21 de marzo de 2017

PROGRAMA 2º TRIMESTRE DE 2017

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01 Bagels al estilo de Busum
     Garbanzos marineros
     Nuestras torrijas
22, 23 y 24 de marzo

02 Ensalada de espinacas y fresas
     Lentejas con bacalao y ajo negro
     Pastel frío de piña
29, 30 y 31 de marzo

03 Judías verdes con mejillones
     Merluza rellena
     Retorcidos
5, 6 y 7 de abril

04 Cocina hoy y come mañana:
*      Ensaladilla rusa de pasta
*      Roastbeef de pavo
*      Biscuit glacé
19, 20 y 21 de abril

05 Pastel de lentejas y arroz
     Surtido de huevos rellenos
     Falso souflé de fresas
26, 27 y 28 de abril

06 Ensalada de queso fresco a las hierbas
     Paella de chipirones y alcachofas
     Canelones de melón con mascarpone
3, 4 y 5 de mayo

07 Coca de hortalizas
     Ragú de pez espada
     Crema de Arzúa
10, 11 y 12 de mayo

08 Salpicón de alubias
     Pollo con cornflakes al horno
     Espuma de dulce de leche
17, 18 y 19 de mayo
   
09 Brick de atún tunecino
     Solomillo de cerdo con bacon y ciruelas
     Bananas Foster
24, 25 y 26 de mayo

10 Sopas frías y sangría al cava
31 de mayo, 1 y 2 de junio

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15 de marzo de 2017

Berenjenas fritas con miel de caña


ingredientes  
Berenjenas, aceite, sal, miel de caña y harina  

preparación
  1. Con una mandolina cortamos la berenjena a lo largo en láminas finas.
  2. Las ponemos sal y las pasamos por harina, procurando que queden bien rebozadas.
  3. Ponemos a calentar una sartén con aceite y llenamos un cuenco con agua fría.
  4. Cuando el aceite está bien caliente, vamos pasando las berenjenas enharinadas por el agua fría e, inmediatamente, a la sartén.
  5. Freímos bien hasta que se doren.
  6. Después de sacarlas las regamos con un hilo de miel de caña y las tomamos inmediatamente.

¡Ojo! No hay que dejar que la berenjena repose en el agua. Se introducen de una en una, se sacan, y al aceite.

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Berenjena frita a bastones

ingredientes
Berenjena, leche, sal, harina y aceite

preparación
  1. Sin quitarle la piel, cortamos la berenjena a bastones.
  2. Cubrimos los bastones con leche y sal y dejamos que reposen una hora.
  3. Freímos. (para freír, utilizamos el mismo procedimiento “agua-aceite” de la receta anterior.

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Huevos de codorniz congelados, fritos

ingredientes  
Huevos de codorniz, aceite, sal, huevo, harina y pan rallado

preparación
  1. Congelamos los huevos de codorniz, en su estuche, nada más comprarlos.
  2. Nos preparamos para empanar: batimos un huevo con una pizca de sal, ponemos harina en un plato y pan rallado en otro.
  3. Ponemos al fuego una sartén profunda con aceite.
  4. Vamos sacando los huevos de congelador, de cuatro en cuatro.
  5. En un bol con agua templada, pelamos un huevo.
  6. Lo pasamos bien con harina y luego, sucesivamente, por huevo y pan.
  7. Hacemos los mismo con los cuatro huevos y los vamos friendo.
  8. Repetimos la operación con los demás huevos, siempre de cuatro en cuatro, para evitar que se descongelen antes de tiempo.
  9. El resultado debe de ser una yema líquida y la clara hecha.

Podemos incorporar sal en cualquiera de los pasos.

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Pastas de té


ingredientes

225 g de mantequilla, leche condensada (180 g), 1/2 c.s. de ralladura de naranja, 2 yemas, 325 g de harina
Para decorar
Chocolate, guindas, mermelada de fresa, coco rallado, frutos secos (nueces, avellanas, almendras…) azúcar glas

preparación
  1. Mezclamos todos los ingredientes y formamos una bola, que ponemos en una bolsa de plástico y llevamos a la nevera. (es importante que la mantequilla esté a punto de pomada)
  2. La masa debe de coger textura para poder estirar y eso se consigue al enfriarla.
  3. Si tenemos prisa, dividimos la masa en dos antes de guardarla en la nevera.
  4. Con un rodillo, estiramos la masa (el grosor será al gusto de cada uno) y cortamos las pastas con diferentes cortapastas.
  5. Ponemos encima de cada pasta coco, cerezas…
  6. Si las queremos con chocolate, primero las horneamos y después las pasamos por chocolate derretido, sumergiendo sólo media pasta.
  7. Horneamos a 180º entre 10 y 12 minutos, cuidando de que no tomen color.
  8. Podemos hacer “pastas dobles”, rellenas de mermelada. En el mercado venden cortapastas dobles, uno con agujerito y el otro sin él. Una vez horneadas las dos pastas, ponemos mermelada en el centro de la circular y encima ponemos la que tiene el agujerito, de forma que se vea la mermelada. En ese caso, al ser dobles, haremos las pastas más finas.

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Pastas al minuto

  ingredientes 
Leche condensada, pan de molde sin corteza, mantequilla o margarina, almendras fileteadas

preparación
  1. Untamos con mantequilla varias rebanadas de pan de molde.
  2. Cortamos las pastas con un cortapastas (4 por rebanada). 
  3. Sobre un papel de horno, ponemos las pastas con la mantequilla para abajo.
    Por la parte de arriba, en el centro, añadimos una cucharadita de leche condensada.
    Hay que tener cuidado de no poner mucha, porque se saldrá, ni poca, porque las pastas quedarían secas.
    Cubrimos por encima con almendras y horneamos a 180º hasta que veamos que se doran. 

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14 de marzo de 2017

El té de las cinco

Dicen que, actualmente, en Inglaterra, eso del Té de las cinco (Five o' clock tea) es más una atracción para turistas que esa especie de acto religioso con hora fijada del que tanta literatura se ha hecho desde Jane Austen para acá. Los ingleses toman té en cualquier momento del día, pero, salvo los muy rancios, casi ninguno lo hace a las cinco, porque para ellos es casi la hora de cenar. Habría que hablar más del Afternoon Tea, es decir un té por la tarde en una hora que para nosotros sería aún de sobremesa.
No obstante, si eres turista en Londres, merece la pena que te pases por uno de esos templo del té donde, cada tarde y no necesariamente a las cinco, se renueva esa antigua tradición de tomar la legendaria infusión acompañada de los populares “scones”, esos panecillos de centeno o avena que se sirven con mermeladas, por supuesto, de fresa o frambuesas, y la clotted cream, literalmente nata coagulada, cuya cremosidad está entre la nata y la mantequilla y que, una vez probada, no se olvida jamás. La exuberancia del te de las cinco, incluye pastelitos glaseados y todo tipo de tartas, pero también bocados salados, como los míticos, y para nosotros inimaginables, emparedados de pepino, de berros y huevo, salmón y crema, roastbeef y mostaza, y queso y tomate. Todo tiene cabida si hay apetito.
Pero lo importante es el té, que será negro y de una de esas mezclas aromatizadas como el Earl Grey, el té de Ceilán o el Darjeeling. El conocido Breakfast Tea, es sólo para el desayuno, como su propio nombre indica.
Debe hacerse en una tetera de esas panzudas, que se habrá precalentado, servirse en traslúcidas tazas de porcelana china y acompañarse de una conversación intrascendente. Si mesa y comensales están elegantemente vestidos, la estampa puede servir de portada a una de esas victorianas novelas de Jane Austen.
Sitios como Fortnum & Mason o algunos de los mejores hoteles de Londres siguen conservando la tradición a precios prohibitivos y con la exigencia de una cierta etiqueta en el vestir, pero, una vez en la vida, merece la pena. Para comprarlo, los míticos almacenes Harrod’s o el mentado Fortnum & Mason, tienen las marcas más exquisitas.

