Moda o no, lo cierto es que el consumo de aguacate se ha disparado en muy poco tiempo Sólo en dos años, entre 2017 y 2018, su consumo ha aumentado un 65 por ciento en Europa. No hace tanto, la producción de aguacate de una zona tan reducida como la costa granadina, era capaz de producir casi la mitad de los aguacates que se consumían en el viejo continente. Ahora son necesarias importaciones masivas, sobre todo de Méjico, el gran productor mundial. Y en Estados Unidos la fiebre sube varios grados, hasta el punto de que el aguacate (avocado from México) es uno de los anuncios de la final de la Super Bowl, compitiendo con gigantes como Apple, Toyota o Amazon a razón de 6 millones de dólares por 30 segundos de anuncio en tv.
El bálsamo de Fierabrás
No es extraña esta repentina y desmedida afición por el aguacate porque, además, es una de esas frutas que parecen valer para todo. Al parecer, ayuda a controlar la presión arterial, el colesterol y los niveles de azúcar en sangre. Es bueno para prevenir enfermedades de los ojos, como son las cataratas, y lo mismo ocurre con el cáncer de próstata. Al ser una fruta rica en antioxidantes, el aguacate es beneficioso en la prevención de los síntomas del envejecimiento e incluso evita el mal aliento: los aguacates son uno de los mejores enjuagues bucales.
Pero todo no puede ser tan bonito y, buscando, descubrimos la noticia mala: El aguacate es una de las frutas más grasas: veinte veces más que el promedio de las demás frutas. Se trata de grasas monoinsaturadas, es decir, grasas saludables, pero un excesivo consumo de esta fruta puede terminar notándose en la talla del pantalón.
Con sus pros y sus contras, el aguacate es un alimento rico y sano, pero eso no autoriza a pensar que el guacamole sea equiparable al bálsamo de Fierabrás.
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