Teniendo en cuenta aquello de que cuando la estadística dice que cada individuo come medio pollo, suele ocurrir que uno se come el pollo entero y el otro sólo se lo imagina, como Carpanta (¡Dios mío!, esto de Carpanta es jurásico) lo que viene a continuación no hay que tomárselo al pie de la letra. Se trata del retrato robot de lo que comemos los españoles, que cada año publica el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y, ahora también, de Medio Ambiente. Es estadística pura, resultado de cruzar millones y millones de datos que lo que nos da es la media por persona, “per capita”. Es decir, el resultado de dividir el volumen total de lo que se consume al año de un producto por el número de españoles: 46.549.045 según el último dato del INE.
Lo que más comemos es fruta: casi cien kilos al año, sobre todo naranjas y mandarinas, pero también muchos plátanos y manzanas. No está mal, si nos creemos eso de que aquí se sigue la dieta mediterránea, pero no tan bien si se tiene en cuenta que hace unos años cada español consumía 14 kilos de fruta más.
Más dieta mediterránea: el siguiente alimento o grupo de alimentos más consumido por los españoles son las verduras y hortalizas: 82 kilos por barba al año. Parece un dato saludable, aunque más de una cuarta parte son patatas. También tomamos bastantes tomates, pimientos y lechugas, según dice el Ministerio de Agricultura.
Tras la fruta y la verdura, la leche, casi siempre en tetrabrik, por la leche fresca prácticamente ha desaparecido de nuestros hábitos alimenticios: ya ni los más viejos se acuerdan de que, en un tiempo, existieron las lecherías. Nos bebemos 72 litros por español y año. La idea de que las grasas de la leche no son buenas ha conseguido que actualmente consumamos más leche semidesnatada o desnatada, que entera. Sigue aumentando el consumo de derivados lácteos: 40 kilos entre yogures, quesos y helados.
En cuarto lugar, las carnes, en orden inverso al precio. De los 37 kilos de carne que se consumen per cápita, casi 14 son de pollo, algo más de 10 de cerdo y 5’6 de ternera. Es curioso la poca carne de cordero que comemos, apenas kilo y medio al año, que es poco más del consumo anual per cápita de carne de conejo. Las estadísticas dicen que cada vez comemos menos carne, quien sabe si por influencia de la crisis o de las dietas, aunque parece que más por lo primero, porque la carne de vacuno, la más cara, es la que más ha reducido sus ventas en los últimos años.
El consumo de pescado parece confirmarlo, aunque seguimos prefiriendo el pescado fresco al congelado o en conserva, lo que más ha bajado es el consumo de mariscos y moluscos que son los más caros. Frescos, congelados o en conserva, cada español come al año 25,5 kilos de pescado, lo que nos sitúa entre los mayores ictiófagos del mundo, aunque ya no somos lo que éramos.
Seguimos comiendo bastante pan, aunque cada vez menos: 34,5 kilos o, si se quiere, algo menos de 100 gramos diarios por persona. Las dietas, otra vez, deben ser la causa de que cada vez se consuma menos, aunque los precios bajaron un poquito. Donde no parece que importe mucho engordar es en el capítulo de la bollería industrial, que sigue viento en popa a pesar de las advertencias casi apocalípticas de los nutricionistas. Entre bollería, pastelería y galletas, cada español se comió el año pasado 14 kilos.
También nos metemos entre pecho y espalda ocho kilos y medio de huevos, lo que da una media de doce docenas al año por persona. Para freírlos, al igual que la carne, el pescado o las patatas, o para aliñar las ensaladas empleamos una media 12,5 litros de aceite, en su mayoría de oliva.
Estos serían los grandes apartados de nuestra dieta. La pasta, el arroz y las legumbres, con un consumo de entre 3 y 4 kilos por persona, quedan bastante atrás.
Y, para ayudar a pasarlo, bebemos 8,6 litros de vino, cada vez de mejor calidad, 60 litros de agua mineral (la del grifo no entra en la estadística), 40 litros de refrescos (mucha Coca Cola) y 17 litros de cerveza.
Si tienes un carro de la compra suficientemente grande y lo llenas en el supermercado con todo esto y algunas otras fruslerías, tendrás para resistir en casa un asedio de un año. El ministerio no dice el precio, que, como se sabe, es libre.
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