Antes que té, fue chà

No deja de ser paradójico que el té fuese introducido en Europa por Portugal, que es el país del café por excelencia. Pero nuestros vecinos, que fueron pioneros en eso de la navegación a distancia, pronto se dieron cuenta de las posibilidades comerciales de estas mezclas de hierbas que volvían locos a chinos, indios y japoneses. Lo llamaban y lo llaman Chà, como les sonaba de haberlo oído en los países de origen, aunque terminó por llamarse té, como la letra con la que se marcaban las cajas en que lo transportaban.
El té es la segunda bebida más consumida, la primera es el agua, y aunque los ingleses se la han apropiado, es en China, la India y Japón donde se consume en mayor cantidad y desde hace más tiempo. Con la ceremonia propia de esas gentes, en China toman un té verde fresco, dulce y delicado, mientras que el de Japón, también verde y fresco, es astringente y el de la india aromático, rico y tonificante
Rusia, que se lo sirve desde el grifo de un samovar, y Marruecos, que da la bienvenida con esos vasitos ardientes de tés dulzones y aromatizados, cierran la lista de grandes consumidores.

Aquí en España no hay costumbre y pedir un té es un riesgo: ni el producto es bueno ni saben servirlo. En general, se prefiere el café y aquellos elegantísimos salones de té decimonónicos han ido desapareciendo. El último ha sido el Embassy que, con casi un siglo de rica historia a sus espaldas sirviendo a burgueses y aristócratas del barrio de Salamanca, ha cerrado esta semana. Sí proliferan últimamente las teterías, con una fiel clientela entre la gente joven y mezclas e infusiones de lo más heterodoxo, pero, en general, aquí somos más de manzanilla y, para los nervios, tila.
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8 de marzo de 2017

Brochetas de chips

ingredientes  
Patatas medianas, aceite y sal

preparación
  1. Elegimos patatas viejas, a ser posible, no muy grandes.
  2. Las cortamos con mandolina, peladas o sin pelar.
  3. Las cubrimos de agua fría y, pasado un rato, cambiamos el agua para que la patata pierda el almidón.
  4. Las dejamos en agua fría una hora (pueden estar hasta 12 horas). 
  5. Secamos y freímos en abundante aceite. Si se quiere, antes de freír se pueden ensartar en un palo de brocheta.

Si pelamos las patatas, podemos freír las mondas de la misma manera y acompañarlas con alguna salsa.
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Aguja asada en olla

ingredientes
1 kg de aguja de cerdo en una sola pieza, 1 cebolla, 1 zanahoria,
1 rama de apio fresco, 1 vaso de vino blanco, 1 c.c. de semillas de mostaza, 1 c.c. de mostaza en polvo, 1 c.c. de mostaza en salsa, 
aceite, sal y pimienta

preparación
  1. Bridamos la carne para que no pierda la forma.
  2. La salpimentamos y, en la olla a presión con un poco de aceite, la doramos por todos los lados.
  3. Incorporamos el resto de los ingredientes y un poco de agua (la carne no debe de quedar cubierta)
  4. Cocemos durante 10 minutos, sacamos la carne y dejamos que enfríe.
  5. Pasamos la salsa por un chino o bien la trituramos.
  6. Cortamos la carne a filetes y acompañamos con su salsa.
    Mostaza en grano, en polvo y en salsa
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Clafoutis de pera

ingredientes  
3 peras, 4 huevos, 125 g de azúcar, 80 g de harina, 60 g de mantequilla, 250 ml de leche, vainilla, azúcar glas y una pizca de sal.

