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25 de febrero de 2020

Las tapas trampantojo del bar Los Zagales

Cómo no recordar el Tigretón, esa especie de mini brazo de gitano relleno de crema y mermelada y cubierto de chocolate que, durante años, volvió locos a los niños de la EGB. No hay mito igual en la memoria “gastronómica” de los escolares de los setenta. En el bar Los Zagales, de Valladolid, lo ponen como tapa y tiene legiones de seguidores. Pero en realidad, se trata de un trampantojo. Si os fijáis en la foto, veréis que os han engañado con el mismo truco inocente de las camisas de marca de los mercadillos: donde, desprevenidos, leéis Adidas, realmente pone Adidos. En el bar Los Zagales, el Tigretón es un Tigretostón y, cuando se saca del envoltorio, nos encontramos con una tira de pan de molde aplastado y enrollado en torno a crema de queso y de morcilla y cebolla caramelizada, que simulan la mermelada y la crema del famoso dulce infantil. Para que la segunda parte del nombre no sea mentira, se le han añadido pequeños trozos de corteza de cerdo (tostones) o, para ser más precisos, de cochinillo, que se incluyen en el relleno. Te lo comes con una sonrisa nostálgica y al final te queda otra de satisfacción, porque el tigretostón está bien rico. Fue el pincho ganador en 2010 del concurso nacional de tapas que cada año se celebra en Valladolid y se ha convertido en el buque insignia de las barras de la capital castellana, que, en cuestión de tapeo, tienen un altísimo nivel. Dicen que cada año sirven más de 40.000 unidades de este tigretostón, que ya no se hace en las cocinas del bar, sino en una instalación industrial con capacidad suficiente. En el bar sólo se le da el último toque.
Animados por el éxito y convencidos de que este se debía al trampantojo, los dueños del bar han ido probando con más tapas con truco, así que, sentados en una de sus mesas, nos hicimos un menú degustación para probar las más llamativas.
Obama en la Casa Blanca es una de ellas. En un recipiente que, en realidad, recuerda el Capitolio de Washington, cuya cúpula es la tapa, se sirve este aperitivo que consiste en una base de hojaldre, salsa de setas castellanas, huevo cocido a baja temperatura y patata cocida deshidratada con tinta de calamar, que le da el color negro como la piel del ex presidente norteamericano. Fue pincho de oro en el concurso provincial de 2009 y cuentan que, sólo en los seis días siguientes, se consumieron 3500.
También probamos el minibocata de calamares, que sirven en una bolsa que no es necesario abrir ya que el supuesto plástico es también comestible.
El llamado Tierra, mar y aire es, quizá, el más espectacular. La base es un vasito de cerveza en la que se introduce hielo seco para provocar una bocanada de humo. Sobre este vasito, se encaja otro, que es el que realmente contiene la tapa: una salsa vizcaína que sirve de base a una brocheta de chipirón relleno de espárragos, bacon y cocochas de bacalao. Ganó el Concurso de tapas de diseño de Madridfusión.
Para terminar, el trampantojo más logrado. Copa y puro simula eso, un habano que se consume sobre un cenicero y se sirve junto a una copa de coñac. Nada es lo que parece. El supuesto puro es una masa filo que envuelve un tartar de sardina con cebollita dulce, trufa y aceituna negra que hacen las veces del tabaco. Con queso desmenuzado se consigue el efecto ceniza. El coñac de la copa es, en realidad, agua de tomate.
Todo con truco, todo con gracia, todo bastante bueno, aunque quizá, el imaginativo cuidado de la forma se pone por delante de el de los sabores.

Los zagales
Calle de la Pasión, 13 (junto a la plaza mayor)
Valladolid


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4 de junio de 2019

Diez tapas madrileñas y donde tomarlas con unas cañitas

La pregunta es: ¿a dónde llevarías a comer a un extranjero que visita Madrid y quiere conocer nuestras tapas más allá de esas mistificaciones que ofrecen por ahí fuera con ese nombre?. ¿Qué debería probar, si o si, para llevarse una idea cabal, aunque sucinta, del mundo de las tapas. En los últimos años el número de locales de este tipo se ha disparado por todas partes y han aparecido zonas como Retiro o Ponzano donde se rinde culto a la tapa de gran calidad y de precio en consonancia. Pero, repartidos por el mapa de la ciudad, hay bares de toda la vida que, con trabajo y constancia, han terminado por hacerse un nombre en el Sancta Sanctorum de la tapa de Madrid.
Así pues, una vez que hemos llevado a nuestro amigo extranjero al Mercado de San Miguel, porque no se quiere ir de Madrid sin conocer ese espectáculo del que habla medio mundo, pensemos en diez barras de la capital donde tomar las mejores especialidades de la tapa madrileña. Y quien dice tapa, dice ración, esa unidad de medida tan típica de Madrid, que ni siquiera hace falta nombrar cuando pedimos “una de bravas”, “una de callos”, “una de boquerones”...

