27 de septiembre de 2016

Experiencia gastronómica estival














Cuando volvemos a un sitio que nos gustó mucho, solemos llevarnos una pequeña decepción. Ocurre con ese restaurante del que salimos encantados y con ganas de volver cuanto antes a disfrutarlo con amigos. Lo hemos idealizado de tal forma que la segunda vez nos va a defraudar: no está mal, pero ya no es lo que era.
No es el caso de El Campero, la meca gaditana del atún. En mi visita en junio, en plena almadraba, salí más satisfecha aún que la primera vez. Siguen bordando las deliciosas recetas de su amplísima carta, centrada en el atún. Todavía me estoy relamiendo con delicado ajoblanco con dados de atún, que abrió paso a otro almuerzo inolvidable.

La taberna del Puerto
Como inolvidable fue la comida en La taberna del puerto, un humilde local, junto al Pabellón Deportivo de Puerto Real, donde fríen los pescados como debe ser. Si El Campero tiene una estrella Michelín y dos soles Repsol, este ni aparece en las guías y casi es mejor así, porque les sobra con el boca a boca para llenar una sala y terraza humildes donde se puede disfrutar de pescados y mariscos de la bahía, que todavía no han perdido a su sabor a mar, elaborados con sencillez y un punto perfecto. La cuenta moderada, y la simpatía de las camareras (estábamos en Cádiz) sumaron puntos para una comida a recordar. Glamourosos abstenerse.

El Náutico de Conil
Aunque el nombre es más rimbombante, no es mas lujoso el Náutico, un módulo prefabricado en el pequeño y apartado puerto pesquero de Conil, donde hacen muy bien los pescados y la cuenta no se dispara. Los veraneantes de la zona lo saben y en temporada alta conviene siempre reservar. Fuera de temporada, la pequeña terraza con vistas al mar debe ser una delicia.

Mesón del toro
Como lo es tomar unos huevos fritos en el Mesón del Toro, una pequeña venta en una pedanía al pie de Vejer de la Frontera. Lleva abierto desde finales de los años sesenta y parece que en tiempos fue lugar de reunión de toreros y torerillos, de ahi su nombre. Por seis euros dan unos huevos fritos con patatas a los que se pueden añadir otras guarniciones por un pequeño suplementeo. Por supuesto son huevos de gallinas de campo, que la cocinera fríe a temperatura suave. No tiene las puntillas de los huevos fritos de Lucio, pero tampoco nada que envidiarles.

Cuajaderas
En el otro extremo de Andalucía, en Garrucha, me encantó un guiso tradicional de la zona, que desconocía: las cuajaderas. El nombre insinúa el de una especie de atascaburras al que hay que hacer frente en nombre del tipismo. Nada de eso. Se trata de un guiso-asado de patatas y pescado (valen muchos, gallopedro, sepia, pulpo…), que se termina de hacer a horno suave y que se deshace en el paladar. Todo un hallazgo de la cocina popular que preparan con maña y por encargo en la mayoría de los restaurantes y chiringuitos garrucheros.

Boca de Lobo
Boca de Lobo o Bocalobo, en la resplandeciente Burgos (da la impresión de que les ha sobrado de restaurar la catedral y han dejado la ciudad histórica como si estuviera de estreno) es otro de los sitios donde disfruté este verano. Es un local moderno, decorado en blanco a pesar del nombre, que tira más a bar de tapas que a restaurante. Como bar de tapas llama la atención que no se ve una sola sobre la barra. Y es que, ahí está el truco. Cada tapa sale recién hecha de la cocina, que ofrece la posibilidad de medias raciones o enteras (platillos y platos). Cocina ecléctica e imaginativa que va de las albóndigas de buey al pollo zarandeado, pasando por espaldilla de wagyu, langostinos con romescu o rabas al alioli. Merece la pena probar de todo en platillos. La cuenta será más que razonable incluso si se piden vinos por copas de la amplia y bien cuidada selección que ofrecen. Será pecado no terminar con la minitorrija en sopa de chocolate blanco y helado, aunque la catedral queda cerca si fuera precisa absolución.

Bibo Madrid
Y ya en Madrid: Bibo, el local de Dani García, recién abierto y ya restaurante de moda. En plena Castellana y con una decoración que trae a la memoria el alumbrado de las ferias andaluzas, el malagueño ha abierto un local informal donde degustar los platos que le gustan. En la amplísima carta hay de todo, desde ostras a ceviches, pasando por frituras andaluzas, sashimis nipones o platos familiares como el Pollo relleno Borgogna, para tres o cuatro peronas.
No hay que esperar aquí los extraordinarios platos que han dado a Dani García dos estrellas Michelín en su restaurante de Marbella, pero el nivel es alto, las raciones razonables y los precios pagables si no nos pasamos pidiendo.
Aquí si, a diferencia de la Taberna del Puerto, la gente guapa es bienvenida.

Sin Web
La taberna del Puerto
Ribera del Muelle número 42
Puerto Real (Cádiz)
Tel: 956 830 339

Venta del Toro
Pedanía de  Santa Lucía
Vejer de la Frontera (Cádiz)
Tel: 956 451 407

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