preparación
  1. Batimos los huevos con el azúcar, la mitad de la mantequilla, la leche, la vainilla y una pizca de sal.
  2. Añadimos la harina, amasamos y dejamos que la masa repose mientras precalentamos el horno a 180º.
  3. Pelamos las peras y las cortamos en laminitas.
  4. En un molde de tarta de manzana que pueda ir a la mesa, ponemos las peras (podemos añadir frambuesas, si queremos).
  5. Vertemos la masa y ponemos por encima la mantequilla a trocitos.
  6. Horneamos a 180º durante 40 minutos.
  7. Podemos tomar el clafoutis tanto frío como caliente y acompañado de una bola de helado de vainilla.

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7 de marzo de 2017

Críticos gastronómicos


El periodista pregunta a Colman Andrews, uno de los más prestigiosos escritores de cocina norteamericanos, cómo decidió hacerse crítico gastronómico: “porque mi madre cocinaba muy mal”. No sería un mal motivo, pero no creo que los críticos gastronómicos escriban para vengarse de los malos cocineros. No sé cuales son sus móviles (los de los críticos) pero creo que en los últimos años -se trata de un fenómeno que sólo tiene unas décadas- han sido un factor determinante para llevar las cocina de este país desde el cero hasta casi el infinito. Los hay de todo tipo: radicales y condescendientes; exquisitos y populacheros; ortodoxos y heterodoxos; de etiqueta e informales… pero ya se sabe que sobre gustos, nunca mejor dicho, no hay nada escrito.
Yo suelo leer regularmente a algunos de ellos, los que, pasados los años, me van pareciendo los más interesantes.

Sigo, por ejemplo, a José Carlos Capel, que debe ser el decano de la crítica gastronómica en España. Sus crónicas de restaurantes en El País parece que sientan cátedra, hasta el punto de que una buena calificación suya llena inmediatamente cualquier local. No sé si ocurre al revés. En Capel hay una dualidad, porque en el periódico se inclina más por los restaurantes innovadores, los que atienden a los nuevos gustos que, en cierta forma, él contribuye a crear. Sin embargo, en su blog, Gastronotas De Capel, parece que se siente libre de la solemnidad de un medio tan importante como El País y se suelta el pelo, prestando más atención a cocinas más polulares, platos tradicionales, restaurantes interesantes, aunque sean de medio pelo, productos de calidad, etc.

También leo a Carlos Maribona, en su “Salsa de chiles” que publica en ABC. Algo más clásico en sus gustos que Capel, sus crónicas, sus listas de restaurantes, sus destacados del año, ofrecen multitud de sugerencias a quien busca un lugar para comer bien. Disfruto, además, del diálogo que mantienen con los lectores que escriben comentarios en su blog. Mi favorita fue la respuesta a un lector que, contra la crítica no muy favorable de Maribona a un restaurante de Lisboa, argumentaba que estaba entre los cinco primeros en Tripadvisor. “Más a mi favor”, le replicó.

Cuaderno Matoses, que se publica en Metrópoli, con la firma de este enigmático gastrónomo, tampoco da malas pistas. Es quizá el más internacional, lo que no impide que, como en su último comentario, pueda poner por las nubes a la humilde plancha de un bar de las afueras de Granada, en el que, al parecer, estuvo cerca del éxtasis. Acaba de publicar la lista de los 50 sitios dónde mejor comió en 2016, año en que, según dice, estuvo en más de trescientos restaurantes. Así de duro debe de ser el trabajo del crítico gastronómico, aunque a muchos les parezca, más que trabajo, placer. Colman Andrews, del que hablábamos al principio, dice que ser crítico gastronómico es “como ser caballo semental, al que le programan las cópulas con regularidad de metrónomo: si conviertes lo placentero en trabajo, deja de ser tan placentero”.

