Las y los aficionados a la cocina tenemos la suerte de que Ferran Adriá lo guarda todo: lo mismo los menús del Bulli que cambiaba por completo cada año, que las vajillas, que también se renovaban anualmente, que los apuntes que se iban tomando en su departamento de investigación o una servilleta de papel en la que hubiera anotado una idea que le vino a la cabeza cuando no tenía otra cosa a mano para tomar apuntes. Absolutamente todo se archiva ordenadamente, lo que ha proporcionado un material ingente para realizar esta exposición, cuyo título responde exactamente a lo que es: una auditoría del proceso creativo del Bulli.
Para Ferran Adriá, crear es hacer algo que antes no existía. Aunque la frase parece una perogrullada, en el caso de Adriá, no lo es. A lo largo de la exposición se puede ver y comprender, si no nos abruma la extraordinaria cantidad de documentos, como la creatividad, a la que se llega con un ordenado y sesudo proceso de I+D, es algo imprescindible en el mítico restaurante de Cala Montjoi. “Si cada año todo era nuevo, desde el menú a la vajilla hasta la mayor parte de la plantilla” era obligatorio crear y así, en los últimos años la investigación de nuevos sabores, texturas, contrastes y hasta evocaciones, pasó a ser el núcleo fundamental de esta fascinante empresa que, en proporción a su volumen de ingresos, seguramente, está entre las que más presupuesto dedica a este capítulo en España.
En la muestra se puede ver la evolución del menú del Bulli, desde el de seis o siete platos de los primeros años, que, en sabores y presentación, podríamos comparar al de algunos restaurantes con aspiraciones de hoy en día, hasta el menú del día del cierre, una larga lista de bocados que buscan llegar a todos los sentidos para llevarlos al éxtasis.
El de los sentidos es otro tema en el que se insiste en la exposición. Sentarse a la mesa del Bulli debería ser una experiencia inolvidable para el gusto, por supuesto, pero también para la vista, el olfato y hasta el tacto, que trata de estimular proponiendo, por ejemplo, que determinados platos se coman con la mano.
Y luego está la famosa decostrucción. En una filmación, Ferran, ataviado con un rustico delantal azul marino explica que, en sus investigaciones, tratan de hallar conceptos. Y lo aclara: La espuma, dice, es un concepto; la decostrucción es otro. Si sabemos hacer la espuma, podemos hacer espumas de mucha cosa. Y lo mismo ocurre el concepto decostrucción. Y lo ilustra con el viejo juego chino del Tagran, un cuadrado que se “decostruye” en triángulos y cuadrados, para construir con ellos nuevas figuras.
Todo un lujo esta exposición, que quizá algunos hayáis visitado, porque lleva ya tres meses abierta. Todavía seguirá hasta el 10 de marzo y creo que merece la pena ir. Si no podéis u os da pereza, en la web de la muestra os podéis hacer una idea de lo que os vais a perder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario