27 de noviembre de 2019

Endivias con manzana y aguacate

ingredientes
Hojas de endivia, manzanas, aguacates, granadas 

Salsa  
1 yogur griego, 2 c.s de aceite, el zumo de ½ limón, sal, pimienta y cilantro picado

preparación
  1. Sacamos las hojas de las endivias y las ponemos a remojar en agua fría. Si es necesario, cambiamos el agua dos o tres veces hasta que las endivias pierdan su amargor. 
  2. Picamos las manzanas en pequeños trocitos y les ponemos unas gotas de limón para evitar que se oxiden. 
  3. Picamos también el aguacate en trocitos pequeños. 
  4. Desgranamos la granada. 
  5. Mezclamos los ingredientes de la salsa. 
  6. Rellenamos las hojas de endivia con la manzana y el aguacate, las cubrimos con la salsa de yogur y echamos por encima granos de granada. 
  7. Si se le quiere dar un aire de comida de fiesta, se le pueden añadir unos buenos langostinos cocidos.

Imprimir

Merluza rellena con velouté de marisco

ingredientes
2 lomos de merluza, 500 g de gambas crudas, 500 g de mejillones, 1 puerro, 1 c.s. de harina, ajo, perejil, pan rallado y vino blanco

preparación
  1. Pelamos las gambas y reservamos las cáscaras por un lado y los cuerpos por otro. 
  2. Abrimos los mejillones al vapor con un poco de vino blanco y un poco de agua. Colamos el caldo y sacamos los bichos de las conchas. 
  3. En una sartén amplia con aceite, salteamos primero las cáscaras de las gambas. 
  4. Las retiramos y en el aceite que queda rehogamos el puerro picado primero y, luego, los gambones. 
  5. Ponemos la harina, rehogamos, añadimos el caldo de los mejillones y dejamos que se cocine todo junto. Ajustamos de sal y pimienta. 
  6. Ponemos sal a los lomos de merluza y ponemos uno de ellos en una fuente de horno aceitada. Echamos sobre él el relleno que hemos preparado y tapamos con el otro lomo. 
  7. Mezclamos el pan rallado con un poco de aceite, sal, ajo y perejil picados y con esta mezcla cubrimos la merluza generosamente. 
  8. Horneamos a 200º durante 20 minutos. Con la merluza, en la misma fuente, podemos poner la guarnición elegida: patatas fritas, tomates cherry, verduritas escaldadas…

Imprimir

Pecado de avellanas

ingredientes
Pasta choux  
125 ml de leche, 125 ml de agua, 125 g de mantequilla, 150 g de harina, 4 huevos, 5 g de azúcar, una pizca de sal 
Muselina de avellanas  
75 g de mantequilla en pomada, 100 g de avellanas, 100 g de nata 

150 g de crema pastelera

preparación
  1. En un cazo ponemos al fuego el agua, la leche, la mantequilla el azúcar y la sal
  2. Cuando la mantequilla se funda y esté a punto de empezar a hervir, echamos la harina de un golpe y, con el fuego apagado, pero antes de que se enfríe, mezclamos con una cuchara de madera hasta que la masa se separe de las paredes y esté un poco más seca.
  3. Incorporamos los huevos de uno en uno sin dejar de remover.
  4. Ponemos la masa en una manga y vamos poniendo sobre una bandeja tiras paralelas, pegadas entre sí, hasta formar un rectángulo que ocupe la bandeja.
  5. Horneamos a 180º o 190º, durante unos 20 minutos.
  6. Hacemos la crema pastelera.*
  7. Trituramos las avellanas.
  8. Montamos la nata.
  9. Batimos la mantequilla.
  10. Mezclamos con suavidad las cuatro últimas preparaciones, que van a ser el relleno de los pecados. Rellenamos y espolvoreamos con azúcar glas..

