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17 de abril de 2018

La hora del vermú



Esta semana, hemos incluido en nuestro menú un plato con vermut: Pastel de merluza al Martini. Aunque aquí hemos hecho alguna vez platos con vermut entre sus ingredientes, no es muy habitual que este vino de hierbas se utilice en la cocina. De todas formas no es difícil que, poco a poco, vayan apareciendo preparaciones con vermut, a la vista de cómo esta volviendo a ponerse de moda esta bebida que conjuga la elegancia con lo popular.
Pero ¿qué es el vermut?
Para empezar, se escribe vermú. La Real Academia Española señala que se debe decir y escribir así, a la castiza, como si fuésemos personajes de Arniches. Y define: "Licor compuesto de vino, ajenjo y otras sustancias amargas y tónicas, que se toma como aperitivo. Esto último es consustancial al vermú: se toma antes de las comidas, como si las hierbas que le dan su sabor especial fueran la llave que abre el apetito.
También son imprescindibles en el vermú dos ingredientes que se citan en la entradilla de la RAE: el vino y el ajenjo. De hecho, la palabra vermú viene del alemán wermut, que significa ajenjo, y es justo que sea así porque, de todas las hierbas que se maceran en vino para que salga el vermú, es el ajenjo la que le da el sabor que lo distingue de otras bebidas.
Así pues, el vermut es un vino, no siempre el mejor de la bodega, en el que macera, aproximadamente durante un mes, un conjunto de hierbas a gusto del “maestro vermutero”. Se utilizan entre 50 y 80 hierbas o especias diferentes, lo que hace de cada vermú algo siempre distinto de otro vermú. Cada fórmula es única y, lógicamente, el secreto mejor guardado de la casa: ríete de la fórmula de la Coca Cola.
Después de macerarlo, moviéndolo casi al ritmo de las agujas de un reloj durante un mes, al vino se le suele añadir un poco de alcohol y azúcar, casi siempre en forma de caramelo, lo que da al vermú ese color tan característico. Mucha gente no sabe que gran parte de los vermús están elaborados con vino blanco al que el caramelo añadido le da color.
Aparentemente es sencillo, pero dicen los entendidos que conseguir una combinación y proporción de hierbas que al menos sea bebible es casi un milagro: se fracasa en el 99,9 por ciento de las ocasiones. Pero ese 0’1 por ciento de éxito da lugar a una bebida suave, entre dulce y amarga, un poco cítrica y muchas cosas más, que da gusto ver con su brillante color de ámbar o rojizo, destelleando entre el hielo al sol del mediodía, al que la rodaja de naranja casi rinde homenaje. Porque ya se sabe, el vermú requiere una rodajita de naranja, el limón para el gin tonic.
El vermú fue una bebida muy popular en la primera mitad de siglo e incluso dio lugar a la sesión vermú de cines y bailes, que se hacía antes del almuerzo, es decir a la hora del aperitivo, del que el vermú se volvió sinónimo: “la hora del vermú”, se decía, aunque luego se tomara cerveza. Ahora está volviendo con fuerza y mucha gente cuando dice tomamos un vermú, piensa en eso y no necesariamente en Martini, porque aquí en nuestro país hay cientos de marcas muy interesantes que merece la pena disfrutar.






19 de abril de 2016

Cócteles


CÓCTEL VELA
6-8 fresones ( su equivalente, si usamos frambuesas)
1 rodaja de melón generosa (4-5 cm)
1 yogurt natural edulcorado
2 c.s. de azúcar líquido
5 o 6 nueces tostadas (se pueden sustituir por almendras garrapiñadas)
6 cubitos de hielo
  1. Poner en el vaso de la batidora la fruta, el azúcar, el yogur y por último el hielo. Batir hasta triturar el hielo y conseguir una mezcla homogénea.
  2. Servir en copas y decorar con una rodaja de melón y fresón.

GIN FIZZ 
ginebra (2 cuartos)
zumo de limón (1 cuarto)
azúcar líquida
1 clara de huevo
3 o 4 cubitos de hielo.
  1. Mezclar todo en una coctelera y servir en un vaso de tubo enfriado previamente.
  2. Rellenar con soda, si se quiere, y decorar con una rodaja de limón.

BLOODY MARY 

2/4  de zumo de tomate
¼ de vodka
un chorrito de zumo de limón
sal
pimienta
tabasco
una ramita de apio
hielo
  1. Mezclar todos los ingredientes en la coctelera y servir adornando con un trozo de apio o una rodaja de limón.

