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7 de octubre de 2014

Del productor al consumidor



Siempre me han dado envidia los mercados callejeros franceses. No esos mercadillos a la española con puestos que venden frutas y verduras compradas a los almacenistas, sino lo que se conoce como “marché fermier”, mercado de agricultores, en los que los campesinos y granjeros venden sus productos. En los puestos no se ven esos tomates perfectamente alineados y de un tamaño exactamente igual, que parecen clónicos. Todo lo contrario: no hay dos del mismo tamaño y forma, pero todos cumplen el requisito de estar recién arrancados de la mata en su punto de madurez. Lo mismo ocurre con la fruta: nada de cámaras frigoríficas donde toma aspecto de madura la que se cogió verde del árbol. O esos quesos que los granjeros te dan a probar, orgullosos del producto que han conseguido y que creen que es el mejor del mundo. Y qué decir de los embutidos, con sus mil fórmulas que son otros tantos secretos guardados por los granjeros como si fuese la de la Coca Cola. Los “marché fermier” son habituales en toda Francia y en internet hay páginas especializadas que informan de las fechas y lugares de celebración.
Sin que yo sea una defensora a ultranza de los productos de pueblo (los hay buenos, regulares y malos, como en todo) siempre me ha parecido que estos mercados ofrecen una mejor calidad, aunque sólo sea porque es el  productor y no un intermediario el que da la cara por lo que vende, el que se la juega. Además, el agricultor o ganadero consigue mejores precios que si tiene que someterse a la tiranía de las grandes distribuidoras. Y no sólo eso: como todo se cultiva o se cría cerca, se evita la mayor la contaminación que provoca el transporte de los productos desde lugares lejanos.
Aquí en España, salvo en algunos puntos del Norte, no existen esos mercados. Los mercadillos callejeros suelen ser fruterías al aire libre, con precios más bajos, porque necesitan menos instalaciones, pero con productos muy parecidos, cultivados a gran escala. Sin embargo,  parece que algo se mueve en ese terreno. Al menos, en Madrid., donde se puede decir que cada fin de semana hay un lugar donde los productores pueden vender directamente al consumidor.

Mercados al aire libre en Madrid
El más veterano es el Día de Mercado, que todos los primeros sábados de mes organiza la Cámara Agraria en sus instalaciones de la Casa de Campo. Este fin de semana, más de sesenta productores de la Comunidad de Madrid han vendido allí sus excelentes y, a veces, poco conocidos, quesos, aceites, vinos, carnes, hortalizas, panes y hasta anchoas y vermut.
El segundo fin de semana de cada mes, la cita es en el Mercado de la Buena Vida, una gran nave industrial en pleno Barrio de las Letras. Allí se venden productos con cierto marchamo gourmet, pero también procedentes directamente de quienes los cultivan y elaboran, aunque en este caso llegan incluso desde fuera de la Comunidad.
mercado-productores-montaje
Y el último en llegar ha sido el Mercado de Productores, que se celebra durante el último fin de semana del mes en el Patio Central del Matadero. Debutaron el pasado día 27 y fue todo un éxito. Casi setenta puestos donde una multitud pudo conocer, probar y comprar productos de la Comunidad de Madrid. Además hay cocinas donde se pueden preparar algunos de los productos adquiridos, actuaciones musicales e incluso talleres para que los más pequeños puedan hacer pinitos como cocineros: era una delicia verles con sus gorros de chef, poniéndose pringados con los ingredientes que manejaban: parecía que se estaban preparando para uno de esos anuncios de detergente. En conjunto, el tipo de productos es muy parecido al del mercado de la Casa de Campo, pero repasando la lista de participantes sólo coinciden unos pocos nombres, con lo que, si se visitan los dos mercados, se puede llegar a conocer casi todos los buenos productos del campo de Madrid. Porque, aunque muchos ni lo imaginen, el asfalto de la gran ciudad tiene un límite en el que empieza el campo, lleno de plantas y animales que están para comérselos.
Y si no se quiere abandonar el asfalto, el tercer fin de semana de octubre, en la Ciudad Universitaria se va a celebrar un mercadillo de comida callejera: MadrEAT. Ya se sabe, hamburguesas, perritos calientes, bocatas de calamares, cerveza, vinos por copas… Según sus promotores, entre los que hay algunos importantes cocineros, se trata huir del concepto “comida basura” que parece asociado a estos puestos callejeros de comida, para ofrecer productos y elaboraciones de calidad. Puede ser una buena forma de pasar el fin de semana.