*Crema pastelera
ingredientes
½ litro de leche (entera), 150 g de azúcar, 45 g de maicena, 1 huevo, piel de limón y naranja

preparación
  1. En un cazo se ponen 400 ml de leche con el azúcar y la esencia que hayamos elegido (naranja, limón, vainilla). Se deja que hierva despacito.
  2. En un bol batimos el resto de la leche con la maicena y el huevo, y lo echamos a un cazo que tendremos al fuego. Removemos lentamente y lo apartamos cuando espese.
  3. Se deja enfriar batiendo de vez en cuando para que no forme nata

Imprimir

26 de noviembre de 2019

Patrimonio intangible de la Humanidad

Una parte importante de las recetas de cocina madrileña que he recogido en mi libro están vivas porque las han adoptado los bares. Las croquetas, los callos, la ensaladilla rusa, los boquerones en vinagre, las bravas… son platos que nos resultan familiares, no porque los veamos en la cocina de casa, sino porque los consumimos en los bares. Cuando me planteé la posible lista de platos, me di cuenta de que algunos de ellos eran casi arqueología culinaria, que nadie los hace ya en casa, bien porque su elaboración no es fácil, bien porque se les considera cocina viejuna, poco adecuada para estos tiempos de mestizajes y moderneces que corren. Pero seguimos pidiéndolos en los bares. Aunque sólo fuera por eso, habría que levantarles un monumento.
No conozco ningún país en el mundo donde los bares supongan tanto en la vida diaria de la gente. Quizá los pubs británicos e irlandeses, donde mucha gente se reúne desde la caída de la tarde para beber hasta caerse de culo, si es que no tocan antes la campana que marca la hora del cierre.
Yo creo que al bar español no se va a beber. No digo que no se beba, pero cuando uno va a un bar, acude a charlar con los amigos y casi parece que la bebida, nunca de excesivo grado alcohólico, es una excusa para arreglar el mundo o destripar a los conocidos ausentes, en animada conversación con amigos, familiares o incluso vecinos de barra absolutamente desconocidos. Beber no es lo importante, ni se va al bar a emborracharse como en otros países hacen esos hombres tristes que consumen alcohol en solitario, apoyados en la barra hasta que esta (la barra) es la única que les garantiza el equilibrio.
Lo entendió muy bien Gabinete Caligari: “bares, qué lugares, tan gratos para conversar”. Lo entiende muy bien la Coca-Cola cuando quiere que su bebida se identifique con algo cálido y hace un canto en sus anuncios a los benditos bares españoles: “la red social más grande”.
Posiblemente sea España el único país donde se ven niños en los bares. A nadie extraña, incluso, que una mamá de allí el pecho a su bebé. El bar es el lugar donde nos socializamos y los niños, a veces muy latosos, acompañan a sus padres al sitio donde se reúnen con la gente, como les acompañan a misa o a un partido de fútbol.
-Oye, dale un zumo al niño, con una pajita y unas patatitas, para que se entretenga.
Y al niño, como el zumo por la pajita, le va entrando en vena la cultura española del bar. Y quedará grabado en su ADN que, en los bares españoles, la bolsita del azucarillo o la servilleta de papel con la que nos limpiamos la grasilla de la tapa van directamente al suelo, donde pueden convivir con caparazones de gambas o huesos de aceituna. Eso también son los bares españoles. Y un ruido ensordecedor, sobre el que se alza la voz del camarero:
-Una de chopitos, una de boquerones en vinagre y una de bravas.
-Marchandooo, le da la réplica el coro de la cocina como en un desafinado dúo de ópera.
Si la algarabía de la Plaza de Jemaa el Fna, en Marrakech, ha sido declarada patrimonio oral de la humanidad y los tranvías de Lisboa tienen también el reconocimiento de la Unesco, ¿qué esperan para declarar a nuestros bares patrimonio intangible del mundo? ¿O es que esos de la UNESCO nunca han estado en un bar español?

Imprimir

20 de noviembre de 2019

Lubina con jugo de frutas, jengibre y piñones

 
ingredientes 
1 lubina, 2 manzanas verdes, jengibre fresco, 1 lima, 50 g de piñones, 1 cebolla morada, 1 pepino, sal y pimienta

preparación
  1. Cortamos la lubina en dos filetes, sin la cabeza ni la espina.
  2. Licuamos la manzana con su piel y el pepino, también con su piel.
  3. Tostamos los piñones.
  4. Rallamos el jengibre.
  5. Rallamos la piel de la lima, a la que extraemos su jugo.
  6. Cortamos la cebolla morada en juliana.
  7. Metemos los dos lomos de la lubina en el congelador para que se endurezcan u poco y sea más fácil cortarlos en pequeños filetitos, lo que haremos a continuación. Los filetitos tienen que quedar sin piel ni espinas.
  8. Los colocamos en un plato suficientemente grande para que quepan en una sola capa.
  9. Por encima, ponemos sal, pimienta, las ralladuras del jengibre y la lima, la cebolla y los piñones.
  10. Dejamos macerar durante 10 minutos y vertemos el jugo de manzana y de pepino por encima, de manera que quede caldoso. Para comerlo, pondremos tenedor y cuchara.
Imprimir

Carrillera de ternera con puré de boniato

ingredientes
2 carrillera de ternera (1 kg aprox), ½ litro de vino tinto, 1/4 de litro de caldo de carne,  2 zanahorias, 1 cebolla, 1 puerro, laurel, tomillo,  2 tomates rojos, 1 rama de apio, pimienta negra en grano, 150 g de mantequilla, aceite

preparación
  1. Limpiamos bien las carrilleras de todas las telillas y grasas que puedan tener y las salpimentamos. 
  2. Picamos todas las verduras en trozos grandes. 
  3. En la olla a presión con un poco de aceite, doramos la carne por los dos lados y la apartamos. 
  4. En la misma grasa, salteamos un poco la verdura troceada. 
  5. Sobre la verdura ponemos la carne y lo cubrimos todo con el vino y el caldo. 
  6. Añadimos tomillo, laurel y pimienta. 
  7. Cerramos la olla y cocemos durante 45 minutos. Este guiso conviene hacerlo con la olla a presión. Si utilizamos una convencional la cocción duraría cuatro horas. 
  8. Tras la cocción, colamos la salsa, reservamos la carne y ponemos a reducir la salsa ya colada hasta que veamos que adquiere la densidad de una natilla clarita. 
  9. Incorporamos la mantequilla a la salsa y montamos sin dejar de remover. Ajustamos de sal y pimienta si fuese necesario. 
  10. Cortamos las carrilleras a tranchas gruesas y las dejamos que den un hervor con su salsa. 
  11. Las acompañamos con un puré de boniato que haremos cociendo este con su piel hasta que esté tierno y triturando la pulpa con un poco de mantequilla, nata o leche y sal y pimienta.

Imprimir

Cobbler

ingredientes 
Masa  
100 g de harina, 1 c.s. de levadura química, 50 g de azúcar, 
75 g de mantequilla, 1 huevo batido, 50 ml de leche, 
una pizca de sal 

3 tazas de frutos rojos, el zumo de medio limón, 
½ 100 g de azúcar, la ralladura de ½ limón, 
1 c.s. de maicena

preparación
  1. En una sartén que se pueda utilizar en el horno, ponemos los frutos rojos con el zumo de limón, la ralladura y el azúcar. 
  2. Disolvemos una c.s. de maicena en un poco de agua y la vertemos en la sartén. Dejamos que vuelva el hervor y que espese un poquito. 
  3. En un bol ponemos los ingredientes líquidos de la masa, agregamos los sólidos y mezclamos. 
  4. Esta masa la colocamos a pegotones encima de la compota de frutos rojos. 
  5. Pintamos los pegotones con leche azucarada y horneamos a 180º durante 45 minutos. Se puede hacer tanto en una fuente de horno como en porciones individuales.

Imprimir

19 de noviembre de 2019

¡Que aproveche!

