21 de marzo de 2010

Bolonia la Gorda


No teníamos una razón especial para viajar a Bolonia, pero una compañía “low cost” ofrecía un vuelo realmente barato si se compraba con suficiente antelación. Y allí nos plantamos.
Bolonia no es un destino turístico y, aunque es el centro neurálgico de las comunicaciones del país, tanto por carretera como por tren, no merece una escala mínima en los tours por Italia de las agencias de viaje. Sin embargo es una bella ciudad, con un casco antiguo extraordinario, que quizá necesita una mejor conservación, y con una vida en sus calles que no envidia nada a la más animada de las ciudades españolas. No es extraño, porque una buena parte de la población de la ciudad son estudiantes de su universidad, la más antigua (fue fundada en 1088) y una de las más prestigiosas de Europa.
Bolonia la roja, la docta y la gorda”. La roja por el color de los tejados y las fachadas del casco histórico, pero también por ser la plaza fuerte del mítico PCI. La docta por la Universidad, y la gorda por ser la capital gastronómica de Italia. Cualquier restaurante, cualquier trattoria (y hay muchísimos) ofrecen excelente cocina a precios razonables. Un menú normal puede proponer 30 o 40 especialidades de pizzas o de pasta, amén de risottos, antipastos de lo más variado o los postres típicos. A veces cuesta decidir. Me gustó especialmente el "ristorante"  Incrocio Montegrappa, un agradable, amplio y luminoso local, decorado con carteles de las grandes películas y actores del neorrealismo italiano, en el que una de mis amigas comió esta apetitosa pizza de "rucola e spek".

No pude comer en la Osteria degli Usberti, un sitio que me habían recomendado mucho, pero que estaba lleno hasta los topes. Una pena, porque tenía un aspecto estupendo.
Y las tiendas...  De la bellísima Plaza Mayor, que cruzó Carlos V para ser coronado Emperador por el Papa, nace una calle, la Via Pescherie Vecchie, que es una sucesión deslumbrante de puestos de frutas y verduras, tiendas de quesos, de setas, de pasta recién hecha o de mortadelas. Pocas veces he visto nada igual.


 
El ambiente de mercado se extiende por las callejuelas próximas donde se pueden encontrar tiendas de delicatesen, objetos de cocina, e incluso un completísimo establecimiento con todo lo que se pueda necesitar para elaborar vino artesanalmente.  En una de esas tiendas encontré este “aceto de Módena” tan baratito.

 
El litro sale a 480 euros, pero los vi más caros. Yo compré uno que costaba 14 euros el envase de 250 ml. También me traje un kilo de mortadela de Bolonia, un buen trozo de Parmiggiano, un kilo de arroz "arborio", un cortapastas y un libro de cocina. Si por mí hubiera sido, me hubiera traido todo, pero en la maleta de un vuelo "low cost" cabe muy poco y las normas de seguridad de los aeropuertos son rigurosas.
Quizá lo mejor es volver y disfrutarlo todo "in situ" aprovechando los vuelos baratos. Yo os lo recomiendo: por la ciudad y por la gastronomía.

No quiero cerrar este post sin referirme a una costumbre muy curiosa de los boloñeses.. A partir de las seis de la tarde y durante una o dos horas, muchos bares del casco antiguo ofrecen barra libre de aperitivos a quien tome un vino o una cerveza. La consumición (puede ser, por ejemplo, el típico vino caliente) se cobra a partir de cinco euros, pero se puede cenar con las tapas. Tiene que ser en el periodo de tiempo fijado, que se anuncia con carteles en la puerta de los bares. Fuera de ese horanio, las cervezas o el vino se sirven sin tapa.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya viaje Elena. ¡Qué buena pinta tiene Bolonia! Solo por la gastronomía merece la pena ir.
Nos vemos el miércoles y nos cuentas más a fondo. Saludos.
Carmen.

elena dijo...

Ya os contaré,la pena ha sido que no os hayais comido la mortadela boloñesa que traje para vosotros, como no hubo clase esa semana, no ha podido ser. Hasta el miercoles.