25 de febrero de 2015

Bastones de calabacín


ingredientes
calabacines
especias al gusto
harina
leche
panko
ketchup

preparación
  1. Cortamos los calabacines a bastones, sin quitarles la piel.
  2. Los salamos y especiamos al gusto (orégano, comino, curry, pimienta, tomillo, romero…)
  3. Los pasamos por harina, leche y panko.
  4. Los colocamos sobre una rejilla de horno y asamos a 200º durante 15 minutos, más o menos, hasta que queden dorados.
  5. Acompañamos con kétchup.
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Tiritas de ternera


ingredientes
500 g de filete de ternera cortados en tiritas
1 cebolla grande
1 c.s. de azúcar moreno
300 ml de nata
1 c.s. de mostaza
3 c.s. de salsa de soja
aceite
sal y pimienta.

preparación
  1. Rehogamos la carne en un poco de aceite y reservamos.
  2. En la misma sartén, rehogamos la cebolla y, cuando esté salteada, la caramelizamos con el azúcar moreno.
  3. Incorporamos la nata, la soja y la mostaza.
  4. Cuando espesa la salsa, la agregamos la carne, que dé un hervor y listo.
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Suspiros

















ingredientes
3 claras de huevo
50 g de azúcar
150 g de azúcar glas
colorantes alimentarios

preparación
  1. Montamos las claras a punto de nieve con el azúcar blanquilla.
  2. Al final, vamos añadiendo el azúcar glas poco a poco.
  3. Dividimos el merengue en tantos boles como colores queramos y les vamos añadiendo los colorantes.
  4. Ojo, en el horno, los colores se acentúan. Como los suspiros quedan más elegantes si el color es pálido, conviene ir añadiendo el colorante gota a gota para no pasarse.
  5. Ponemos cada merengue coloreado en una manga pastelera con boquilla lisa o francesa.
  6. Sobre papel de horno, hacemos pequeños rosetones de merengue. (Conviene que no sean grandes para que sequen mejor)
  7. Horneamos entre 80º y 100º durante una hora.
  8. Enfriamos en el horno con la puerta abierta.
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24 de febrero de 2015

Ferran Adriá

















Si Ferran Adriá fuese el autor del Génesis, la Biblia empezaría con esta frase: "En el principio fue la Creatividad". Creatividad es la palabra que se repite obsesivamente a lo largo de la exhaustiva exposición (Ferran Adriá: auditando el proceso creativo) que se puede ver en la Fundación Telefónica, junto a la Gran Vía.
Las y los aficionados a la cocina tenemos la suerte de que Ferran Adriá lo guarda todo: lo mismo los menús del Bulli que cambiaba por completo cada año, que las vajillas, que también se renovaban anualmente, que los apuntes que se iban tomando en su departamento de investigación o una servilleta de papel en la que hubiera anotado una idea que le vino a la cabeza cuando no tenía otra cosa a mano para tomar apuntes. Absolutamente todo se archiva ordenadamente, lo que ha proporcionado un material ingente para realizar esta exposición, cuyo título responde exactamente a lo que es: una auditoría del proceso creativo del Bulli.
Para Ferran Adriá, crear es hacer algo que antes no existía. Aunque la frase parece una perogrullada, en el caso de Adriá, no lo es. A lo largo de la exposición se puede ver y comprender, si no nos abruma la extraordinaria cantidad de documentos, como la creatividad, a la que se llega con un ordenado y sesudo proceso de I+D, es algo imprescindible en el mítico restaurante de Cala Montjoi. “Si cada año todo era nuevo, desde el menú a la vajilla hasta la mayor parte de la plantilla” era obligatorio crear y así, en los últimos años la investigación de nuevos sabores, texturas, contrastes y hasta evocaciones, pasó a ser el núcleo fundamental de esta fascinante empresa que, en proporción a su volumen de ingresos, seguramente, está entre las que más presupuesto dedica a este capítulo en España.
En la muestra se puede ver la evolución del menú del Bulli, desde el de seis o siete platos de los primeros años, que, en sabores y presentación, podríamos comparar al de algunos restaurantes con aspiraciones de hoy en día, hasta el menú del día del cierre, una larga lista de bocados que buscan llegar a todos los sentidos para llevarlos al éxtasis.
El de los sentidos es otro tema en el que se insiste en la exposición. Sentarse a la mesa del Bulli debería ser una experiencia inolvidable para el gusto, por supuesto, pero también para la vista, el olfato y hasta el tacto, que trata de estimular proponiendo, por ejemplo, que determinados platos se coman con la mano.
Y luego está la famosa decostrucción. En una filmación, Ferran, ataviado con un rustico delantal azul marino explica que, en sus investigaciones, tratan de hallar conceptos. Y lo aclara: La espuma, dice, es un concepto; la decostrucción es otro. Si sabemos hacer la espuma, podemos hacer espumas de mucha cosa. Y lo mismo ocurre el concepto decostrucción. Y lo ilustra con el viejo juego chino del Tagran, un cuadrado que se “decostruye” en triángulos y cuadrados, para construir con ellos nuevas figuras.
Todo un lujo esta exposición, que quizá algunos hayáis visitado, porque lleva ya tres meses abierta. Todavía seguirá hasta el 10 de marzo y creo que merece la pena ir. Si no podéis u os da pereza, en la web de la muestra os podéis hacer una idea de lo que os vais a perder.