Cuando uno sale del restaurante Hnos. Míguez, no le queda otra que desear que les aproveche a los comensales que permanecen en el local. En este sentido, parece que el tiempo se ha detenido desde que, en 1973, los dos hermanos Míguez, recién llegados de Galicia, abrieron este local en una callejuela del Alto Extremadura. En los restaurantes modernos, ya nadie dice “que aproveche”: se considera poco fino e, incluso, pudiera parecer una forma de entrometerse en la intimidad de los demás. Vivimos tiempos individualistas en los que las relaciones interpersonales son difíciles y más entre desconocidos. Hace medio siglo, eso era lo que dictaban las campechanas normas de educación del pueblo llano y a nadie se le ocurría abandonar un restaurante sin el preceptivo “que aproveche”, dirigido a los comensales más próximos. Pues ese “que aproveche”, no es lo único que esta casa de comidas conserva desde su apertura hace medio siglo. Mantiene, por ejemplo, el entusiasmo de Arturo, hijo de uno de los fundadores, que se desvive entre las mesas para que todo el mundo se encuentre a gusto en su local. Mantiene impecable el local: parece que lo hubieran estrenado la semana pasada. Y mantiene el nivel de la cocina, que seguramente es la causa de la longevidad de este peculiar restaurante que, con menús a diez euros, ha terminado por aparecer en las páginas gastronómicas de alguno de los periódicos más importantes de España.

¿A la carta o menú del día?
En la puerta, escrito a mano con una letra difícil, un folio anuncia lo que vas a encontrar ese día en el restaurante: 8 primeros, 15 segundo y 7 postres. Es lo más parecido a comer a la carta, pero se trata de un menú del día. Entre los primeros, sopas, verduras y legumbres. Arturo tiene a gala no visitar Makro, metáfora que utiliza para dar a entender que no trabaja con preparados. Todo es natural, comprado fresco en el mercado y cocinado en la casa, con muy buena mano. Las judías verdes que tomé de primero me supieron y estaban cocinadas como las que yo hago en casa. Era buena la sopa de cocido (con fideos) que tomaron dos de mis acompañantes y otro se relamía de gusto con las judías “carillas” que pidió. También podríamos haber tomado la Sopa Castellana, que hacía siglos que no veía aparecer en un menú y que vi servir en los canónicos cuencos de barro de antaño. En los segundos, entre el variado surtido de carnes y pescados (“todos frescos”, insiste Arturo), se cuelan platos que seguramente ya estaban en la carta el día de la apertura, como la asadura de cordero que, de sólo leerla, puso a cien los jugos gástricos y la nostalgia de uno de los comensales.
Los pescados, efectivamente, eran frescos y con un punto de fritura más que correcto.

Los postres muy clásicos (flan, arroz con leche, natillas…) redondearon la comida que, con un vino de Rioja y agua mineral para quien la pidió, elevaron la cuenta a los 10 euros por comensal que reza el cartel de la entrada. No extras. Cada día suele haber un plato especial (Cocido, Rabo de Toro, Paella...) y los domingos se tira la casa por la ventana al precio, eso sí, de 12 euros.
Lleno asegurado: reserve
El lleno es total cada día. Cuando llamé para reservar mesa, un lunes, estaba todo completo y tuve que esperar al día siguiente. Pensé que sería el éxito fugaz tras ser recomendado en el periódico más influyente y que todo estaría lleno de ”foodies”. Nada de eso. La clientela es, sobre todo, gente del barrio y obreros que trabajan en la zona, y que deben de ser clientes de toda la vida porque Arturo llamaba por su nombre a la mayoría. Claro que cabe pensar que, dado el caluroso recibimiento que nos dispensó, para Arturo uno que llegó antes de ayer a su restaurante en un cliente de siempre.

Al final, la fórmula del éxito que dura en el tiempo no parece tan difícil: buenos productos, buena cocina y buen trato en un local agradable. Pero no todo el mundo tiene un Arturo al frente.
 

 
Restaurante Hnos. MíguezCalle Herminio Puertas 10
Metro Alto de Extremadura
Madrid 28011
Teléfono 609 01 00 19
 
Imprimir

13 de noviembre de 2019

Espárragos blancos con crema de parmesano

ingredientes 
1 lata de espárragos blancos (muy gruesos), 1 lata de anchoas en aceite de oliva, 200 g de nata, 75 g de parmesano, sal, pimienta negra, aceitunas negras sin hueso, aceite de oliva 

preparación
  1. Templamos la nata y deshacemos en ella el parmesano rallado. Ajustamos de sal y pimienta.
  2. Templamos los espárragos con el mismo agua de la lata, los escurrimos y los secamos un poco.
  3. Trituramos las aceitunas negras y hacemos con ellas pequeñas bolitas. 
  4. En cada plato colocamos los espárragos que queremos, ponemos encima anchoas, napamos con la crema de parmesano y coronamos con una bolita de aceitunas negras y un hilo de aceite de oliva.

