24 de mayo de 2016

Pastelerías (casi) tan antiguas como San Isidro


















Despistada como soy, casi me enteré de que era San Isidro cuando vi a los niños de guarderías y colegios vestidos de chulos y chulapas, en esa especie de “halloween” castizo que, cada año con más fuerza, parece resucitar La verbena de la Paloma cuando llega el 15 de mayo. Es una gozada ver niños de cuatro años muy en su papel de “pichi” ese chulo castigador de merecida famá entre la Arganzuela y el Portillo de Embajadores. O las niñas, tan en su papel de Casta y Susana, una morena y una rubia, hijas del pueblo de Madrid, del brazo de Don Hilarion, que, seguro, las va a convidar a “Agua, azucarillos y aguardiente” en la popular verbena madrileña. Y podría hacerlo, porque, aunque parezca mentira en una ciudad tan descuidada con sus tradiciones, todavía se venden azucarillos en Madrid. Dice el maestro Manuel Rey, un pozo sin fondo de erudición en lo que se refiere a la historia y los cotilleos del Madrid antiguo, que los azucarillos fueron un dulce que tenía que aparecer tarde o temprano. Su finalidad no era endulzar el agua, como mucha gente piensa, sino quitarle el sabor desagradable que tenía antes de que el Canal de Isabel II nos pusiera en los grifos la extraordinaria agua del Lozoya, envidia del mundo mundial. Ya no hace falta endulzar el agua, pero la confitería El Riojano, sigue elaborando los azucarillos, a los que ahora da sabor: limón, naranja, fresa…
CONFITERÍA EL RIOJANO
El Riojano está desde hace más de cien años en la calle Mayor, a unos pasos de la Puerta del Sol. En el pavimento, junto a la entrada, luce esa placa de bronce con diseño de Mingote (hubo un tiempo en que, en Madrid, cualquier obra gráfica pagada por el municipio tenía la firma de este autor) con la que el ayuntamiento certifica que el establecimiento fue fundado en 1855. El primer dueño fue Dámaso de la Maza, que había sido pastelero en el Palacio Real. Dicen que la Reina María Cristina le cedió a sus mejores artesanos para montar esta auténtica bombonera, que mantiene impecable la preciosa fachada de caoba rubia con la que se inauguró. Y es posible que muchos de los dulces que se exhiben en el precioso escaparate se elaborasen ya en aquellas horas de nervios previas a la lejana apertura. Bartolillos, pestiños, mojicones, franchipanes, suelas, soletillas, torteles… son algunas de las delicias que siguen saliendo de los obradores de este Riojano, donde aún se elaboran las llamadas “Pastas del Consejo”, diseñadas, a petición de la reina regente para endulzar el mal trago que para Alfonso XII suponía presidir el Consejo de Ministros cuando todavía era un niño.
Dámaso de la Maza murió sin descendencia y legó el establecimiento a sus empleados, cuyos descendientes siguen regentándolo aún. El primitivo local fue ampliado hace tiempo con un salón de té, donde merece la pena sentarse, sin prisas, a degustar estos dulces y bollos con historia.
ANTIGUA PASTELERÍA DEL POZO
Con ser muy antigua, El Riojano no es la pastelería más vieja de Madrid. Ese honor le corresponde a la Antigua Pastelería El Pozo, fundada, como tahona, nada menos que en 1810, y que viene funcionando como pastelería desde 1830.
Ya desde la fachada, en la calle del Pozo, a la espalda de Lardhy, se percibe la antigüedad. Sus venerables maderas están pintadas de marrón, el color del chocolate que, según remotas ordenanzas, debía distinguir a las pastelerías, como el rojo del vino era el color de las tabernas, y el blanco el de las boticas.
Como en El Riojano, la casa sigue fabricando artesanalmente todos sus productos, siguiendo recetas y elaboraciones ancestrales. Una de sus especialidades es el hojaldre, en cuya preparación utilizan manteca de cerdo traída de Guijuelo. Varias capas de láminas finísimas, rellenas después de dulce (crema, cabello de ángel..) o salado (bonito, sardinitas, ternera..) son la autentica especialidad de la casa y las que, junto al Roscón de Reyes, han hecho una clientela fiel durante casi dos siglos.
Dicen que el Roscón de Reyes de la Antigua Pastelería el Pozo es el mejor de Madrid. En la víspera y en el mismo día 6 de enero, hay siempre larguísimas colas para hacerse con uno de estos roscones tan austeros como el establecimiento: no llevan relleno ni frutas escarchadas. No hay que esperar a Reyes para probarlos ya que los elaboran y venden a diario, durante todo el año. Lo mismo ocurre en El Riojano, cuyos roscones con chocolate o nata, compiten en fama y pueden tomarse también cada día.

Confitería El Riojano
Mayor 10
Madrid
Tel  913 66 44 82

Antigua Pastelería del Pozo
Pozo, 8
Madrid
Tel  915 22 38 94

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1 comentario:

Anónimo dijo...

El Riojano riquísimo todo..y el salón muy bonito.
Gracias Elena.
Bss Eva Luz