Haciendo un repaso a los restaurantes de los que he hablado
últimamente en este blog, me doy cuenta de que, aparte de sus virtudes
gastronómicas, tienen un común
denominador: que al final de la comida te presentan una cuenta que se puede
pagar. Alguien los ha llamado restaurantes “low cost”. Son ese tipo de locales
decorados con más imaginación que medios, regentados por gente, casi siempre muy
joven, que ofrecen unos platos o unos menús más que interesantes a precios muy
ajustados. Cuando algunos de los grandes restaurantes (Jokey, Club 31…) han
tenido que cerrar, ellos mueren de éxito y, para viernes y sábados, requieren
reservar con semanas de antelación. Sin duda han sabido adaptarse a estos
tiempos de crisis en los que la visa platino ha pasado a tarjeta normal con
límite de disponibilidad, pero en los que la gente quiere seguir sentándose a
mesas en las que se sirva una cocina interesante.
El último que he visitado es El Triciclo, en pleno barrio de
las Letras (la zona de Huertas) en Madrid.
Es un local amplio y luminoso al que los decoradores han sacado un enorme
partido con mobiliario y objetos que parecen encontrados en la calle. El
ambiente es desenfadado y el público lo constituyen jóvenes que han pasado ya
la etapa del burger, es decir, treintañeros, como sus jóvenes cocineros, bregados,
al parecer, en importantes restaurantes. Era viernes a mediodía y estaba lleno.
La carta son apenas veinte platos que se pueden tomar, si se
quiere, en medias razones e incluso tercios, lo que permite confeccionarse una
especie de menú degustación personalizado. Éramos tres y, postres aparte, pudimos tomar
hasta 8 platos de muy buen nivel, entre los que fue extraordinaria la ensalada
de alcachofas, vieiras, foie-gras y trufa y de categoría la de bacalao.
También
pasó con nota alta el steak tartar con huevas y huevos y el rosejat de marisco
con ali oli de ajo negro, muy conseguido. Menos interesante una cigala (cigalita)
asada y ahumada con té, que no decía mucho. En los postres, con el sencillo
nombre de “frutas frescas”, nos sirvieron una preparación deslumbrante de
colorido y deliciosa en el paladar. Un broche de nivel, como el arroz con
leche, perfecto de textura y temperatura, que también compartimos. Qué lejos de
esos arroces, fríos de nevera y pasados en vez de melosos, que sirven en muchos
sitios cuando se pide este castizo postre.
Con vino, un buen Godello, y café, pagamos menos de cien
euros por una comida redonda, que sólo tuvo la pega del servicio, excesivamente
lento.
El Triciclo
C/ Santa María 28
28014 Madrid
910 244 798
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