Imprimir

Cordero en cocotte

ingredientes 
1 pierna de cordero recental cortada en tres trozos, 1 kg de patatas, 150 ml de vino blanco, 6 dientes de ajo, aceite de oliva, sal y pimienta  
preparación
  1. Untamos el cordero con aceite, sal y pimienta. 
  2. Lo colocamos en la cocotte con los ajos enteros. Tapamos la cazuela y horneamos a 150º durante 2 horas. 
  3. Pasado ese tiempo, abrimos la olla y ponemos las patatas, cortadas a trozos, y el vino blanco junto al cordero. 
  4. Volvemos a tapar la cocotte y horneamos durante una hora más.
Imprimir

Tarta Capri

 

ingredientes 
250 g de chocolate negro, 150 g de mantequilla, 4 huevos, 100 g de azúcar, 200 g de almendras molidas 

preparación
  1. Batimos fuertemente el azúcar con los huevos. 
  2. Derretimos 220 g de chocolate y con la mantequilla. Dejamos que entibie, lo añadimos a la mezcla anterior y batimos un poco.
-->
  • Añadimos las almendras y mezclamos. 
  • Vertemos la masa en un molde de borde más bien bajo, y ponemos encima, troceados, los 30 g de chocolate que nos quedaban. 
  • Horneamos a 180º durante 30 o 35 minutos.
  • Imprimir

    12 de noviembre de 2019

    Mis recetas de cocina madrileña

    Por primavera, publiqué en este blog un artículo en el que me preguntaba si existe la cocina madrileña. No hay restaurantes de cocina madrileña. Hay algunos especializados en cocido, pero sólo y exclusivamente cocido y lo mismo que una golondrina no hace verano, por un solo plato no se puede creer que exista un tipo de cocina que podamos llamar madrileña: hace falta mucho más. La mayor parte de los restaurantes de la capital hacen cocina de otros lugares o cocina fusión, pero muy ajena al casticismo que debe tener la cocina de una región o de una ciudad para llevar su nombre. Tampoco hay libros que recojan la riqueza culinaria de Madrid. Sólo conozco uno, escrito por el gran Faustino Álvarez, uno de los críticos más agudos y simpáticos que he conocido. Sólo uno y apenas abarca la treintena de platos.
    Por eso, cuando ediciones La Librería, especializada en temas de Madrid, me pidió que escribiera un recetario de cocina madrileña, tuve que echar mano de la memoria, de lo que he visto cocinar y he comido en mi casa y en muchas casas de Madrid antes de que la pizza a domicilio se convirtiera en la mejor opción, si es que “mejor” puede ser un adjetivo aplicable al caso.
    Porque, efectivamente, la cocina madrileña ha sido y es, esencialmente, doméstica y familiar. Si cierras los ojos, la ves cociendo a borbotones en esas películas en blanco y negro de Fernán Gómez, donde la cocina es a la vez sastrería y comedor. O la escuchas repicando en la buhardilla como el cocidito madrileño de Pepe Blanco.
    Así pues, aunque no en restaurantes ni en tratados culinarios, la cocina madrileña está en la memoria colectiva de los madrileños. Es lo que comíamos a diario, con una variedad limitada de platos que se han ido conformando del mismo modo que la ciudad, es decir convirtiendo automáticamente en madrileño a cualquiera que llega de fuera. En casi todas las regiones españolas hay cocido, pero el madrileño se ha convertido en el rey de los cocidos. Los calamares fritos se consumen en toda España, pero nadie los ha acogido como Madrid, capaz de hacer de un bocadillo el santo y seña de su gastronomía popular. Y el bacalao rebozado, y el besugo al horno, y el pisto manchego, y la gallina en pepitoria… se comen en todas partes, pero nadie puede negar que son tan madrileños como la Cibeles.
    Ha sido casi emocionante ir reuniendo esa media centena de platos que componen el libro. Al terminar, me he dado cuenta de que son platos muy sencillos en su elaboración, con ingredientes baratos y realmente sabrosos.
    Además, dan ganas de comerlos, en los estupendos dibujos con los que los ha ilustrado, paso a paso, ese extraordinario acuarelista que es Joaquín González Dorao.
    Yo sólo espero haber contribuido a que esta riqueza gastronómica no caiga en el olvido y a que, aunque sólo sea de vez en cuando, volvamos a la cocina de siempre que, si ha perdurado, por algo será.

