Este año, la fecha del magosto ha sido especial: 11-11-11. Aunque puede celebrarse unos días antes o después, la fecha clave es el 11 de noviembre, día de San Martín. El magosto es la fiesta de la castaña. Se celebra en Galicia y comarcas limítrofes como el Bierzo leonés, el noroeste de Zamora o el poniente asturiano. En esas fechas, ya se ha terminado la cosecha de castañas y se celebra haciendo una gran hoguera y asándolas en ella. Como también son fechas de matanza (a todo cerdo le llega su San Martín) y el vino de la uva que se vendimió en septiembre ya está hecho, no puede ser mejor momento para reunirse a comer, beber, cantar y bailar.
Es una fiesta muy popular, casi de obligado cumplimiento. Antiguamente
se decía que quien no asistía, corría el riesgo de perder la razón. En los
pueblos se suele celebrar en los atrios de las iglesias o en las plazas. Antes,
tenían lugar en un claro del monte, pero en Galicia conviene no tentar al fuego
en medio del bosque. En el lugar elegido, se hace una gran hoguera, y sobre sus
brasas se deposita una chapa agujerada donde se ponen a asar las castañas. Ojo,
conviene hacer un corte en cada castaña, o en caso contrario estallan y se
convierten en pequeños proyectiles.
Después los jóvenes saltan sobre el fuego y se tiznan las
manos con los tizones ya apagados para ensuciar con ellas la cara del vecino.
La castaña ha tenido siempre una gran importancia en el
noroeste español. Durante siglos las castañas constituyeron el
alimento básico en estas zonas, hasta que fueron sustituidas por el maíz y las
patatas, traídas de América. De hecho, el relevo tardo en producirse.
No empezó
hasta mediados del Siglo XIX, cuando la burguesía pasó a considerar las castañas un alimento
impropio de su categoría. Ahora sin embargo se considera distinguida una de las
formas más exquisitas de elaboración y conservación: el Marrón Glacé, es decir
la castaña confitada y glaseada.
Sin duda es un dulce extraordinario, pero no creo yo que
compita con ventaja con las castañas asadas que, al llegar esta época del año,
podemos comprar todavía en las calles de algunas ciudades. Cada vez son menos
las castañeras y algún día terminarán desapareciendo por la aplicación estricta
de una ordenanza municipal contra los humos, pero quién no tiene un ataque de
nostalgia si, al volver una esquina, le llega ese olor a castaña asada humeante.
¡Deme un cucurucho, por favor, que además tengo las manos
heladas!
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2 comentarios:
Como me impresionan tus comentarios,me encantan ,son didácticos y divertidos,Las recetas soy perezosas para hacerlas ,pero para tus comentarios soy muy aplicada,GRACIAS
GRACIAS a ti Guadalupe, ahora te toca hacer tambien las recetas.
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