PIÑA COLADA 

200 gr coco rallado
¾ de litro de leche
jarabe de coco
zumo de piña
media copa de leche de coco
1 copa de ron
hielo
  1. Hervir el coco rallado con la leche durante cinco minutos, pasarlo por un colador de tela, enfriar y dejar en una botella que se rellenará con jarabe de coco.
  2. En una batidora, ponemos el zumo de una piña, ½ copa de leche de coco, 1 copa de ron y hielo. Batir.

SAN FRANCISCO 
zumo de limón, de melocotón, de mango, de naranja y de piña
jarabe de granadina, jarabe de plátano
hielo.
  1. Poner los ingredientes en la coctelera y agitar hasta que se forme espuma.

VODKA LIGHT
vodka
zumo de lima Rose’s
hielo.

  1.  Mezclar y servir en un vaso cuyo borde se habrá untado con cáscara de limón.
  2.  Decorar con hierbabuena

AZUCAR LÍQUIDO 

1 kg de azúcar
1 vaso de agua.

  1. Hervir durante cinco minutos sin dejar de remover. 
  2. Enfriar.

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10 de febrero de 2015

Vino y bodegas


















Lleno de humor y fina ironía, El Confidencial publicaba hace unos días un decálogo de frases que jamás debe decir quien se las dé de experto en vino. Expresiones como “yo soy más de Ribera” o “el tinto a temperatura ambiente” delatan un conocimiento rudimentario del complejo mundo del vino, que, seguramente, va acompañado de ese “postureo” tan de moda de  dar vueltas y más vueltas al vino en la copa, quizá buscando que se maree.
Incluso este “postureo” revela el interés creciente por el vino. Como ha ocurrido con la cocina, cada vez es más la gente que se siente atraída por este complejo e inabarcable mundo de sabores, colores y aromas, y trata de adentrarse en él, aun a sabiendas de que casi es imposible llegar al final.
No se sabe qué fue antes, si la gallina o el huevo, pero, como ha ocurrido con la gastronomía, el creciente interés por el vino corre en paralelo con la extraordinaria revolución que se ha producido en su elaboración, en la que se ha pasado del pisado a pie y las tinajas de barro, a las más exquisitas y, a veces, exageradas técnicas de vinificación y crianza. Hace poco, visité una bodega, en la que ponían canto gregoriano en la sala de barricas.
Exageraciones aparte, la cuestión es que los vinos son cada vez mejores y cada vez hay más gente que sabe apreciarlo y que incluso está dispuesta a pagar más si lo que compra merece la pena. De momento, según los entendidos, los vinos españoles están entre los más baratos del mundo si atendemos a la relación calidad/precio.
Lo que antes eran ásperos vinos, elaborados sin  cuidado, que se servían a granel en las tabernas, ahora son productos de gran calidad, mimados en su elaboración, crianza y presentación. Ya no sólo se hacen bien en la Rioja y la Ribera del Duero, los vinateros se han dado cuenta de que un buen vino, bien presentado, se vende mejor y produce más beneficio y han transformado sus viñas y bodegas para ponerlas al nivel del Siglo XXI. Aquellos tremendos Cariñenas o Jumillas de hasta 17º, se han transformado en vinos modernos sin perder su personalidad. Las humildes garnachas de los graneles de las tabernas, son ahora la base de elaboraciones extraordinarias. Los blancos  jóvenes ofrecen una calidad y variedad impensable hace un tiempo, aunque a algunos les parezca que el único blanco es el verdejo de Rueda.
No hay más que ver la variedad increíble de vinos y marcas que se ofrece en las estanterías de las vinotecas (antes bodegas) que están abriendo por todas partes. Aparte de las bodegas de las grandes superficies, donde se venden, sobre todo, las marcas más comerciales, hay algunas tiendas especializadas que son auténticos templos del vino, donde se puede encontrar casi todo.
Bodegas y enotecas
Ahora se llaman enotecas, pero siempre se han llamado bodegas. La más antigua es Bodegas Santa Cecilia, en el barrio de Argüelles, todo un clásico, que abrió hace casi un siglo, y que durante años fue la meca en Madrid para todos los amantes del buen vino. Entre sus 5000 referencias se puede encontrar casi todo y de todas partes.
Más grande aún Lavinia, la mayor de España, con un amplio surtido de champagnes y, por supuesto, vinos de todo el mundo. Algo más joven que Lavinia es La Tintorería, para muchos la mejor vinoteca de Madrid y en la que destaca su surtido de vinos extranjeros y de pequeñas  bodegas españolas.
Barolo, es otra joven tienda que destaca por su oferta de vinos italianos: más de 300 referencias. Los vinos franceses están muy bien representados en La Fisna, una pequeña tienda gourmet del barrio de Lavapiés. 
Cerca, en la Latina, encontramos la Bodega Madrueño, con más de un siglo de existencia, como su casa madre, a pocos metros de la plaza de Callao.
Aparte de la variedad, todas ellas tienen en común que sus dependientes son auténticos especialistas, que aman el vino y están encantados de aconsejar al profano. En algunas, además, se organizan degustaciones gratuitas y cursos de cata.