    Cocina madrileña
    (50 recetas tradicionales y 50 curiosidades gastronómicas) Elena Segura, con ilustraciones de Joaquín González Dorao.
    Ediciones la Librería
    Madrid 1919

    A la venta en la propia tienda de la editorial (Calle Mayor 80, Madrid) o en las principales librerías y en internet

    Imprimir

    6 de noviembre de 2019

    Tartar de salmón y mango

    ingredientes 
    250 g de salmón, ½ mango, 1 c.s. de salsa de soja, 1 limón, 1 yema, 1 c.s. de mostaza, 1 c.c. de aceite de sésamo, 1 c.s. de aceite de oliva, 1 c.s de vinagre de arroz (u otro vinagre suave), 1 chalota picada, unas gotas de extracto de vainilla, sal y pimienta 
    Para acompañar: 
    Ensalada verde y huevas de salmón. 

    preparación
    1. Quitamos la piel y las espinas al salmón y con un cuchillo, lo cortamos en cuadraditos de pequeños. Debe cortarse siempre con cuchillo. 
    2. Cortamos el mango de la misma forma. 
    3. En un bol colocado sobre otro más grande que contenga hielo, batimos la yema con la mostaza.
    4. Incorporamos el zumo de medio limón, la salsa de soja, el aceite de sésamo, el vinagre, la vainilla y el aceite de oliva y seguimos batiendo hasta que la salsa emulsione. 
    5. Picamos la chalota muy menuda y añadimos el salmón, el mango y la salsa. Ajustamos de sal y pimienta. 
    6. Acompañamos de ensalada verde y huevas de salmón. Si se quiere, también con pequeñas tostaditas de pan.
    Imprimir

    Canelones de San Esteban

    ingredientes 
    Relleno 
    100 g de carne de ternera a trocitos, 100 g de carne de cerdo a trocitos, 100 g de pechuga de pollo a trocitos, 1 hígado de pollo, cebolla, 2 ajos, 50 ml de vino de Jerez (puede sustituirse con oporto o coñac), 1 tomate rallado, aceite de oliva, 1 rebanada de pan de molde

    Bechamel 
    1 litro de leche, 40 g de mantequilla, 40 g de harina, sal, pimienta y nuez moscada. 
    20 láminas de canelones,125 g de parmesano
     
    elaboración
    1. En un poco de aceite, salteamos todos los ingredientes del relleno, siguiendo este orden: primero, la cebolla y el ajo; a continuación, las carnes; finalmente, el tomate y el vino elegido. 
    2. En una picadora, picamos bien todo el relleno junto con la rebanada de pan, y dejamos que enfríe antes de rellenar los canelones. 
    3. Cocemos las láminas de canelones, siguiendo las instrucciones del fabricante, y las rellenamos.
    4. Hacemos una bechamel rehogando la harina con la mantequilla. Añadimos, a continuación, la leche, la sal y la pimienta y removemos hasta que espese. 
    5. En la bandeja del horno, ponemos primero una capa de bechamel, encima una de canelones y cubrimos con el resto de la bechamel. 
    6. Cubrimos con queso parmesano recién rallado y gratinamo
    Imprimir

