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La Hemeroteca Municipal de Madrid ha montado en el Cuartel del Conde Duque, una pequeña exposición en torno a Pictorial Review, una revista mensual para la mujer (moda, casa y cocina) que se editó en Estados Unidos en el primer tercio del siglo XX. Los norteamericanos, y especialmente las norteamericanas, han sido siempre muy aficionadas a este tipo de magazines “prescriptor” que te dan ya pensado lo que hay que hacer para estar a la última. La tirada de Pictorial Review llegó a superar los 3 millones de ejemplares y, en vista del éxito, se lanzaron a hacer ediciones en todo el mundo, una de ellas en español. De ella trata la exposición que, a pesar de su reducido tamaño, sirve para ver hasta qué punto han cambiado las cosas en el terreno de la cocina y la moda en los últimos cien años y como lo que entonces era lo más es ahora pieza de museo.
El té
Lo primero que llama la atención es la importancia que en aquel tiempo daban al protocolo las clases altas, que es a las que se dirige la revista. Son muchos los artículos sobre las formas de comportarse en la mesa, la disposición de platos y cubiertos, la ornamentación, siempre excesivamente barroca, y el vestido, sometido a estrictas normas de etiqueta, cuya violación. En la publicidad se incluyen numerosos anuncios de trajes de etiqueta e incluso vestidos (de la firma Franklin Simon & Co) para tomar el té que, para las clases altas, debía ser un momento importante del día. En un anuncio, el restaurant Parisiana, en Moncloa, se publicita como “el elegido por las más distinguidas damas para reunirse de cinco a seis”. La misma mesa del té respondía a modas: “una de las mesas de té más elegantes es ahora la blanca con contorno negro, sobre la cual se coloca una bandeja de caña blanca y negra, cubierta con cretona de los mismo colores y un piso o base de vidrio. En la bandeja cinco tacitas con interior blanco inmaculado, en oposición al exterior que es negro”. Todo muy chic.
Cocina
Por supuesto, en una revista para la mujer se incluyen recetas que, casi siempre, se organizan en menús diarios: para el desayuno, el almuerzo (lunch para los más finos) y la comida, que, ignoro por qué, es la forma de denominar a la cena. Con el concepto que tenemos actualmente de la gastronomía británica, llama la atención que el menú semanal, que se sugiere como cénit del refinamiento, sea un menú a la inglesa. Por ejemplo, una de esas refinadas cenas que sugiere Helen Hackensack, incluiría sopa de crema de guisantes, carne de vaca en salmuera, patatas hervidas, col, ensalada de manzanas y nueces, barquillos, queso, arroz con leche y café. No creo que en las Bodas de Camacho fueran más contundentes las cenas.
Menaje
Como revista moderna, Pictorial Review, promociona la introducción de la tecnología en la cocina, como la refrigeradora automática de la Illinois Refrigerator Company, cuya sorprendente virtud es que a la vez que conserva las provisiones , enfría una abundante cantidad de agua en la cubilla refrigeradora, cubierta de porcelana. Toda una pieza de museo. Como también lo son los utensilios de aluminio Wear-ever una compañía que sigue aún funcionando.
La nota castiza de la publicidad en este finísimo magazine la pone el anuncio de las Aguas de Marmolejo, “de creciente éxito para los enfermos del estómago, hígado, artritismo, diabetes y cloro-anemia”. En aquellos tiempos, burgueses y aristócratas guardaban siempre unos días para “ir a tomar las aguas” a un balneario de moda. El de Marmolejo anunciaba como aliciente la próxima inauguración del tranvía que transportaría a los clientes desde el pueblo. Aunque no se crean ustedes, el novedoso tranvía se movía tirado por mulas.
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