5 de junio de 2018

Hacer la compra en la Feria del Libro

Por fin saqué tiempo para ir a la Feria del Libro. No me la pierdo desde que, de pequeña, me llevaba mi padre, todavía en el Paseo de Recoletos. Da gusto ver tanto libro y tanta gente que lo compra y lo lee, ahora que muchas nos hemos pasado al e-book y, sólo de tarde en tarde, sentimos la agradable sensación de notar el tacto del papel de los libros y de oler su aroma especial. Soy lectora empedernida y, en la Feria del Libro, busco ponerme al día de lo que se publica además de los best sellers, ahora que las pequeñas editoriales, capaces de alumbrar joyas increíbles, aparecen por todas partes como setas en primavera lluviosa.
Y por supuesto, busco lo último publicado sobre cocina y gastronomía.
Después de unos años en los que la culinaria se había apoderado de todos los stands de la feria, en este hay bastante menos oferta. Allí estaban, por supuesto, las dos grandes librerías de cocina de Madrid: A punto y Aliana. Son ya veteranas, aunque siguen en buen estado de forma, ofreciendo un catálogo de novedades que ponen los dientes largos y, lo que es mejor, un fondo editorial amplísimo en el que se puede buscar casi todo lo publicado sobre cocina en los últimos años. Como si fuese con la carta a los Reyes Magos, yo llevaba mi lista de libros que me apetecía comprar, pero, si esta era larga, mi bolsillo no lo es tanto.
Por ello me he quedado con ganas de llevarme “Dos palillos”. Ese es el título del libro y el nombre del restaurante que abrió en Barcelona uno de los cocineros del equipo de El Bulli: Albert Raurich. Va de cocina asiática y, aunque su portada minimalista no lo aparenta, su interior es un estallido de color y creatividad que casi hace daño a los ojos. Los 45 euros del precio han sido una barrera insalvable para mi bolsillo, ya fatigado con otros volúmenes que se le habían adelantado.
Y eso que me había ahorrado los 40 euros que cobran por “La cocina Aromática”, un atractivo volumen que estaba entre los primeros de mi lista, pero que, hojeado, perdía mucho interés y el poco que restaba se lo llevó por delante un precio disuasorio: se quedó en la caseta de Aliana, cuya dependienta tampoco es que hiciera mucho por vendérmelo.
A pesar de estos reveses, como siempre, he salido bien cargada de la feria.
Me gusta especialmente “Lisboa: recetas desde el corazón de Portugal”, un volumen, editado con la calidad gráfica de Lunwerg, que, desde el primer momento me ha entrado por los ojos. Espero que no sea ese el único sentido que se beneficie de la compra.


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