20 de noviembre de 2011

Guía para cocineros ecologistas

 

¿Se puede trabajar por el medio ambiente desde la cocina? No parece el sitio más indicado, pero, si seguís leyendo veréis que se pueden hacer muchas cosas.  Cada ingrediente del plato que cocinamos y después comemos ha dejado su huella ecológica o, más concretamente, su huella de carbono, ese CO2 que es el principal gas causante del efecto invernadero.
Para producir, por ejemplo, un kilo de zanahorias se habrá tenido que arar la tierra con un tractor que consume gasóleo, se habrá abonado con productos químicos, que suponen también un consumo de derivados del petróleo, después se tendrá que transportar a los centros de consumo y deberá ser cocinado, siempre con el gasto correspondiente de energía que, en muchos casos, se produce a partir del petróleo y, por tanto, contamina. Si, además, se nos vende, por ejemplo, como caldo de zanahoria, se habrá consumido más energía, lo que también habrá ocurrido para fabricar el envase, el brik, en el que luego se va a vender. Y lo mismo ocurre con todo lo que comemos: para producirlo casi siempre se contamina. Se calcula que la alimentación produce el 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero Esas emisiones de CO2 se pueden medir con más o menos precisión para saber cuál es la huella ecológica de cada producto.
Algunos supermercados han empezado a etiquetar sus productos, no todos, indicando la huella de carbono que dejan. En Inglaterra lo hacen los supermercados de la cadena Tesco, la principal del país.
Si miráis la fotografía, podréis ver que para producir y poner en los estantes de sus tiendas una pinta (algo más de medio litro) de leche semidesnatada se han emitido a la atmósfera 800 gramos de CO2. Parece poca cosa, pero si multiplicamos estos 800 gramos por los miles de millones de litros de leche que se consumen cada día en el mundo nos sale una nube negra gigantesca. Y eso ocurre con todos los alimentos. Por ello, si cada uno intentáramos consumir lo que menos contamina, el paso sería grande.
En España, como en casi todas partes, todavía no se han popularizado estas etiquetas que señalan la huella de carbono, (algo se empieza a hacer en Andalucía) pero si hay algunas pautas a la hora de elegir lo que comemos que nos permitirán consumir de forma más ecológica. Básicamente, deberíamos preferir los alimentos que se producen cerca a los que vienen de lejos (hay menos emisiones en el transporte); los productos frescos a los elaborados (la elaboración y conservación o refrigeración de los alimentos suponen emisiones de CO2); los menos empaquetados (el embalaje o empaquetado produce residuos no orgánicos, más difíciles de eliminar); los productos de temporada (si comemos melones en enero, o vienen de América o se producen en invernadero, en ambos casos hay más emisiones contaminantes). Y por supuesto, los productos procedentes de agricultura o ganadería ecológicas (en esto sí hay etiquetas) se obtienen con muchas menos emisiones: se calcula que la mitad.
Se podrían tener en cuenta muchas más cosas. Por ejemplo, que para producir una proteína de carne se consume 8 veces más energía que para una proteína de origen vegetal. O que no es lo mismo dónde  compramos. Si vamos al mercado del barrio seguro que podemos ir andando y por tanto contaminamos menos. Incluso hay un estudio muy curioso que señala que comprar en un hiper es más contaminante que hacerlo por internet, porque al hiper va cada uno en su coche particular mientras que el reparto de los pedidos de una gran superficie se hace en una sola furgoneta para muchos clientes.
Pero no hay que ser tan estrictos como para ir a la compra con una guía de la huella de carbono de cada alimento y una calculadora. Basta con que procuremos elegir alimentos frescos y de temporada, de zonas cercanas, consumir más cantidad de frutas, verduras y cereales que carnes y, en lo posible, que sean orgánicos ya que aseguran que se siguieron ciertas pautas de cultivo que cuidan el medio ambiente.
Por cierto, haciendo clic aquí, podréis calcular vuestra huella ecológica. No es muy científico, pero vale para hacerse una idea de hasta qué punto contribuimos al efecto invernadero.
Y aquí os podéis descargar un extraordinario documental "Food Inc." que denuncia como ciertas formas de producir y elaborar alimentos pueden resultar desastrosas para el medio ambiente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesantisimo, a partir de ahora intentare seguir las pautas que da usted, nunca habia reparado en ello, gracias

elena dijo...

Está bien que nos sensibilicemos con este tema.