18 de febrero de 2015

Calçot a mi manera



ingredientes
2 calçot por persona
1 hoja de philo por cada 2 calçot
aceite de girasol

Salsa Romesco
2 tomates
4 dientes de ajo
2 c.s. de pulpa de carne de ñora
3 rebanaditas de pan
2 puñados de almendras
1 puñado de avellanas
aceite, vinagre y sal

preparación
  1. Cocemos los calçot limpios en agua y sal durante 7 minutos. Escurrimos y dejamos sobre un paño para que sequen.
  2. Pintamos con aceite una hoja de philo y la dividimos en tres tiras (el corte debe ir paralelo al lado más corto de la hoja).
  3. Montamos las tiras una encima de otra y dividimos en 2 (el corte debe ir paralelo al lado más corto)
  4. Envolvemos los calçots enrollando cada uno con una de las tiras resultantes. 
  5. Volvemos a pintar con aceite y horneamos a 200º hasta que doren. Acompañamos con la Salsa Romesco.
Salsa Romesco
  1. En una sartén con aceite de oliva, tostamos el pan con los frutos secos.
  2. Asamos los tomates y los ajos con su piel.
  3. En el vaso de la batidora ponemos el pan, las almendras y avellanas tostadas, los tomates y los ajos pelados, la carne de ñora, el aceite, el vinagre, la sal y un poco de agua. Trituramos dejando la salsa con trocitos de los frutos secos para que se asemeje más a la preparación en un mortero.
  4. Servimos el calçot, acompañado de la salsa en un cuenco. Comemos el calçot con la mano, mojando uno de los extremos en la salsa, en cada bocado.
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Arroz con rabo a la cazuela


ingredientes
Para guisar el rabo
1 kg de rabo de ternera
1 zanahoria
1 cebolla
1 puerro
1 tomate
vino blanco
laurel
sal y pimienta
aceite y harina.

Para el arroz
½ kg de arroz
½ pimiento rojo
½ pimiento verde
2 dientes de ajo
½ cebolla
un trozo de calabaza
½ manojo de espárragos verdes
½ calabacín, aceite.