1.- Bacalao rebozado
Muchos pondrían en primer lugar los bocadillos de calamares que todavía ofrecen algunos bares en el entorno de la Plaza Mayor, pero no está claro que, ahora mismo, esos bocatas que nos excitan la nostalgia y los jugos gástricos a las que tenemos algunos años, sean representativos de lo que los madrileños buscamos cuando vamos a un bar. Mejor, aprovechando que estamos en esa plaza de visita inexcusable si acompañamos a un forastero, nos pasamos por Casa Revuelta, en el pequeño callejón peatonal que une la calle de Toledo con Puerta Cerrada, para tomar allí uno de esos bacalaos rebozados extraordinarios que salen de su cocina. Si, ya sé que los de Casa Labra son estupendos, pero estos, para mi gusto, los superan.

2.- Patatas bravas
Es posible que a nuestro amigo le hayan hablado de las patatas bravas, esa sencilla y barata delicia que nunca falta en un bar madrileño como Dios manda. La rutina querría que pasáramos por el Callejón de Gato y entrásemos en Las Bravas para tomar unas ídem. No es mala opción, pero si queremos tomar las mejores bravas de Madrid hay que salir del anillo de la M-30 y acercarse a Docamar, en el barrio de Quintana, a donde cada día peregrinan cientos de personas para comer cocidas, después fritas y, por último, aliñadas con esa salsa picantilla que les da nombre, cientos de raciones de bravas. Hasta tres toneladas de patatas llegan a vender en una sola semana.

3.- Callos a la madrileña
También lejos de los circuitos del centro está el Bar Alonso, que, allá por el barrio de la “Prospe”, sirve sin duda los mejores callos de Madrid. Aunque se puede aprovechar el viaje y degustar otras excelencias como su ensaladilla rusa o, también, las bravas, en Alonso hay que pedir siempre una de callos para consumir en la barra y, de paso, llevarse en un “tuper” una buena ración para los amigos que no pudieron venir.

4.- Tortilla española 

Y la tortilla española ¿dónde dan la mejor? A mi me gusta jugosa, muy jugosa y por eso mi elección es Sylkar, un bar de la calle Espronceda que ya registraba llenos cuando la zona de Pozano estaba muy lejos de la efervescencia actual. Es una tortilla que casi hay que tomar con cuchara y que, como la demanda es muy grande, siempre está recién hecha. Tampoco le haría ascos a las tortillas de Casa Dani, en el Mercado de la Paz. Allí la calidad no riñe con la cantidad, aunque cada día sirvan decenas y decenas de ellas a los parroquianos del mercado.

5.- Croquetas 
Para tomar las mejores croquetas, no estaría de más acercarse a la barra del restaurante Viavélez, ese asturiano de la calle del General Perón, donde las sirven con un rebozado fino y perfecto que esconde una bechamel muy cremosa que resalta los trocitos de jamón de su interior. Tabién cabe pasarse por la Taberna Rosell, junto a la estación de Atocha, aunque sólo sea por probar cual es la causa de que tengan contratada a una señora sólo para hacer las croquetas. Es, además, uno de los pocos sitios que se mantienen intactos desde los primeros años del siglo pasado.

6.- Ensaladilla rusa 

Sobre gustos no hay nada escrito, pero si hablamos de ensaladilla rusa, hay casi unanimidad en que la mejor de Madrid la hacen en La tasquita de enfrente, a un paso de la Gran Vía, Todos los ingredientes se cuecen por separado y se reúnen al cobijo de una mayonesa magníficamente trabada y coronada, según el capricho del chef, con una buena ventresca, unas huevas de trucha, erizo de mar… Yo la he tomado excelente en Taberna la Cruzada, que, si vamos con turistas, queda a dos pasos del Palacio de Oriente.