Por eso, quizá, el equipo de El Comidista, con Mikel Iturriaga (es igualito que su hermano) al frente, ha decidido tomarse con humor esto de la culinaria y se ha convertido en una de las páginas jóvenes más influyentes, capaz de declarar viejunos, platos que creíamos lo más.

Mucho más amable, uno de mis escritores gastronómicos favoritos, Caius Apicius, deje a un lado la crítica de restaurantes para glosar los placeres de la buena mesa, con lenguaje sencillo y erudito, en las crónicas que desde hace más de 30 años distribuye la agencia Efe para periódicos de media España. Leerlo se convierte en un placer, en la línea de clásicos como el gran Néstor Luján o, antes, Álvaro Cunqueiro. O, antes inclusive, Doña Emilia Pardo Bazán, cuyo libro “La cocina española antigua” es un regalo para los amantes de la buena mesa (un poco antigua, como dice el titulo) y el castellano.

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1 de marzo de 2017

Cordon bleu de berenjena


ingredientes

1 berenjena, 3 lonchas de jamón de York, 3 bolas de mozzarella fresca, 2 o 3 huevos, harina y pan rallado, aceite para freír

preparación
  1. Con la mandolina, cortamos en lonchas la berenjena a la que habremos quitado los dos extremos. Salen unas 12 lonchas.
  2. Las colocamos sobre un paño, ponemos sal gorda y las dejamos reposar hasta que vemos gotas de agua por encima.
  3. Las secamos y en la mitad de ellas ponemos jamón y mozzarella fresca.
  4.  Tapamos con la otra mitad de loncha de berenjena, con lo que nos quedarán seis sándwiches de berenjena (berenjena+jamón+queso+berenjena)
  5. Pasamos bien por harina, teniendo la precaución de enharinar los bordes con el mismo cuidado.
  6. Bañamos en huevo batido y, por último, en pan rallado.
  7. Freímos en aceite.

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Lenguado a la naranja

-->ingredientes  
2 lenguados, 1 naranja, 1 limón, 1 cebolla, 1 vaso pequeño de vino blanco, aceite, harina, perejil, sal y pimienta

preparación
  1. Salpimentamos los lenguados (sin la piel blanca ni negra) los pasamos por harina y los freímos en aceite suave. Reservamos.
  2. Exprimimos la naranja y el limón (antes de exprimir la naranja, rallamos la cáscara y la reservamos)
  3. En un poco de aceite, rehogamos la cebolla lentamente para que quede como confitada.
  4. Encima de la cebolla echamos el vino y dejamos que reduzca.
  5. Añadimos los zumos a la salsa.
  6. En una cazuela, ponemos los lenguados. (Ojo, tienen que ir en plano. Si se hacen muchos se pueden poner en una gran bandeja de horno).
  7. Vertemos la salsa encima. La cantidad de salsa variará según el tiempo que vayamos a necesitar para terminar de hacer el pescado. Si ese tiempo es corto, echaremos menos salsa. Si necesita más tiempo, se pondrá más salsa, para compensar lo que merme.
  8. Ponemos la cazuela al fuego (o al horno a 200º) y terminamos de rematar el plato.
  9. Espolvoreamos con perejil picado y la ralladura de naranja.
  10. De guarnición se puede poner arroz o cous-cous.

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Rosquillas de flan

-->ingredientes  
2 huevos, 200 ml de aceite de girasol, 100 g de azúcar, 1 sobre de flan, 1 sobre de levadura Royal, 100 g de harina, vainilla, ralladura de limón. 
(Si se van a freír habrá que triplicar la cantidad de harina y se necesita aceite)

preparación
  1. Batimos fuertemente los huevos con el azúcar y el aceite.
  2. Incorporamos la harina, la levadura, el flanín, la vainilla y la ralladura.
  3. Si vamos a freír, hacemos rulitos de masa que vamos cerrando con forma de rosquilla y friendo.
  4. Si van al horno, la masa llevará menos harina y será muy blanda.
  5. Colocamos en moldes de pequeños savarines y horneamos a 180º durante unos 10 minutos.(para el horno no será necesario darle forma de rosquillas.
  6. En caliente, pasamos las rosquillas fritas por azúcar.
  7. Si optamos por hornear, sin que se hayan enfriado del todo, espolvoreamos con azúcar glas.
  8. Si se quiere se puede añadir a la masa un chorrito de anís.