preparación
  1. Enharinamos y salpimentamos el rabo y lo rehogamos levemente.
  2. En la olla a presión, rehogamos las verduras, añadimos el vino, el rabo, abundante agua (la vamos a utilizar para el caldo del arroz) y cocemos unos 50 minutos hasta que el rabo esté muy tierno.
  3. Deshuesamos el rabo.
  4. Trituramos las verduras con un poco de caldo y reservamos el resto del caldo, después de colarlo.
  5. Con un cuchillo o una picadora, picamos muy menuditas todas las verduras del arroz, las rehogamos todas juntas en aceite, en la cazuela en la que las vamos a llevar a la mesa.
  6. Incorporamos el arroz y, sin parar de moverlo lo vamos rehogando.
  7. Añadimos el caldo de rabo(doble cantidad generosa de caldo que de arroz)
  8. A los 10 minutos de cocer incorporamos el rabo y el triturado de verduras y dejamos cocer otros 7 minutos.
  9. Dejamos en reposo entre 3 y 5 minutos y consumimos inmediatamente.
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Tarta de queso con pasas al ron


ingredientes
Masa
300 g de harina de repostería
125 g de mantequilla
1 huevo
1 c.s. de azúcar
una pizca de sal
(una cucharada sopera de agua fría si fuera necesaria)

Tarta
¼ kg de queso blanco fresco
2 huevos
50 g de azúcar
50 pasas bien remojadas en ron
vainilla.

preparación
  1. Mezclamos la harina con la mantequilla para hacer la masa.
  2. Añadimos el resto de los ingredientes, amasamos rápidamente, formando una bola que envolvemos en film, y enfriamos.
  3. Estiramos la masa, forramos el molde con ella y horneamos a 190º hasta que empiece a tomar color.
  4. Montamos las claras a punto de nieve.
  5. Batimos el queso con las yemas, el azúcar y la vainilla. En último lugar incorporamos las pasas.
  6. Incorporamos las claras y rellenamos el molde.
  7. Horneamos a 180º durante 20 minutos.
  8. Podemos servir partido en trocitos que acompañamos con fresas enteras.
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La cocina de hace un siglo

















No estoy segura de poder interpretar algunas recetas del viejo librito de cocina que me ha regalado María, una compañera de la clase del viernes. Para mí son auténtica arqueología culinaria. No encuentro la fecha de la edición, pero he preguntado a Google, y dice que data de 1914, lo que quiere decir que tiene un siglo. “El cocinero español: manual de cocina económica” debió alcanzar bastante popularidad, porque el ejemplar que ha llegado a mis manos pertenece a la décimo octava edición. El nombre del autor se oculta tras las iniciales R.M.B. El primer o la primera dueña del librito debió darle un buen uso, hasta el punto de que se le desprendieron las cubiertas y tuvo que improvisar otras con unos humildes cartones pegados a las guardas.
Lo he leído con mucho interés y me he sorprendido de lo mucho que, en este siglo, ha cambiado la cocina: parece que hablamos de artes distintas. Por supuesto, ha cambiado la tecnología. En una receta de sopa de arroz, para lograr una especie de socarrat por las dos caras, el autor aconseja que se dore la de arriba colocando sobre la cazuela una tapadera con brasas de fuego. Ahora, quizá, lo solucionaríamos con un soplete. A falta de las modernas heladeras eléctricas, el autor resuelve los helados a base de hielo y sal, o consigue las gelatinas hirviendo manos de ternera.
Cambios también en las medidas, que se expresan en onzas, libras, cuartillos e incluso jícaras, expresión arcaica para decir una tacita. 
Sopas grasas, sopas magras
Y, lógicamente, cambios en los ingredientes y el tipo de cocina. Llama la atención cómo en el capítulo de sopas hace cuatro apartados: sopas grasas, sopas magras, sopas de pescado y sopas dulces. Entre las sopas grasas hay nombres tan sugerentes como la “sopa cubierta”, la “sopa de salud”, en cuya elaboración se emplean acederas, leche y pan, o la Sopa de la Reina: “Asense las gallinas necesarias….”. Las sopas magras parecen más cosmopolitas: sopa de tortuga, sopa Colvert o sopa de apio, pero en ninguna falta un buen unte de manteca de vaca. Llama también la atención que en las sopas dulces se utiliza con profusión el caldo de cocido, que se combina con azúcar y leche. Los mismos apartados se repiten en el capítulo de arroces, en el que junto a la paella, aparece el arroz a la milanesa, que tanto éxito tenía hace tiempo en algunas cocinas.
Bastante académico el apartado de salsas: mayonesa, salsa tártara, salsa rubia, salsa holandesa… En las carnes, sorprende la proliferación de recetas de toro (toro cocido a la francesa, toro a la marinera, Toro a la moda, lengua de toro a la papillote). El cordero, quizá porque no se encontraba otra cosa en las carnicerías, es aquí carnero, con profusión de recetas elaboradas con la arcaica forma de gigote, ese picadillo que se trababa con manteca de cerdo. Animal este, el cerdo, poco representado, aparte de unas cuantas recetas de casquería, como la sangre encebollada, el hígado salteado o las manitas trufadas: se ve que todo se iba en jamones, embutidos y morcillas. Entre las aves, la gallina es la reina: en pepitoria, asada, rellena, trufada… Por supuesto, también hay pollos, capones, patos, pavos e incluso aves tan olvidadas en la cocina actual como palomos, pichones y fuchas o una insólita receta de alondras asadas, que no tiene mal aspecto.
En pescados hay menos recetas sorprendentes, porque la mayoría, con ligeras variantes, se siguen realizando en nuestros días De tortillas y huevos hay también un buen surtido, con la sorprendente ausencia de la tortilla de patata, y la curiosidad de una “tortilla compuesta”, que no es otra cosa que la popular tortilla francesa. En todo caso, la patata tiene un capítulo para ella sola. En estos tiempos de dietas, en que apenas se usa para puré y acompañamiento, llaman la atención recetas clásicas, como las patatas a la Maitre D’Hotel, sopladas, duquesa, en croquetas, en pastelitos, guisadas a la española o a la francesa. Como también sorprende la escasa aportación de las legumbres: dos o tres recetas de judías y ninguna de garbanzos o lentejas.
Una concesión al casticismo: en nuestro “manual de cocina económica” se pueden encontrar las fórmulas para hacer azucarillos, horchata o agua de cebada, que parecen recién salidos de una zarzuela, pero es que, como diría Don Hilarión, “hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad”.Imprimir