7.- Boquerones en vinagre
Me gusta ir a tomar los boquerones en vinagre a El Boquerón, una pequeña tasca del barrio de Lavapiés, decorada con azulejos, cuyos dueños, además de tener un caballo de carreras que compite en el hipódromo, hacen unos excelentes boquerones que nadan, inmaculadamente blancos, sobre un excelente aceite de oliva. Es bar también de marisco barato, pero de bastante calidad.

8.- Torreznos
Aunque últimamente aparecen como tapa estrella en algunos locales de moda, yo elegiría el bar Los Torreznos, para tomar ese delicioso aperitivo. Aunque los torreznos son la enseña gastronómica de Soria, en este caso la panceta llega de Ávila, de un pueblo que se llama nada menos que La hija de Dios. No extraña que les salgan divinos.

9.- Oreja a la plancha
Torreznos muy buenos dan también en Casa Sotero, un bar con cuya fachada de azulejos te das nada más salir del metro de Valdeacederas. Allí hacen extraordinariamente todo lo que sea susceptible de pasar por la plancha, pero yo me quedaría con la oreja, crujiente, sabrosa, con la grasa justa, que hace que el desplazamiento merezca la pena.

10.- Pescaito frito
Y para terminar, una concesión al pescado: La Caleta, está, como si fuera una premonición, en la Calle Tres Peces, cerquita de Lavapiés, y ofrece muy buenas frituras de esos pescaitos menores de la Bahía de Cádiz, que rebozan en harina de grabanzo y sirven en cucuruchos de papel de estraza.

Casa Revuelta
Latoneros 3  
28005 Madrid

Casa Labra
Tetuan 12 
28013 Madrid

Docamar
Alcalá 337
28027 Madrid

Bar Alonso
Gabriel Lobo18 
28002 Madrid

Sylkar
Espronceda 17 
28003 Madrid

Viavélez
Avda. General Perón 10  
28020 Madrid

La tasquita de enfrente 
Ballesta 6
28004 Madrid 

El Boquerón
Valencia 14
28012 Madrid 

Los Torreznos 
Goya 88 
28009 Madrid

Casa Sotero
Bravo Murillo 337 
28020 Madrid

La Caleta
Tres peces 21
28012 Madrid


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18 de octubre de 2016

Tartaletas de zanahorias con falso hojaldre

















ingredientes
Falso hojaldre
250 g de harina
200 g de mantequilla
125 g de agua
1 c.c. de sal

Relleno
Zanahorias
mantequilla
azúcar
almendra fileteada

preparación
  1. Para hacer el falso hojaldre, simplemente, mezclamos los ingredientes y formamos con ellos una masa que guardamos en la nevera al menos 2 horas.
  2. Estiramos la masa rectangularmente y la doblamos en tres, es decir, si dividimos longitudinalmente el rectángulo en tres partes iguales, plegaríamos una de las partes exteriores sobre la central y, sobre estas dos, plegaríamos la otra parte exterior.
    Estiramos la masa rectangularmente
    Plegamos una de las partes exteriores sobre la central
    Y, sobre estas dos, plegamos la otra parte exterior
      
  3. Volvemos a pasar el rulo sobre este plegado, teniendo mucho cuidado (esto es muy importante) de hacerlo en el sentido del lado corto del rectángulo, o sea, que el cierre debe quedar para un lado. Formamos así un nuevo rectángulo y plegamos como en el paso anterior.
  4. Repetimos la operación otras tres veces más (en total serán cinco), siempre teniendo en cuenta que el estirado debe hacerse teniendo a un lado el cierre.
  5. Si mientras se realizan estas operaciones la masa se pusiera blanda, la volveremos a meter en la nevera antes de continuar: el frío es el secreto.
  6. Con un pelador de patatas hacemos tiras a las zanahorias.
  7. Ponemos agua a hervir y las escaldamos durante 10 segundos. Escurrimos.
  8. En una sartén con mantequilla y azúcar, salteamos las tiras de zanahoria.
  9. Rellenamos moldes de tartaletas con el hojaldre (lo haremos estirando el hojaldre con el rodillo y cortando círculos del tamaño que necesitemos). Ponemos la zanahoria encima y las almendras.
  10. Horneamos a 200º unos 20 minutos

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