Y, apropósito de cursos de cata, un curso interesante para la iniciación en este mundo del vino es el que imparte Almudena Pérez aquí, en el CC Los Pinos.
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14 de octubre de 2014

Cerveza La Cibeles


No sé qué ocurre con la quinoa que en todas partes se habla de ella. No hay espacio de cocina en cualquier medio de comunicación, audiovisual o impreso, que no haga referencia de vez en cuando a este cereal o, más exactamente, pseudocereal andino. Aparte de sus usos culinarios se alaba su condición de alimento completo, que, al parecer, reúne los ocho aminoácidos esenciales para el ser humano. El cereal del futuro, se dice en esta campaña que parece tener un inagotable respaldo económico.
Lo digo porque, la pasada semana, en un taller de la cátedra Ferran Adriá al que acudí, se hizo una presentación de tapas a base de quinoa o quinúa, como se pronuncia en el altiplano de Bolivia y Perú, la tierra de Irina, la concursante de Top Chef, que oficiaba en los fogones. Las tapas no estaban mal, pero no estoy muy segura de que la quinua sea lo más indicado para  elaborar esos pequeños bocados que acompañan a la cerveza. El taller trataba del maridaje entre ambos productos, algo que se me antoja asunto para expertos, cuando todavía no tenemos resuelta la cuestión de los maridajes del vino.
La cerveza, sin embargo estaba estupenda. Era de la marca LaCibeles, una pequeña compañía que elabora sus productos de forma poco menos que artesanal. Al contrario que la quinua, los animosos chicos que hacen esta cerveza se tienen que buscar los huecos para darla a conocer: lo mismo los ves en la cátedra Ferrán Adriá, que en el Mercado de Productores del Matadero, o en la Feria Agromadrid, de Villarejo de Salvanés. Parece que van consiguiendo su objetivo, porque sus cervezas no faltán en algunas de las más afamadas tiendas gourmets de Madrid y en la barra de algunos de los restaurantes jóvenes de más éxito. No es tan habitual verla en los bares, pero no creo que sea ese su principal objetivo, ya que tendrían que luchar en esa guerra soterrada que se traen los grandes grupos cerveceros, con sus contratos exclusivos y su política parecida a la de las franquicias: David contra Goliath.
Pero La Cibeles hace una estupenda cerveza (en realidad 7 tipos diferentes de cerveza) que no pasa desapercibida para los entendidos: el pasado mes de septiembre, dos de ellas, Cibeles Sout y Cibeles trigo se llevaron las medallas de plata y bronce en sus respectivas modalidades del campeonato asiático de la cerveza artesanal celebrado en Yokohama, Japón. Cerveza de autor, para quienes saben disfrutar de sus variedades: rubia, castaña, morena, Ipa, Imperial, Stout o Barley wine entre otras. Esta última, con nueve grados,  incluida entre las diez mejorescervezas artesanales, según una clasificación del diario ABC. En tiempos su slogan decía "Hecha para cuatro gatos" pero poco a poco, no sin esfuerzo, La Cibeles se va abriendo paso en el mercado. Pusieron su primera fábrica, hace tres años, en una nave del Ventorro del Cano y ya se les ha quedado pequeña. Ahora se han mudado al polígono de San José de Valderas (son mis vecinos), a un espacio mayor, pero sin perder un ápice de su vocación artesanal.
 Ellos, en su afán por difundir su producto, organizan catas y visitas guiadas a la fábrica, si es que se puede llamar así a ese espacio de fachada colorista y menos de 1000 m2 que nunca dará lugar a esas operaciones inmobiliarias que otras grandes compañías han llevado a cabo con los enormes espacios de sus factorías en Madrid. Ellos compiten desde lo pequeño, por eso se pueden atrever con sabores y aromas que para las grandes no serían rentables
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26 de mayo de 2010

Mojito









ingredientes
Limas
Azúcar
Hierbabuena
Ron
Agua con gas
Hielo

elaboración
Llenamos una botella hasta la mitad con zumo de lima y el resto con azúcar. Guardamos en la nevera unas horas antes de hacer el mojito.
Colocamos en el vaso unas ramas de hierbabuena y unos cascos de lima. Machacamos contra las paredes del vaso. Llenamos ahora el vaso de la siguiente forma: ¼ del jarabe de lima, ¼ de ron, ½ de agua con gas y hielo
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