11 de febrero de 2015

Alcachofas confitadas


ingredientes
6 alcachofas
½ litro de aceite
4 lonchas de bacon
1 cebolla
50 g de almendras
perejil

preparación
  1. Quitamos las hojas externas de las alcachofas, dejando un trozo del rabo, y las cortamos en cuartos. 
  2. En un cazo, las sumergimos en aceite de forma que queden bien cubiertas y las mantenemos a fuego muy bajo (no debe superar los 85º) durante 40 minutos.
  3. En una sartén con poco aceite, rehogamos la cebolla picada, las almendras troceadas y el bacon. El conjunto tiene que quedar bien frito. Añadimos perejil picado.
  4. Al emplatar, ponemos las alcachofas escurridas con la fritura de almendras encima.
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Garbanzos con rape


ingredientes
Para los garbanzos
400 g de garbanzos
1 cebolla
1 puerro
1 tomate
1 zanahoria
3 dientes de ajo
2 hojas de laurel

Para el pescado
½ kg de cola de rape
20 gambones
1 copa de brandy
1 cebolla
1 diente de ajo
1 vaso de vino blanco
1 c.c. de pimentón
4 c.s.de salsa de tomate

preparación
  1. La víspera, remojamos los garbanzos en agua con sal.
  2. Los cocemos con todos los ingredientes, cubriéndolos bien de agua. (El tiempo de cocción variará en función de la calidad del garbanzo. En nuestro caso utilizaremos garbanzo pedrosillano y será suficiente media hora de olla exprés)
  3. Dejamos los garbanzos cocidos tapados con su caldo, dejando un poco para triturar las verduras en él.
  4. En una sartés, doramos la cebolla y los ajos, añadimos el pescado a trozos, la salsa de tomate, el pimentón, el brandy y el vino blanco. Dejamos reducir.
  5. En una cazuela, ponemos los garbanzos, el rape con su salsa y ajustamos con el caldo en el que hemos triturado las verduras.
  6. Incorporamos los gambones y dejamos que dé un hervor todo junto

