17 de octubre de 2017

Mercado de Vallehermoso: comprar, comer beber y disfrutar.

El Mercado de Vallehermoso ha sido el último en incorporarse a esa arrolladora tendencia que abrió el Mercado de San Miguel, han continuado la mayoría de los del centro de Madrid y se ha extendido a ciudades de toda España e incluso a capitales extranjeras (véase la transformación gastronómica del gigantesco Mercado da Ribeira de Lisboa, a orillas del Tajo).
Pero eso de cambiar pescaderías, fruterías y carnicerías en una sucesión de bares más o menos gourmet, que registran su mayor afluencia a horas en la que no se va precisamente a hacer la compra, empieza a estar muy visto. Y parece que los comerciantes del Mercado de Vallehermoso lo han entendido.
La transformación, que empezó a principio de año con la apertura de algunos pequeños bares y restaurantes, ha culminado este otoño con la puesta en marcha de un mercado de productores, que ha ocupado un semisótano lateral que estaba en desuso. Por primera vez, los propios hortelanos, ganaderos, queseros... tienen puesto fijo en un mercado para vender sus carnes, quesos, chorizos huevos e, incluso caracoles, recién traídos de Cadalso de los Vidrios. Se trata de productos de proximidad: quesos de Chibchón (La rosa amarilla), de Fresnedillas de la Oliva (La Cabezuela, que también vende leche de cabra recién ordeñada), carnes de Miraflores (La cuerda larga), ahumados de Madarcos, en el valle del Lozoya (El ahumadero) y así hasta una veintena larga de puestos que tratan de poner, frescos y sin intermediarios, los productos de Madrid al alcance de los madrileños. También la vermutería, recién abierta, sirve el vermut Zarro de Fuenlabrada y en la barra que ocupa el espacio del antiguo puesto de congelados, tiran la también madrileña y artesana, cerveza La Virgen. Eso si, el aceite que se vende en Oliva es de Jaén (Cazorla, Peal del Becerro, Bailén..). Esther Oliva -el apellido la predestinaba- lo trae desde La Carolina, de donde procede también el exquisito paté de perdiz que pone a la venta.
Pero, en el Mercado de Vallehermos, siguen también, luminosos y coloridos como nunca, los puestos de toda la vida, que parecen renacidos con la nueva compañía. La frutería de los hermanos Peña, la mantequería de A. Rodríguez... Y entre ellos, en un pequeño espacio que atrae como un imán, tiene su mostrador Higinio Gómez, “el pollero de las estrellas”, que surte a los chefs Michelín.
Desde poularda gallega hasta pollo negro del Penedés, desde Poulet de Bresse hasta azulones, todo lo relacionado con las aves parece tener sitio en este portentoso y minúsculo espacio que acaba de ser reconocido como mejor puesto de mercado por la Academia Madrileña de Gastronomía.
Restaurantes
Por supuesto, como en todos estos mercados renacidos, hay también una abundante oferta de pequeños restaurantes y barras que abarcan buena parte de las cocinas internacionales más en boga. Desde el Kitchen 154, que amenaza con su cocina picante y canalla (lo dicen ellos) hasta las empanadas argentinas de Graciana, pasando por el japonés Washoku, el italiano Di Buono o Shito Trufa & Co, el único bar de Madrid, especializado en trufa.
Era la hora de comer y nos sentamos en las banquetas de la mesa, alta y corrida, de Tripea, donde Roberto Martínez, procedente de Nakeima, ofrece un menú fusión de inspiración peruana, realmente bueno. Todavía me relamo con el tiradito de corvina con leche de tigre y el estupendo ceviche caliente de mejillones hechos en el wok.



De postre, un rico helado sobre “speculoo”, esa típica galleta belga, cerró el menú de ocho pases a 35 euros, bebidas aparte. La carta de vinos es corta pero muy bien pensada y el agua, te las sirven fresca del grifo sin necesidad de pedirla. El servicio, simpático y eficiente a pesar de que una sola persona atiende a los veinte comensales que caben en la mesa, situada en un pasillo del mercado.
Fue una estupenda forma de acabar el día.

Mercado de abastos de Vallehermoso
Vallehermoso, 36
28015 Madrid
Teléfono: 914 47 54 67

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