

DE QUESO Y NUEZ
queso de untar
margarina
nueces

DE BACON
bacon frito
huevo duro
mayonesa
mostaza

DE AHUMADOS
ahumados
huevo duro
mayonesa
cebolla
pepinillos
alcaparras

DE ATÚN Y MAÍZ
atún en aceite
maíz
salsa rosa

DE RÚCULA, ROQUEFORT Y NUECES
rúcula
nueces
queso de roquefort
queso de untar
nata
(misma cantidad de roquefort que de nata y doble de queso de untar).



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4 de abril de 2016

Rodilla


















El año pasado Rodilla vendió casi tres millones y medio de su sándwich estrella: el de ensaladilla rusa. cerca de diez mil al día. Y, sin embargo, esta cadena de comida rápida o de “casual food”, como les gusta decir a sus responsables, tuvo su inicio en una charcutería. Lo de la ensaladilla rusa, que en todo caso, en aquellos años “triunfales” de postguerra, se hubiera llamado ensaladilla nacional, ni se les había pasado por la cabeza.
Antonio Rodilla, hijo de charcuteros de Guijuelo, era un joven emprendedor que con poco más de 20 años abrió una charcutería nada menos que en Tetuán, una ciudad que era la capital del protectorado español en Marruecos, pero cuya población era de mayoría musulmana, es decir, tenía prohibido comer cerdo por mandato de Alá. A pesar de ello, -supongo que vendería más cosas- consiguió hacer unos ahorros y terminada la guerra civil dio el salto a la península, concretamente a Madrid.
Y en Madrid abrió de nuevo una tienda de fiambres, en la plaza de Callao, el día de Nochebuena de 1939. A pesar de las feroces miserias de aquellos años del hambre, no le iba mal, pero a Antonio se le llevaban los demonios cuando tenía que tirar a la basura las puntas de los chorizos y salchichones, porque los clientes solo querían las lonchas del centro de la pieza. Muchas vueltas le dio al asunto hasta que tuvo una de esas ideas originales que muchas veces están en el origen de las grandes empresas: vendería esos restos que nadie quería, camuflados en sandwiches.
En aquella época, muy pocos madrileños debían saber lo que era un sándwich y él mismo tampoco tendría una idea muy clara, pero eso no era problema para alguien como nuestro héroe. Ni corto ni perezoso se puso a hacer pan de molde (pan inglés), poco menos que “de oídas”, porque no sabía muy bien qué era eso, y lo rellenó con las puntas de los recortes de los chorizos, jamones o salchichones que no había logrado vender por lonchas. Es muy posible que el mismo se asombrara del éxito de sus sándwiches, que desde el primer momento le quitaban de las manos. Cuentan que, a la salida de los grandes cines de estreno de la Gran Vía, las colas para comprar uno daban la vuelta a la plaza y que lo que más gustaba era ese “pan inglés” que se había inventado y cuyo sabor distinto todavía perdura con la misma fórmula, guardada en secreto como la de la mismísima Coca Cola.

El exitoso sándwich de ensaladilla rusa no llegó hasta los años 70 cuando Antonio Rodilla, con el apoyo de sus dos hijos abrió nuevos locales en la calle Orense y en la de la Princesa, todavía sin dar el salto fuera de Madrid. En este último, en el barrio de Argüelles, probé yo los primeros sándwiches de Rodilla, en mis años de Universidad, y enseguida me hice adicta, sobre todo del de ensaladilla rusa.
Ha pasado mucho tiempo y, como parece el sino de los negocios de restauración que tienen éxito, Rodilla se ha convertido en una franquicia que encontramos en cualquier centro comercial y ha terminado por entrar en un gran conglomerado de empresas, en este caso el de la cervecera Damm. No deja de ser una paradoja, porque cuando Antonio Rodilla abrió su primer local tenía prohibido vender bebidas y sólo podía servir vasos de agua en la barra del histórico Rodilla de Callao, que sigue allí todavía setenta y siete años después.
Una anécdota: cuando Damm se hizo con el control de Rodilla y seguramente tras un profundo (y caro) estudio de mercado, decidió suprimir el sándwich de salami. Fue tal el clamor que se levantó en las redes sociales, que no tuvieron más remedio que dar marcha atrás. No es el más vendido. Ni siquiera está en el “top ten” de la casa, pero las tradiciones son para respetarlas y esa crema de salami y queso philadelphia no se podía suprimir de ese subconsciente colectivo que es el paladar, de un día para otro.
--> Como curiosidad diré que la lista de los sándwiches más vendidos en Rodilla el año pasado la encabeza el de ensaladilla rusa, seguido por el vegetal, el de pollo al curry, el de atún con tomate y el de queso azul con rúcula. Como se ve, ni rastro de los sabores de la charcutería original.

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