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Tejas de almendras

















ingredientes
(para 24 tejas)
50 g de mantequilla
2 claras
80 g de azúcar
50 g de harina
80 g de almendras laminadas

preparación
  1. Batimos las claras con el azúcar, sin que llegue a punto de nieve.
  2. Añadimos la mantequilla fundida y la harina y mezclamos.
  1. Sobre un papel de horno, vamos poniendo montoncitos de 1 cc (8 en total) y los extendemos en redondo con el dorso de la cuchara, colocando las almendras encima.
  2. Horneamos a 180º hasta que veamos que doran (Ojo, la primera bandeja siempre tarda algunos minutos más que las siguientes)
  3. Al sacarlas del horno las colocamos inmediatamente sobre una superficie curva para que cojan la forma de teja característica.
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10 de febrero de 2015

Vino y bodegas


















Lleno de humor y fina ironía, El Confidencial publicaba hace unos días un decálogo de frases que jamás debe decir quien se las dé de experto en vino. Expresiones como “yo soy más de Ribera” o “el tinto a temperatura ambiente” delatan un conocimiento rudimentario del complejo mundo del vino, que, seguramente, va acompañado de ese “postureo” tan de moda de  dar vueltas y más vueltas al vino en la copa, quizá buscando que se maree.
Incluso este “postureo” revela el interés creciente por el vino. Como ha ocurrido con la cocina, cada vez es más la gente que se siente atraída por este complejo e inabarcable mundo de sabores, colores y aromas, y trata de adentrarse en él, aun a sabiendas de que casi es imposible llegar al final.
No se sabe qué fue antes, si la gallina o el huevo, pero, como ha ocurrido con la gastronomía, el creciente interés por el vino corre en paralelo con la extraordinaria revolución que se ha producido en su elaboración, en la que se ha pasado del pisado a pie y las tinajas de barro, a las más exquisitas y, a veces, exageradas técnicas de vinificación y crianza. Hace poco, visité una bodega, en la que ponían canto gregoriano en la sala de barricas.
Exageraciones aparte, la cuestión es que los vinos son cada vez mejores y cada vez hay más gente que sabe apreciarlo y que incluso está dispuesta a pagar más si lo que compra merece la pena. De momento, según los entendidos, los vinos españoles están entre los más baratos del mundo si atendemos a la relación calidad/precio.
Lo que antes eran ásperos vinos, elaborados sin  cuidado, que se servían a granel en las tabernas, ahora son productos de gran calidad, mimados en su elaboración, crianza y presentación. Ya no sólo se hacen bien en la Rioja y la Ribera del Duero, los vinateros se han dado cuenta de que un buen vino, bien presentado, se vende mejor y produce más beneficio y han transformado sus viñas y bodegas para ponerlas al nivel del Siglo XXI. Aquellos tremendos Cariñenas o Jumillas de hasta 17º, se han transformado en vinos modernos sin perder su personalidad. Las humildes garnachas de los graneles de las tabernas, son ahora la base de elaboraciones extraordinarias. Los blancos  jóvenes ofrecen una calidad y variedad impensable hace un tiempo, aunque a algunos les parezca que el único blanco es el verdejo de Rueda.
No hay más que ver la variedad increíble de vinos y marcas que se ofrece en las estanterías de las vinotecas (antes bodegas) que están abriendo por todas partes. Aparte de las bodegas de las grandes superficies, donde se venden, sobre todo, las marcas más comerciales, hay algunas tiendas especializadas que son auténticos templos del vino, donde se puede encontrar casi todo.
Bodegas y enotecas
Ahora se llaman enotecas, pero siempre se han llamado bodegas. La más antigua es Bodegas Santa Cecilia, en el barrio de Argüelles, todo un clásico, que abrió hace casi un siglo, y que durante años fue la meca en Madrid para todos los amantes del buen vino. Entre sus 5000 referencias se puede encontrar casi todo y de todas partes.
Más grande aún Lavinia, la mayor de España, con un amplio surtido de champagnes y, por supuesto, vinos de todo el mundo. Algo más joven que Lavinia es La Tintorería, para muchos la mejor vinoteca de Madrid y en la que destaca su surtido de vinos extranjeros y de pequeñas  bodegas españolas.
Barolo, es otra joven tienda que destaca por su oferta de vinos italianos: más de 300 referencias. Los vinos franceses están muy bien representados en La Fisna, una pequeña tienda gourmet del barrio de Lavapiés. 
Cerca, en la Latina, encontramos la Bodega Madrueño, con más de un siglo de existencia, como su casa madre, a pocos metros de la plaza de Callao.
Aparte de la variedad, todas ellas tienen en común que sus dependientes son auténticos especialistas, que aman el vino y están encantados de aconsejar al profano. En algunas, además, se organizan degustaciones gratuitas y cursos de cata.

