4 de noviembre de 2014

Toma castaña

Nunca se ha visto cosa igual. Un puesto de castañas junto a otro de helados y los dos funcionando. El anómalo mes de octubre, que nos ha llevado de manga corta al día de los Santos, ha provocado paradojas como esa y nos ha hecho olvidar que ya deberíamos estar de “magostos”. Pero, por fin, el frío ha llegado y el magosto o cualquiera de sus variantes se puede celebrar como Dios manda, asando castañas al fuego y bebiendo, cantando y calentándose alrededor. Es una fiesta entre gallega y berciana, pero que tiene extensiones por todas las zonas de la península donde hay castaños, especialmente en el tercio norte, como dicen los meteorólogos de la tele. Pero también en el Sur. En la serranía de Ronda, en el valle de Genal, este fin de semana han celebrado la fiesta de la castaña y ahora se afanan en recogerlas. Calculan que la cosecha alcanzará los 4 millones de toneladas, de las que una parte se convertirá en “castañas pilongas”, la especialidad de la zona.
En el norte, la producción es mucho mayor e incluso están reconocidas con la Marca de Garantía “Castaña del Bierzo” o la Indicación Geográfica Protegida “Castañasde Galicia”. La mayor parte de la producción se exporta, porque, aquí, el consumo es pequeño comparado con el de países como Italia o Japón.
Gastronómicamente, la castaña ha sido siempre un producto humilde, hasta que se le elevó a la categoría de excelencia con el “marron glacé”, todo un lujo para golosos. Y es una pena que las demos de lado, salvo cuando el aroma de las castañas asadas nos empuja irresistiblemente a comprar un cucurucho bien calentito en el humeante puesto callejero de la castañera.
Para empezar, las castañas son de los frutos secos con menos calorías, porque aunque sean eso, frutos secos, casi la mitad de su volumen es agua. Por eso las castañas asadas, que lógicamente pierden agua, aportan más calorías (tampoco muchas) que las crudas a igual peso. Está claro que no hablo del marron glacé, esa forma aristocrática de la castaña que disculpa con su exquisitez sus ataques a la dieta.
Hay muchas otras formas de tomar este fruto: confitadas; como crema dulce; en puré para acompañar ciertas carnes o para, por ejemplo, rellenar un pollo; como guarnición, asadas, pilongas o bebidas: en el Bierzo ya se está haciendo cerveza de castañas.
Y, por supuesto, en bizcocho. Porque la castaña, que, en tiempos, ha sustituido a los cereales en países en que estos no se dan, se puede convertir también en harina, una rica harina que, lógicamente, sirve para hacer bizcochos, con la particularidad de que, como no tiene gluten, es ideal para los celiacos. De hecho, los estudios de mercado ven el futuro de la castaña en formato de harina. Mientras tanto, disfrutemos de este rico fruto, de los bellos colores otoñales de los castaños, del calor de la castaña recién asada en nuestras manos ateridas por el frío del invierno… Y que dure, porque las plagas están atacando los bosques de castaños. La última la avispilla del castaño, que llega de Asia, y que tras entrar por Cataluña afecta ya a los castañares de Málaga.

No me resisto a citar la variedad de significados que se asocian a la palabra castaña: desde el despectivo “esto es una castaña”, hasta el doloroso “castañazo”, pasando con el jactancioso ”¡toma castaña!” que se viene usando desde “los tiempos de Mari Castaña” y que se parece “como un huevo a una castaña” a ese “sacar las castañas del fuego” que viene tan bien en momentos de apuro.


(Para más expresiones con castaña, la sección comentarios)

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4 comentarios:

Agustín dijo...

Parece que nadie se anima. Voy a "sacar las castañas del fuego" porque esto ya "pasa de castaño oscuro".

elena dijo...

"Toma castaña" que dos buenas expresiones

Carmen dijo...

Hoy toca sacar las castañas del fuego ...pero para comérselas!! Y ... tomar castañas!

elena dijo...

Hoy dia de caldito y castañas asadas. Por cierto esta semana tenemos postre de castañas