Día de Mercado
Pº de la Puerta del Ángel, 4
Recinto ferial Casa de Campo
Próximo: 4 de octubre

El Mercado de la Buena Vida
Gobernador 26
Madrid
Próximo: 11 y 12 de octubre

MadrEAT
Jardín Botánico de la Universidad Complutense.
Avda. Complutense, 12
Madrid
Próximo: 18 y 19 de octubre

Mercado de Productores
Matadero Madrid
Paseo de la Chopera 14
Próximo: 25 y 26 de octubre

11 de marzo de 2013

La Buena Vida: del productor al consumidor



















Estos chicos tan sonrientes son Roberto y Francisco. El sábado han cogido su furgoneta, la han cargado del excelente aceite que producen en Carabaña (Madrid) y se han ido a venderlo a La Buena Vida, un mercadillo de productos ecológicos, artesanos y de proximidad que se monta el primer fin de semana de cada mes en HUB Madrid. El HUB Madrid es uno de esos enormes y desvencijados patios interiores con techo acristalado que tanto abundan en el viejo Madrid y que en muchos casos se han convertido en garajes. Este no; este es un sitio inclasificable que puede ser, sucesiva o simultáneamente, una oficina, un café, una sala de eventos o, como este fin de semana, un mercadillo de alimentación.
Estuve allí en la mañana del sábado y además de una botella del afrutado aceite virgen extra Olivum de Roberto y Francisco; compré un queso semicurado de La Rosa Amarilla, que elabora en la vega de Chinchón una familia manchega; un tempranillo joven de bodegas La Tercia, de Alcázar de San Juan, huevos de corral recogidos esa misma mañana en una granja de Brunete y un pan de Cea, el único con denominación de origen en España.
Los de Chinchón con sus quesos y embutidos
 También podría haber llenado la cesta con naranjas cogidas el día anterior; embutidos de la Chacinería El Valle, de Chinchón; unas mermeladas murcianas con una pinta extraordinaria; cerveza artesanal y muchas cosas más, todas con el marchamo ecológico y artesanal o de empresas de producción corta. Y lo más importante: los vendedores eran los agricultores o granjeros que habían cultivado o elaborado con sus manos lo que vendían.
No abundan en España los mercados en los que los productores puedan vender directamente al consumidor. Recuerdo haber visitado algunos en el norte, como el de los sábados en Cabezón de la Sal o los pequeños puestos de los campesinos que rodean el extraordinario mercado de abastos de Santiago de Compostela, pero, en general, los mercadillos callejeros reúnen más a comerciantes que a productores, con lo que la calidad suele bajar. No es lo mismo que un hortelano te venda tomates, madurados en la mata, que ha recogido la tarde anterior, que comprar esas frutas y hortalizas de largo pedigrí en cámaras frigoríficas que suelen constituir la oferta en los mercadillos.
Yo recuerdo los mercados callejeros de la Provenza, donde el hortelano ofrece orgulloso lo mejor que cosechado en su huerta en los últimos días, o el ganadero te da a probar el queso artesanal que ha elaborado con la leche de sus vacas.
Los ingleses los llaman farmer’s market (mercado de granjero) y en Londres hay algunos extraordinarios, como el famoso Borough Market, un mercado mayorista que, desde hace siglos , abre jueves, viernes y sábados para los particulares y ha terminado por convertirse en un paraíso gourmet.
Tampoco debe de estar mal ese mercado de veneciano de Rialto, donde, al aire libre, hacen sus compras esos gourmets impenitentes que son el comisario Brunetti y su esposa en las novelas de Dona Leon.
Aquí, como digo, no es fácil conseguir esos “alimentos de km 0”, que son siempre de mejor calidad. También son algo más caros, que todo hay que decirlo, pero merece la pena comprarlos cuando esté a nuestro alcance: no sólo vamos a disfrutar más en la mesa, además ayudamos al medio ambiente (como vienen de más cerca su transporte produce menos CO2) y permitimos la supervivencia de unos agricultores y ganaderos que miman su producto.
¿Dónde esta Wally (Elena)? Pulsa en la imagen para ampliar
Además. el HUB Madrid, donde se organiza el mercadillo "La Buena Vida", tiene el valor añadido de su situación, en pleno centro de Madrid, detrás del Caixa Forum, es decir al ladito del Paseo del Prado, en la que, seguramente, es la zona más bonita de la capital. Como se puede tomar el aperitivo "in situ" degustando alguno de los productos que se venden allí, no es raro que este fin de semana estuviera lleno de clientes con cara satisfecha.
Hay otro mercado de este tipo, el primer sábado de cada mes, en la Casa de Campo. Lo organiza la Cámara de Comercio y es sólo para productos de Madrid. Ya hablaremos de él otro día.
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