25 de octubre de 2016

Saika, un japonés en Manjirón















Restaurante de fusión japonés en la Sierra de Madrid no suena raro: la sierra madrileña se ha convertido en una especie de suburbio rico de la capital donde el cosmopolitismo culinario no es insólito. Esto vale si al decir Sierra de Madrid, nos referimos a ese rosario de pueblos que han ido creciendo y prosperando en el entorno de la carretera de la Coruña. Pero el caso empieza a parecer inaudito si hablamos de Saika, un restaurante japo en el pequeño pueblo de Manjirón, apenas medio millar de habitantes en verano y al que se llega por una carretera sin rectas que sale de la autovía de Burgos: estamos en la Sierra Pobre, ese espacio natural que afortunadamente desconoce todavía la mayoría de los madrileños y donde el paso del tiempo parece haberse detenido. Quizás está allí por la quietud Zen que se respira en este pueblecito, entre los embalses que guardan el agua para los madrileños. Quizá para añadir otro atractivo más al cuidado y agradable conjunto de casitas y apartamentos que también con el exótico nombre de Saika regenta su familia.
Sea como fuere, el caso es que Jun Minowa, un treintañero hijo de padre japonés y madre española, ha decidido abrir allí su primer restaurante, en un espacio, todo luz y quietud, que abre sus paredes de cristal al impecable jardín de la casa.
Hasta aquí la cosa no puede ir mejor, pero dejemos hacer a nuestro cocinero. Y Jun Minowa puso sobre la mesa unas exquisitas croquetas de boletus y shiitake, que superó con una gyoza (empanadillas) de carne y verduras, realmente delicada.
La tempura de langostinos y verduras que siguió tenía un punto de crujiente exacto. Como exacta era la maceración del Carpaccio de Dorada en vinagre de arroz que tomamos a continuación. No estoy segura de que el tartar sea un plato muy japonés, pero el de salmón con salsa de ciruelas que nos sirvieron a continuación no desentonaba en este menú fusión, que cerró un estupendo Magret de pato, macerado a la soja con verduras de temporada. Un surtido de pastelitos y un buen café redondearon la cena que, con vino (la carta es corta pero elegida con criterio) y alguna cerveza, pasó muy poco de los cien euros, lo que para cuatro personas es casi un regalo, teniendo en cuenta el nivel de la cocina.
Toda una agradable sorpresa, totalmente inesperada en esta zona casi desconocida de nuestra comunidad, que, en pocos días, se pondrá bellísima con los colores del otoño.
¿Por qué no hacer una escapadita a este Saika de Manjirón? Doy fe de que merece la pena.

Saika
Camino de las eras nº4
Manjirón
Madrid

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