23 de enero de 2018

Madrid Fusión: huevos fritos de colores

Este lunes ha comenzado Madrid Fusión, el escaparate de las cocinas más vanguardistas del mundo, convertido en puro espectáculo. Siempre me ha parecido que este festival, que esta feria, viene a ser a la cocina lo que la Pasarela Cibeles es a la moda, una serie de desfiles (aquí se llaman ponencias) en las que los chefs más imaginativos, estrafalarios, arrogantes, mediáticos, rigurosos, creativos… presentan sus elaboraciones más recientes o el resumen de sus experimentos y alquimias. Siempre me he preguntado que finalidad tienen esos desfiles de moda en los que modelos de cuerpos que parecen trazados con photoshop exhiben unos ropajes exuberantes o minimalistas, coloristas o monocromos, muchas veces bellísimos, pero con un común denominador: nadie en su sano juicio se atrevería a ponérselos para salir a la calle o incluso ir a una fiesta.
En Madrid Fusión vemos desfilar ante nuestros ojos un increíble surtido de platos, bocados, preparaciones, productos e incluso sacrilegios culinarios que ni en el mejor de los sueños podrían aparecer en el día a día de nuestras mesas. Es, como en el caso de la pasarela, el mundo de la cocina convertido en deslumbrante espectáculo, casi de magia, para mayor deleite de los sentidos. Los grandes chefs, que hace tiempo se han convertido en estrellas mediáticas, compiten por sorprender aún más a quienes, muchas veces, no hemos terminado de “digerir” sus experimentos más arriesgados. Se trata de ver quien llega más lejos en un mundo exclusivo y elitista, que los humanos corrientes nos tenemos que conformar con mirar desde el otro lado del cristal: el que está fuera. Leo en los resúmenes de la primera jornada (la entrada cuesta 100 euros y no estoy para dispendios) que la cosa ha empezado con unos huevos fritos de colores, que aparentemente no tienen mucha historia: se toma un huevo, se le quita la yema y se la sustituye por una esferificación de lo que se quiera y se fríe. Seguro que no es tan fácil como parece, que la propuesta de Eduard Xatruch y Oriol Castro, dos cocineros de El Bulli, que ahora dirigen Disfrutar, tiene muchísimos más matices que el simple juego de colores.
Yo me pregunto si esos huevos tendrían éxito entre la clientela de un sitio tan clásico y conservador como Casa Lucio. Tengo muchas dudas. Pero también es verdad que el tipo de cocina que se trata de promocionar en Madrid Fusión se mueve en otros terrenos: si Lucio sería lo castizo, lo local, Madrid Fusión juega en las grandes ligas internacionales de la cocina, por más que haya gente que se empieza a cansar de tanto experimento.
David Jorge, el genial y campechano Robin Food, lo dice sin pelos en la lengua.


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