Y, apropósito de cursos de cata, un curso interesante para la iniciación en este mundo del vino es el que imparte Almudena Pérez aquí, en el CC Los Pinos.
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4 de febrero de 2015

Croquetas de zanahoria


ingredientes
1 cebolla
400 g de zanahoria
½ litro de leche entera
75 g de mantequilla
75 g de harina
sal y pimienta,

para rebozar
3 huevos
pan rallado y harina

Aceite para freír

preparación
  1. Rallamos la zanahoria y la cebolla, crudas, y las rehogamos en la mantequilla.
  2. Añadimos la harina y dejamos que se cocine todo junto durante unos minutos, sin parar de remover.
  3. Incorporamos la leche, sal y pimienta y seguimos removiendo hasta que espese.
  4. Pasamos la masa a una fuente aceitada y enfriamos.
  5. Vamos tomando pequeñas porciones de la masa, formamos bolas con ellas y las pasamos por harina, huevo batido y pan rallado.
  6. Freímos.
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Carillas con codorniz en texturas


ingredientes
Para 8 personas

600 g de alubias carillas
6 codornices
1 cebolla
1 cabeza de ajo
1 c.s. de pimentón
1 c.s. de harina
aceite de oliva
sal
laurel
ajo y perejil,
4 lonchas de bacon
pan rallado

preparación

  1. Separamos los muslos de 4 codornices (8 muslitos) y los dejamos reposar con ajo y perejil picados, sal y aceite.
  2. En el horno, asamos dos codornices con el bacon cubriendo las pechugas.
  3. Ponemos las judías (que hemos puesto en remojo la víspera) en una olla, cubiertas de agua, con los ajos, cebolla picadita y laurel.
  4. En una sartén con aceite, rehogamos las pechugas de las 4 codornices a las que hemos quitado los muslos y, cuando tomen color, las añadimos a la olla.
  5. En el mismo aceite de la sartén, rehogamos el pimentón y la harina (y un poco de cayena, si se quiere) y añadimos a las judías.
  6. Cerramos la olla y dejamos cocer 15 minutos. Pasado este tiempo, abrimos y terminamos a fuego lento.
  7. Ajustamos de sal.
  8. Pasamos los muslitos por pan rallado y freímos.
  9. En el plato, ponemos las carillas, encima un muslito frito, ½ pechuga cocida y ¼ de codorniz asada.

Brazo de mascarpone y plátano


ingredientes

Bizcocho
6 huevos
100 g de harina
200 g de azúcar
2 c.s. de cacao
una pizca de sal

Crema
250 g de mascarpone
200 g de nata
50 g de azúcar

Baño
80 ml de leche
1 c.s. de cacao

3 plátanos

preparación
  1. Montamos las claras a punto de nieve
  2. Mezclamos todos los ingredientes con delicadeza, los extendemos sobre un papel de horno y horneamos a 180º entre 10 y 15 minutos.
  3. Mezclamos la leche y el cacao y pintamos con ello la plancha al sacarla del horno.
  4. Hacemos la crema mezclando el mascarpone con la nata montada y el azúcar.
  5. Extendemos la crema sobre la plancha y encima colocamos una fila de plátanos enteros.
  6. Enrollamos el brazo ayudándonos con un trapo.
  7. Dejamos enfriar y espolvoreamos con cacao y azúcar glas.
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3 de febrero de 2015