    Tarta de peras

    ingredientes 
    5 o 6 peras, hojaldre, 1 limón 

    Mezcla flanera 
    1 lata de leche condensada de 397 g, 4 huevos, 250 ml de leche, 1 c.c. de canela 
    Azúcar moreno (optativo)

    preparación
    1. En el vaso de la batidora, ponemos todos los ingredientes de la mezcla flanera y batimos. 
    2. Pelamos y descorazonamos las peras y las reservamos con un poco de zumo de limón para que no se oxiden. 
    3. En un molde, estiramos el hojaldre, haciéndole barandilla en los bordes. 
    4. Cubrimos con las peras, vertemos encima la mezcla flanera y, según gusto, espolvoreamos con azúcar moreno. 
    5. Horneamos a 170º durante una hora.
    Imprimir

    5 de noviembre de 2019

    Steak tartare

    El estirado maître prolongó aún más su cuello y, arqueando las cejas, forzó la sonrisa condescendiente para mirar por encima del hombro a aquel hombre al que sus modales de nuevo rico delataban a la legua.
    -Un steak tartare muy hecho, había ordenado en el tono de voz de quien está acostumbrado a mandar. Alrededor, otros comensales trataban de tapar la risa llevándose la servilleta a los labios… El silencio se hizo muy incómodo.
    La escena es un tópico que sale siempre a relucir entre las anécdotas de camareros veteranos. De los tiempos en que el steak tartare sólo se servía en los restaurantes más elegantes y siguiendo normas muy estrictas en su elaboración. Unas normas fijadas nada menos que en la primera edición del Diccionario Larousse Gastronómico, hace más de 80 años.
    Ahora, rara es la carta de restaurante que no lo acoge en su seno, con las más diversas advocaciones. Se ha puesto de moda con todo lo que eso puede suponer en estos tiempos de vértigo. Porque vértigo produce el atrevimiento de algunos aspirantes a chef que no dudan en proponer steak tartare de pescado, de verduras e, incluso, muy hechos. Yo misma propongo esta semana un tartar de salmón, aunque me he cuidado mucho de suprimir antes el steak en el enunciado.
    Todo el mundo sabe que el steak tartare se hace con carne de vaca (no cerdo, no pollo), y algunos también que steak es la aportación americana a la denominación de este filete picado, que allí hizo furor en los primeros años del siglo XX. “Steak a la americaine” se le llamaba en París a este filete: “Steak a la americaine served with tartare sauce”. Abreviando Steak tartare.
    Tampoco está mal la historia de su origen en la carne que los jinetes tártaros ponían sobre sus monturas para ablandarlos bajo sus posaderas en sus largas cabalgadas. La carne, se ablandaría y es posible, incluso, que se cociera un poco. Luego al final de la cabalgada se lo comían a bocados. No parece que tenga nada que ver con esa delicadeza que hoy llamamos Steak tartare, porque este plato se elabora (no se cocina: la carne debe estar cruda) con la mejor carne de vaca y, además, es condición indispensable cortarla en trozos muy pequeños y, siempre, a cuchillo. En trozos muy pequeños, no pequeñísimos. Tampoco vale hacerlo de un día para otro. La carne debe ser recién cortada y la maceración con los distintos ingredientes se hará muy poco antes de servirla. En esto tienen que ver también cuestiones prácticas: tanto la carne picada como la yema de huevo que coronará el tartare pueden contaminarse fácilmente con bacterias si se les deja tiempo. La “original idea” de coronar el tatare con la yema puesta sobre medio cascarón de huevo que se ha visto en algún restaurante añadiría el peligro de la salmonella. La yema si el huevo es bueno y fresco se sostiene sola.
    Así pues, sigamos al Larousse Gastronomico: “A la tártara, es un filete tomado de la chuleta o del solomillo, picado, sazonado con sal y pimienta, al que se da forma y se sirve crudo con una yema de huevo cruda en lo alto. Al lado se servirán alcaparras, cebolla picada y perejil”.
    Ah, se pronuncia “esteik”. Si lo hacemos así el maitre estirado del inicio nos tendrá en cuenta. Si pedimos un “estick” estaremos demandando un palo, que es el significado literal de stick en inglés. Lo mismo nos atiza con uno.
    El de la foto es el steak tartare que dan en la Vinoteca Moratín, un sitio donde saben cómo hacerlo.
    Imprimir