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28 de febrero de 2017

Telva, hace un siglo

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La Hemeroteca Municipal de Madrid ha montado en el Cuartel del Conde Duque, una pequeña exposición en torno a Pictorial Review, una revista mensual para la mujer (moda, casa y cocina) que se editó en Estados Unidos en el primer tercio del siglo XX. Los norteamericanos, y especialmente las norteamericanas, han sido siempre muy aficionadas a este tipo de magazines “prescriptor” que te dan ya pensado lo que hay que hacer para estar a la última. La tirada de Pictorial Review llegó a superar los 3 millones de ejemplares y, en vista del éxito, se lanzaron a hacer ediciones en todo el mundo, una de ellas en español. De ella trata la exposición que, a pesar de su reducido tamaño, sirve para ver hasta qué punto han cambiado las cosas en el terreno de la cocina y la moda en los últimos cien años y como lo que entonces era lo más es ahora pieza de museo.

El té 
Lo primero que llama la atención es la importancia que en aquel tiempo daban al protocolo las clases altas, que es a las que se dirige la revista. Son muchos los artículos sobre las formas de comportarse en la mesa, la disposición de platos y cubiertos, la ornamentación, siempre excesivamente barroca, y el vestido, sometido a estrictas normas de etiqueta, cuya violación. En la publicidad se incluyen numerosos anuncios de trajes de etiqueta e incluso vestidos (de la firma Franklin Simon & Co) para tomar el té que, para las clases altas, debía ser un momento importante del día. En un anuncio, el restaurant Parisiana, en Moncloa, se publicita como “el elegido por las más distinguidas damas para reunirse de cinco a seis”. La misma mesa del té respondía a modas: “una de las mesas de té más elegantes es ahora la blanca con contorno negro, sobre la cual se coloca una bandeja de caña blanca y negra, cubierta con cretona de los mismo colores y un piso o base de vidrio. En la bandeja cinco tacitas con interior blanco inmaculado, en oposición al exterior que es negro”. Todo muy chic.

Cocina 
Por supuesto, en una revista para la mujer se incluyen recetas que, casi siempre, se organizan en menús diarios: para el desayuno, el almuerzo (lunch para los más finos) y la comida, que, ignoro por qué, es la forma de denominar a la cena. Con el concepto que tenemos actualmente de la gastronomía británica, llama la atención que el menú semanal, que se sugiere como cénit del refinamiento, sea un menú a la inglesa. Por ejemplo, una de esas refinadas cenas que sugiere Helen Hackensack, incluiría sopa de crema de guisantes, carne de vaca en salmuera, patatas hervidas, col, ensalada de manzanas y nueces, barquillos, queso, arroz con leche y café. No creo que en las Bodas de Camacho fueran más contundentes las cenas.

Menaje 
Como revista moderna, Pictorial Review, promociona la introducción de la tecnología en la cocina, como la refrigeradora automática de la Illinois Refrigerator Company, cuya sorprendente virtud es que a la vez que conserva las provisiones , enfría una abundante cantidad de agua en la cubilla refrigeradora, cubierta de porcelana. Toda una pieza de museo. Como también lo son los utensilios de aluminio Wear-ever una compañía que sigue aún funcionando.
La nota castiza de la publicidad en este finísimo magazine la pone el anuncio de las Aguas de Marmolejo, “de creciente éxito para los enfermos del estómago, hígado, artritismo, diabetes y cloro-anemia”. En aquellos tiempos, burgueses y aristócratas guardaban siempre unos días para “ir a tomar las aguas” a un balneario de moda. El de Marmolejo anunciaba como aliciente la próxima inauguración del tranvía que transportaría a los clientes desde el pueblo. Aunque no se crean ustedes, el novedoso tranvía se movía tirado por mulas.

