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22 de noviembre de 2016

Turrón














Como siempre por estas fechas, el turrón se ha enseñoreado ya de los estantes más notorios de los supermercados. Si tuviéramos que hacer un ranking de los ingredientes imprescindibles de la Navidad, estoy segura de que este maravilloso y calórico dulce no quedaría en mal lugar entre belenes, árboles, estrellas, villancicos, el gordo de la lotería y ese largo etcétera que, en estos tiempos, debería incluir también, Cortylandia, los atascos, o el “cuñao” sabelotodo y metepatas de la cena de Nochebuena.
La Real Academia define el turrón como “dulce, por lo general en forma de tableta, hecho de almendras, piñones, avellanas o nueces, tostado todo y mezclado con miel y azúcar”.
Sobre la base de esa definición hay casi tantas posibilidades de turrón como elaboradores. En los extremos podemos encontrarnos los turrones más exigentes, en los que casi se mide el calibre de las almendras, hasta esos ladrillos que cuesta despegar de los dientes y que llamamos turrones por aquello de los “parecidos razonables”. Hay mil marcas, con una amplísima gama de precios. Pero entre ellas hay unas cuantas que podríamos considerar la aristocracia del turrón.
Como toda aristocracia, son de rancio abolengo, es decir, existen desde tiempo inmemorial, pero curiosamente, la mayoría no están en Alicante o Jijona: las patrias del turrón.

Turrones con pedigrí
Para los entendidos, uno de los mejores turrones se fabrica en Gijón bajo la marca Turrones Federico Verdú. Con ese apellido, es fácil deducir la ascendencia valenciana y, efectivamente, así es: los Verdú proceden de una familia alicantina que se instaló en la ciudad asturiana en 1882. Venden sus exquisitos productos (turrón de Jijona, Alicante, chocolate, terronico, polvorones y almendras imperiales) solamente en sus dos tiendas “gijonencas”, aunque ahora también han abierto su mostrador en la red.
Otro apellido muy valenciano, que casi sabe a turrón, es Monerris. Pero el Monerris pata negra no se elabora en Alicante ni en Jijona, sino en Santander. La familia Mira Monerris hace sus extraordinarios “jijonas” y “alicantes” en la capital cántabra desde 1883, cuando aparecieron por allí dos hermanos, casi analfabetos, que, al parecer, habían llegado a la conclusión de que en un puerto como el de Santander habría un hueco para vender sus productos. No hay que confundir estos Monerris artesanales con los más conocidos Monerris Planelles que no se movieron de Jijona, donde plantaran su fábrica también en 1883.

Los torronaires
Nyèbits y torronaires, Isidre Nonell
La década de los ochenta del siglo XIX, es un momento decisivo para la difusión por toda España del turrón, un producto casi de fabricación casera, que hasta entonces, apenas había salido de la Jijona y Alicante. Es entonces cuando se hacen populares los Nyèbits i torronaires, que a primeros de diciembre salían con sus burros y carretones cargados de turrón para venderlo por toda España.
Un pionero de estos torronaires fue don Luis Mira, que en 1857 dejó su Jijona natal para dar a conocer sus turrones en Madrid. Dicen que antes lo había intentado cuatro veces, pero que como su turrón era tan bueno, se le acababa antes de llegar a Albacete. Por fin pudo llegar a la capital y allí puso su tienda, Casa Mira,  a un paso del Congreso de los Diputados, que se acababa de inaugurar.
Turron de Jijona de Casa Mira
Allí sigue, con una clientela fiel que año tras año hace cola soportando el frío de diciembre, para comprar sus extraordinarios productos.
Lo dicho anteriormente, no quiere decir , ni mucho menos, que no se hagan turrones extraordinarios en su patria chica. En Jijona se produce el 1880, que se hizo un hueco en el mercado con el eslogan de “el turrón más caro del mundo”; o el de Pablo Garrigös, otro nombre que debe aparecer siempre entre la aristocracia turronera.
Fuera de la influencia Jijona-Alicante, no nos podemos olvidar de los excelentes turrones de Agramunt, en Lérida, que también se hacen con avellana, y que, como los dos anteriores, tiene Indicación Geográfica Protegida. El más conocido, Torrons Vicens, que empieza a abrir franquicias por toda España. Sin denominación de origen, pero con tradición de siglos, citemos por último los turrones de La Alberca, con miel de la Sierra de Francia y almendras de los Arribes del Duero. Todavía hay cuatro familias que hacen turrón en esa población salmantina. Entre ellas la de más fama es Turrón Mancebo.


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10 de noviembre de 2015

Turrón de yema

--> ingredientes
250 g de almendras molidas
3 yemas
ralladura de limón y canela

almíbar
125 g de azúcar
40 ml de agua

preparación
  1. Hacemos una almíbar espesito (como un jarabe denso)
  2. Batimos las yemas con la ralladura y la canela y vamos agregando el almíbar a hilo, sin dejar de remover .
  3. Mezclamos con las almendras molidas y hacemos una masa, que ponemos en el molde y guardamos en la nevera.
  4. Al día siguiente, ponemos azúcar por encima y quemamos con un soplete o un gratinador.

