28 de abril de 2015

A granel














No se llamaba supermercado, ni mucho menos “hiper”: era el ultramarinos, con ese nombre que evoca productos exóticos, venidos del otro lado del océano aunque en realidad vendía garbanzos, bacalao y aceite. Me ha venido a la memoria al leer que, en Alemania, una tienda de alimentación ha eliminado los envases y vende todo, absolutamente todo, a granel.
Las que tenemos más años de los que te permiten presumir de joven, recordamos esos tiempos en que la compra se hacía en la tienda de la esquina, donde el dueño o un dependiente, vestidos con guardapolvos gris o de un azul desgastado, te pesaban o medían la cantidad exacta de azúcar, arroz, aceite, judías, café e incluso conservas, que pedías, con la lista que te había dado tu madre. Aquellas estanterías con imágenes de marca que ya se venden en tiendas de antigüedades: María Fontaneda, café El Cafeto, Eco, Zahor… Aquellos aparatos de medir y cortar: la balanza con sus pesas, la bacaladera, el surtidor a manivela del aceite, el molinillo de café… todo fue arrumbado al desván de los recuerdos por esos asépticos y modernos “supermercados”, que eliminaban dependientes (primero se llamaron “autoservicios”), a los que, a su vez, arrollaron los “hiper” donde ya se están experimentando con arcos magnéticos que hagan el cobro del carrito de la compra sin necesidad de cajeras. Y con la modernidad llegó la tiranía del envasado, con la cantidad exacta que le convenía al fabricante. Todo pasó a estar en bolsa, caja, lata o bric, cerrados y con marca. El presunto ahorro que suponía el recorte de personal, nunca lo vimos: se quedó en manos de la empresa.
Y ahora llegan de nuevo, las tiendas con productos “a granel”.
¿Tienen futuro?
Puede que en Alemania encuentren su hueco en ese mundo ferozmente competitivo de la alimentación. En ese país, los verdes llegaron a estar en el gobierno y se nota en muchas normas que dictaron y nadie ha cambiado después porque se consideran un avance, aunque al principio se aceptaran a regañadientes. El envase retornable como casi el único envase posible, la eliminación de las bolsas de plástico así como muchas otras pequeñas reformas “verdes” forman ya parte de las costumbres germanas desde que fueron implantadas por gobiernos rojiverdes hace décadas.
Ecologistas en Acción defiende las tiendas a granel por favorecer un consumo menos agresivo con el medio ambiente: comerte una galleta, dicen muy gráficamente, no tiene por qué suponer que antes hayas tenido que abrir una caja y un plástico, como poco. Además, al comprar sólo la cantidad que necesitas, se evita desperdiciar muchos alimentos sobrantes que acaban en el cubo de la basura. En este artículo podéis leer sus argumentos.
Sin embargo, hacer la compra en estas tiendas también requiere de un cambio de hábitos que no estoy segura de que quieran afrontar quienes no tengan una conciencia medioambiental muy acusada.  Llevar tus propios envases para todo, desde líquidos a granos; dejarte guiar por lo que ves, no por las marcas o los envases llamativos; pagar quizá algo más, porque este tipo de tienda, pequeña por definición, no parece encajar con las grandes superficies y sus llamativas ofertas, son algunos de los cambios de mentalidad necesarios. La apuesta de la tienda alemana (OU, se llama) parece seria, -no es una aventura de hippys voluntariosos- pero todavía es pronto para saber sus resultados. Sería estupendo que prosperase y se consolidara, al menos como una oferta alternativa en la competencia salvaje de la distribución.

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