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21 de febrero de 2017

Quesos

Al terminar la cena, en casa de los Roger, mis amigos de Lyon, siempre sacan a la mesa una tabla con tres o cuatro quesos. No podría ser de otra manera o, al menos, en chez Roger no parece que conciban otra manera de terminar la última comida del día.
Brillant Savarin, el mítico autor del primer libro sobre gastronomía (Fisiología del Gusto, 1825) llegó a decir que “una comida sin queso es como una mujer hermosa a la que le falta un ojo”. Churchill, que como buen inglés no era sospechoso ni de gastrónomo ni de francófilo, veía en la afición de los franceses por el queso poco menos que el alma gala: “Un país que produce casi 360 tipos distintos de queso no puede morir”. Camembert, Brie, Emmental y Roquefort, junto con el Gruyer, son, seguramente los quesos más conocidos del mundo y todos, salvo este último, son franceses, como lo es el amor con que los elaboran y la pasión con la que los defienden. Todavía recuerdo la cara de un granjero de la Provenza cantando a sus posibles clientes del mercadillo de Tarascon las alabanzas del queso que él mismo elaboraba: parecía entrar en éxtasis. Curiosamente, los franceses sólo son los segundos consumidores del mundo. Según la FAO, el primer puesto les corresponde a los griegos con 27’4 kg per cápita al año. ¿Y los españoles?
La estadística del Ministerio de Agricultura dice que cada español consume al año algo menos de ocho kilos de queso y que nuestra producción, 400.000 toneladas, nos deja fuera del ranking de los 10 mayores productores del mundo. Sin embargo, somos uno de los países con más variedad de quesos, sobre todo de leche de oveja y de cabra. Hay que tener en cuenta que España es el mayor productor europeo de leche de oveja y el segundo de cabra. Tenemos cientos de tipos de queso y 26 de ellos están amparados por el marchamo de calidad de la Denominación de Origen, pero un español medio no sabría citar más de tres o cuatro. Más allá del Manchego, el Cabrales, el de Tetilla y, desde no hace mucho, la Torta del Casar, nuestros quesos son unos completos desconocidos en nuestro propio país y, mucho más, en el extranjero. No sé si se debe a la falta de demanda o a la escasez de la oferta, pero en los mejores supermercados apenas se encuentran seis o siete variedades de quesos autóctonos, pero no es difícil comprar un Brie, un Camembert, un Parmesano o un Feta. Un apena, porque eso y no otra cosa es que desconozcamos quesos tan deliciosos como el Idiazabal vasco-navarro, el Payoyo gaditano, el Gamoneu asturiano o el cremoso queso orensano de Arzúa. Por no hablar de los de Zamora, de Mahón, de los Ibores, del Roncal o los majoreros. O los frescos de Villalón y Burgos.
Aquí mismo, en la comunidad de Madrid, hacen excelentes quesos en Campo Real, Colmenar Viejo, Guadarrama o en Colmenar de Oreja donde más de una vez he comprado los extraordinarios quesos de tipo manchego de Ciriaco.
Siempre estamos a tiempo de invertir la tendencia. Busquemos, pidamos y disfrutemos de nuestros quesos. Quizá no es fácil encontrarlos cerca, pero en Madrid hay algunas extraordinarias tiendas especializadas, como Poncelet, de la que ya hemos hablado aquí; la Boulette, en el Mercado de la Paz; La quesería, en Blasco de Garay 24, o Los quesos de l’Amelie, en Torrecilla del Puerto 5, por la zona de Arturo Soria, que según nuestra amiga Sonia González, es la mejor de todas.

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