Los ingredientes del arte















A estas alturas habrá pocos que tengan dudas de que la cocina puede llegar a ser un arte. Los grandes chefs son gente de una extraordinaria creatividad que plasman en sus platos, como el pintor en sus cuadros o el músico en sus partituras. Ellos, los cocineros, son artistas combinando sabores, aromas y texturas y, cada vez más, los aspectos visuales del plato. Se trata de que, a la mesa, disfruten todos los sentidos y el de la vista es el primero que antes nos hará atractivo lo que vamos a comer. En los restaurantes modernos cada vez hay  más audacia en las presentaciones, que, a veces, parecen más un cuadro abstracto que un guiso.
Como digo: todo un arte. Pero no es del arte de los cocineros del que quiero hablar hoy, sino de esa multitud  de artistas plásticos, que componen sus obras con alimentos en crudo o elaborados.
Supongo que ese arte, pintar o esculpir con la comida, ha existido siempre, pero los alimentos son perecederos y las obras de esos supuestos artistas no han llegado a nuestros días. Si han llegado representaciones como los magníficos y exuberantes retratos que pintaba Arcimboldo, componiendo las figuras con una hábil combinación de hortalizas. Pero ahora disponemos de la fotografía, el vídeo e internet y es mucho más fácil maravillarnos con las habilidades de tantos y tantos artistas que han hecho de la comida la materia prima de sus obras.
















Me atrae especialmente Ju Duoqui, un chino que a base de hortalizas consigue geniales reproducciones de grandes obras de la pintura universal, que además titula con sentido del humor. Así, La libertad guiando al pueblo, de Delacroix, que vemos sobre estas líneas, es para Ju Duoqui, “la Libertad guiando a los vegetales”. En este enlace podéis ver una buena selección de los sanos y alimenticios cuadros y esculturas de este chino de 42 años, que, cuando necesita material para su estudio, no tiene más que ir al huerto.
   














El rumano Dan Cretu se sirve del humor y del color de frutas y hortalizas para componer collages o esculturas como la que veis sobre estas líneas. Podéis ver muchos más en su página e incluso comprar alguna en la tienda virtual de arte, Etsy.
Mucho más efímera es la obra del japonés Kazuki Yamamoto. Su materia prima es la crema del café con leche, esa espumilla sobre la que algún camarero artista dibuja, a veces, un corazón. Yamamoto la hace salir de la taza en forma de animalitos juguetones que supongo que durarán el tiempo justo para hacer las fotos que se pueden ver en su página de Facebook. Todo un prodigio de lo efímero.
















La francesa Vivi Mac convierte en obra de arte cualquier líquido que se vierta sobre el mantel.. Leche, Colacao, sirope de helado, vino, aceite… le sirven para mojar el pincel e improvisar imágenes reconocibles como esa Gioconda de mermelada de fresa.
Luego están los artistas de grandes formatos.















El ruso Arkady Kim utilizó un millón de granos de café, con distintos grados de tueste, para componer este mural de 30 metros cuadrados que cubre la fachada de un café del Parque Gorki de Moscú.
La malasia Hong Yi es capaz de pintar con cualquier cosa, como muestra en el retrato de gran formato que realiza en este vídeo con la mancha que deja en el mantel la base de la taza mojada en el plato sobre el que se ha vertido el café.
E incluso vestidos. A Ami Goodheart la inspiración para crear prendas como esta le debió llegar directamente de Josephine Baker y sus caribeñas faldas de bananas. Más modelos comestibles en esta página.
Ah, la imágen que encabeza el post corresponde al concurso anual de Calabazas de Slindon, en el condado inglés de Sussex, donde los agricultores locales compiten por quien compone el más bonito y colorista de esta especie de puestos-falla, siempre a base de cucurbitáceas.. Aqui se pueden ver más.
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