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Turrón de chocolate y naranja

 
ingredientes
300 g de chocolate
100 g de mantequilla
200 ml de zumo de naranja
75 g de azúcar
1 sobre de flanín

preparación
  1. Fundir el chocolate con la mantequilla. Poner la mitad en el molde y llevar este a la nevera. 
  2. Disolver el flanín en el zumo con el azúcar y llevar al fuego sin parar de remover hasta que espese. 
  3. Una vez frío, verter sobre el molde de la nevera, enrasar y llenar con el resto del chocolate. 
  4. Enfriar al menos durante 10 horas
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Turrón de nubes

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ingredientes
200 g de chocolate negro
120 g de chocolate blanco,
50 g de manteca,
6 nubes grandes

preparacion
  1. Cortamos la nubes en trozos y las congelamos.
  2. Fundimos los chocolates con la manteca.
  3. Ponemos la mitad de la mezcla en el molde, echamos las nubes encima y, sobre ellas, el resto del chocolate.

Se debe de ver el relieve de las nubes.


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Turrón de nata y nueces














ingredientes
300 g de almendras molidas
100 g de azúcar
24 g de leche en polvo
120 ml de nata
100 g de nueces

preparación
  1. Calentamos la leche en polvo, la nata y el azúcar en un cazo.
  2. Cuando espese un poco, le añadimos la almendra y las nueces troceadas.
  3. Metemos la masa resultante en un molde y dejamos en la nevera durante 24 horas.
  4. Podemos bañarlo luego con chocolate negro o blanco.

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Dulces de Navidad


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No deja de ser curioso que el turrón, el dulce por antonomasia de la Navidad, tenga origen árabe. Aunque quizá resulte más curioso todavía saber que los polvorones, otro de los productos navideños con más tradición, se empezaran a consumir para hacer patente la condición de cristiano viejo de quien lo comía: uno de sus ingredientes es la manteca de cerdo, animal impuro por excelencia para los musulmanes, de quienes pretendían distinguirse los consumidores de polvorones.
No es nada extraño, con tantos siglos de convivencia/conflicto en torno al Mediterráneo, ese mar en torno al que florecen los almendros como en ninguna otra parte. Los dulces que al ponerse el sol comen los musulmanes en el Ramadán, tienen también la almendra y la miel entre sus ingredientes básicos. Son dulces fritos en su mayoría, lo que añade otro ingrediente que sólo se da en el Mediterráneo: el aceite de oliva.
Las referencias más antiguas de la aparición del turrón en España son del siglo XV, lo que en cierta forma lo convertiría en un dulce aunque amargo regalo de despedida de los árabes, expulsados definitivamente de la península en aquel siglo. Y su producción ya se centraba en tierras levantinas, que han seguido siendo hasta nuestros días las grandes productoras de turrón: el duro de Alicante y el blando de Jijona.
Ahora hay cien mil variedades de turrón: como de todo. Se vende turrón de chocolate, de coco, de frutas, de pistachos, de nata y nueces… y es posible que los más jóvenes terminen por no saber que turrón, lo que se dice turrón, sólo lo hay de dos clases: duro y blando.
También polvorón sólo hay uno, que se hace con harina, manteca de cerdo, azúcar y almendras. Su patria es Estepa, aunque dicen en Antequera que es oriundo de allí. La clave está en la harina, que se tuesta antes de amasar. El detalle no es pequeño. Dicen que el mantecado de Estepa se difundió por toda España cuando una mujer, doña Filomena Micaela Ruiz , “la colchona”, se dio cuenta de que los polvorones que elaboraba para que su marido, transportista, los vendiera en sus rutas, se conservaban mucho mejor si, antes de elaborar el dulce, tostaba la harina. Desde entonces ha llovido mucho y se han inventado mil formas de conservar el polvorón, pero la harina tostada, que hace que se haga polvo en nuestras manos cuando le quitamos su camisa de papel de seda, es la que terminó por dar nombre al más humilde de los dulces navideños. Tan humilde, que lo venden a granel en los mercadillos como si fuesen patatas.
Como el mazapán, otro dulce con almendra cuyos orígenes árabes no se pueden disimular. Su patria española está en Toledo y en la vecina Sonseca, aunque los riojanos de Soto dicen que para mazapán el que ellos hacen, aunque no tenga esas caprichosas formas de trompetas, caracoles o culebritas que les dan los toledanos para delicia de los más pequeños.
Turrón, mazapán, polvorones no deben faltar nunca al final de una comida navideña. La dieta “light” se suspende hasta después de Reyes
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