La imagen que la gente tiene de Makro es la de un almacén donde se aprovisionan los grandes consumidores: bares, restaurantes, comedores de colegios, etc. que se benefician de mejores precios por comprar en grandes cantidades. En Makro no se compra un kilo de azúcar, sino un paquete de 10 kilos. Las latas de tomate en conserva pueden ser de 5 kilos y el envase normal de aceite contiene otros tantos litros. Tamaño industrial, podemos decir, como industrial parece el diseño de estos almacenes, donde es habitual ver por los pasillos las carretillas elevadoras llevando grandes palets de un sitio a otro. En el aparcamiento abundan las furgonetas. El otro día una del ejército estaba aparcada junto a la del Colegio Seminario de Las Rozas de Puerto Real: comedores colectivos. Los mismos carros no están preparados para la compra al menudeo, sino para que, sobre ellos, se puedan apilar cajas de vino junto a sacos de harina o pescados en sus grandes embalajes de poliuretano. Todo eso es verdad y, sin embargo, Makro es uno de mis sitios de compra favoritos, concretamente el cercano a Tres Aguas, más pequeño que los gigantes de Leganés o San Sebastián de los Reyes pero más manejable.
Casi cada semana hago allí la compra de los ingredientes que
utilizamos en los cursos de cocina y de muchos otros productos para mi casa.
Frutas y verduras: lo que no encuentras en otros sitios
En
la frutería hay que comprar las naranjas en cajas de 10 kilos, pero en mi casa
comemos muchas y estas suelen ser de las mejores, porque está enfocada a los
restaurantes que no pueden fallar en la calidad de los productos que sirven en
sus mesas.
Con todo, la calidad no es lo más interesante de la frutería: atrae todavía más la variedad, la increíble diversidad de verduras, hortalizas, tubérculos, hierbas o setas que allí encuentras. Desde esas zanahorias o puerros mini, que pueden medir cinco dedos, hasta los brotes de ajo, alfalfa, cebolla o col que rematan tan vistosamente algunos platos. Desde las delicadas acelgas rojas, a los mil aromas de la hierbabuena, la albahaca el tomillo o las más raras como la salvia o la hierba limón. Pimientos verdes, rojos, amarillos, naranja, lechugas de todos los tipos o frutas exóticas que requieren un tratado de botánica para reconocerlas: casi todo lo que pueda exigir el capricho de un cocinero lo encuentras allí y, aunque te tengas que llevar un buen paquete de cebollino, el precio es poco mayor que esas raquíticas raciones de otros hiper. Eso sí, algunos caprichos se pagan y una bandejita de fresas silvestres de apenas doscientos gramos puede salir por 8 euros más IVA.
Con todo, la calidad no es lo más interesante de la frutería: atrae todavía más la variedad, la increíble diversidad de verduras, hortalizas, tubérculos, hierbas o setas que allí encuentras. Desde esas zanahorias o puerros mini, que pueden medir cinco dedos, hasta los brotes de ajo, alfalfa, cebolla o col que rematan tan vistosamente algunos platos. Desde las delicadas acelgas rojas, a los mil aromas de la hierbabuena, la albahaca el tomillo o las más raras como la salvia o la hierba limón. Pimientos verdes, rojos, amarillos, naranja, lechugas de todos los tipos o frutas exóticas que requieren un tratado de botánica para reconocerlas: casi todo lo que pueda exigir el capricho de un cocinero lo encuentras allí y, aunque te tengas que llevar un buen paquete de cebollino, el precio es poco mayor que esas raquíticas raciones de otros hiper. Eso sí, algunos caprichos se pagan y una bandejita de fresas silvestres de apenas doscientos gramos puede salir por 8 euros más IVA.
Pescadería: casi un puerto de mar
La pescadería es aún más deslumbrante. Tienes que comprar
las piezas enteras y no te las filetean, pero pasarás dificultades para elegir
entre tanta variedad, sobre todo a primera hora de la mañana, antes de que los
restaurantes hagan la comanda. Rodaballo, lubina salvaje, mero, dorada, rape,
atún, urta se exhiben exuberantes al lado de gambas, cigalas, langostinos,
bueyes de mar, camarones, nécoras o centollos. Y almejas, vieiras, berberechos,
mejillones y navajas junto a pulpos, chipirones o calamares: lo que pidas. Los
precios son razonables, aunque al final, como te llevas cantidades que
necesariamente tendrás que congelar en parte, la cuenta sube.
Me interesa menos el departamento de quesos y lácteos. Tiene
una variedad razonable, pero sin exquisiteces, como ocurre con el de embutidos.
No está mal el enorme departamento de congelados, tanto de pescado como de
carnes, sobre todo por la increíble oferta que se puede ver en sus interminables
lineales de arcones frigoríficos. Yo suelo llevarme de allí las pastas (kataifi, philo, etc. ) que no encuentro en otras partes y, cuando hay ofertas,
suculentos foies y micuits.
Pecados de la carne
La carnicería es también estupenda, con sus formidables
piezas con todo tipo de cortes y preparados de vacuno, cerdo, cordero o pollos
y pavos que no encuentras en otros sitios.
Casi siempre hay ofertas a precios muy convenientes y además, de vez en cuando, sacan la plancha y organizan catas de sus productos. Es una tentación, porque terminas llevándote cosas que no estaban en tu lista. No quiero olvidarme de la morcilla de Burgos: es de las mejores.
Y un buen vino
Casi siempre hay ofertas a precios muy convenientes y además, de vez en cuando, sacan la plancha y organizan catas de sus productos. Es una tentación, porque terminas llevándote cosas que no estaban en tu lista. No quiero olvidarme de la morcilla de Burgos: es de las mejores.
Y un buen vino
Y la bodega. Sin duda la mejor de la zona. Por supuesto
están todas las marcas más conocidas, sobre todo de Rioja, Ribera de Duero o
Rueda, y tienen una amplísima oferta de
cavas, champagnes y finos y olorosos, algo que no es habitual en otras grandes
superficies. Pero, además, se puede encontrar una enorme variedad de propuestas
alternativas, con vinos de cualquier denominación de origen, seleccionados con
muy buen criterio y excelente relación calidad precio. Si te dejas aconsejar
por Rubén, el encargado, todo un finalista del premio nariz de oro, puedes
llevarte sorpresas muy agradables.
Curiosamente, lo más interesante de Makro son los productos
frescos, aunque haya que comprarlos en cantidades bastante grandes. El resto,
lo que antes se llamaba ultramarinos, es una oferta muy parecida a la de otras
grandes superficies, con el inconveniente de que si quieres una latita de
guisantes, te tienes que llevar un pack de doce. Ahora, si compras para una
familia numerosa como las de antes o a medias con la vecina,, la propuesta de grandes formatos de Makro cobra
mucho interés. En ese caso conviene tener un buen congelador.
Para comprar se exige un carnet que se puede conseguir
fácilmente si tienes una empresa o eres autónomo. Y si no, todos conocemos a
alguien que nos puede dejar un carnet y ellos no ponen ninguna pega cuando se
lo enseñas.
Atención, que los precios están sin IVA. Al menos la cifra
que más llama la atención, aunque al lado te ponen el precio definitivo y el
coste por kilos o litros. Conviene tenerlo en cuenta para no llevarse una
sorpresa cuando la cajera te dé el tiket de compra.
1 comentario:
En Makro Barajas, sí filetean el pescado y lo entregan preparado y limpio.
También tiene excelentes aceites. Y otro asunto no despreciable es el menaje.
Saludos.
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