El restaurante Tanta no podía estar en mejor sitio que en la
plaza del Perú. Tanta en quechua significa pan y ese es el nombre que ha
elegido el peruano Gastón Acurio para su cadena de restaurantes informales de
cocina peruana (muy a la francesa los denomina bistró) que se extiende por todo
el mundo casi a ritmo de Zara.
El Tanta de Madrid (En España hay otro en Barcelona) es un
local amplio, de techos altos y una decoración simple y austera que da cobijo a
un buen número de pequeñas mesas para dos personas. Las mesas, que se pueden
agrupar según el número de comensales, tienen manteles individuales y,
como único toque de distinción, la servilleta de algodón. Si lo miras bien,
podría ser uno de esos omnipresentes restaurantes de comida rápida, aunque la
rapidez no sea precisamente el rasgo que definiría a un servicio numeroso,
joven e informal. Carlos y Marga que han vivido años en Lima y que fueron los
que nos llevaron allí, creen que ese ritmo, que a un madrileño le parece
excesivamente lento, hace más peruano al restaurante. Como teníamos una charla
muy animada, apenas nos afectó la pausa de los camareros, pero en los foros de
internet casi todo el mundo se queja se eso. Es lo único, porque este Tanta no
tiene un pero, desde el estupendo pisco sour con que nos pusimos en situación, hasta los postres, quizá con un poco dulce de más para el gusto español.
Ceviche clásico |
Compartimos
como entrantes un Cebiche clásico, ligero, fresco, con su puntito de acidez
picante: una delicia; un Tiradito japo de atún, con sus sabores asiáticos que no
bajó el nivel, y el trío de Causa limeña, de suave papa amarilla que casaba muy
bien con el atún, el bonito y el boquerón.
Después yo pedí dorada con crema a lo macho, que es una crema de picante
de mariscos que acompañaba muy bien.
Ají de gallina |
Mis amigos, auténticos expertos en la
cocina andina, se decantaron por el Seco de cordero, que es un jugoso guiso de
alubias, con ají, yuca y salsa criolla, y por un clásico ají de gallina que les dejó
relamiéndose.
A los postres, muy rico el volador, postre con antecedentes
de alfajor
que al parecer salió de los conventos
Volador |
En resumen, un almuerzo redondo. Una tiene recelo de esas
segundas marcas de los grandes cocineros que parecen diseñadas para hacer caja:
este Tanta lo desmiente. Dicen Carlos y Marga que comer aquí es como hacerlo en
la misma Lima. Y saben de qué hablan. La peruana es el último boom en el mundo
de la cocina, ahora que amaina la moda japonesa, y realmente es muy interesante.
Madrid tiene la suerte de contar con algunos restaurantes andinos
extraordinarios, desde Astrid y Gastón y Virú, que juegan en primera división,
hasta los excelentes Inti de Oro, La Gorda o este Tanta al que habrá que
volver.
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