9 de mayo de 2012

Tres direcciones seguras
















Hoy voy a hablar de sitios que hacen las cosas bien. Que, incluso, tienen un toque especial. Con tres ejemplos.
En el puente de la semana pasada estuvimos en Vera, (Almería) invitados a su hermosa casa de la playa por Pilar y Jorge. Son nuestros amigos del alma y los mejores anfitriones.
El martes fuimos a comer al pueblo de Villaricos, a un chiringuito, La Balsica, que está situado en un pequeño puerto deportivo, que, afortunadamente no es Puerto Banús.
El chiringuito es un sitio sencillo, donde Lázaro, el propietario, y su familia, con alguna ayuda externa, atienden a la clientela con gran eficacia, rapidez y amabilidad, incluso en días como el que fuimos, que estaba lleno.
Lázaro se provee de la lonja de Garrucha, el mayor puerto pesquero de la zona, pero también aportan algo sus familiares pescadores. El resultado, un producto fresquísimo de primera calidad que elaboran con gran sencillez: a la parrilla o frito. Así que la clave está en el punto: perfecto. Después de unos entrantes con saltones (unos pececitos pequeños, similares a los chanquetes) y unos mejillones al vapor, excelentes, tomamos unos salmonetes fritos con mano sabia, un besugo que había estado en la plancha sólo el tiempo necesario para salir jugoso pero no crudo, unas pijotas fritas como sólo se hace en Andalucía y un extraordinario calamar nacional (así lo dice la carta). Lo hacen entero con unos cortes paralelos y a la plancha. Una delicia.
Los postres correctos. No es su especialidad. Café y un Verdejo de Rueda dieron una cuenta que fue la guinda: poco más de 20 euros por comensal. Qué más se puede pedir

Super turre















Ya he hablado alguna vez de Superturre. Cada vez que voy por la zona, para mi es un imán. Estuve otra vez y sigue en forma. Y sin perder su idiosincrasia de tienda de chinos cruzada con el Club del Gourmet. Parecía que allí no cabía más, pero los dueños siguen buscando, -no se de dónde lo sacan- los productos más insólitos para un supermercado español y los ponen en sus atiborradas estanterías, con riesgo de que pasen desapercibidos. Pero, mirando con detenimiento, se puede encontrar como aceite de pepita de uva, o crema de hierba limón. O perderse en la serie interminable de arroces de todos los orígenes. Ya no hablo de tés (tiene clientela inglesa y norteafricana) o infusiones: yerba mate, por ejemplo. La exuberancia del estante de especias parece infinita. Y no digo nada de la de mostazas.
La bodega es un caso aparte. Vi cerveza ibicenca ¿?, pero también rusa, argentina o italiana. La selección de vinos es amplísima, no sólo de marcas, sino de procedencias. En las estanterías de ginebra te pierdes (recuerdo lo de la clientela inglesa) pero en vodkas la variedad es mayor. No se si hay colonia rusa en la zona. También encontré sake. Habrá algún japonés. Lo que más me sorprendió fue que tuvieran un Brady Luis Felipe Gran Reserva de La Palma del Condado. Costaba 126 €. Un día tengo que mirar si lo tienen en el Gourmet del Corte Ingles.
En fin, yo salí de Superturre con un aceite de pepita de uva aromatizado con trufa negra, una frasco de aceite de sésamo, un tarrito de Lemon Green (hierba limón), mostaza Colman’s en polvo, un frasco de pochas, Sal marina de escamas nada menos que de Chipre, a pesar de lo cual lo venden como Hispanosal, y Sal Maldom en un envase que no conocía, a sólo 3,08€. No sigo para no aburrir. Eso si, estoy segura de que, en la confusión de la tienda no llegue a ver alguna cosa que también me habría llevado.
Ah, y en la caja compré una bobina de hilo para coser un jersey. Tenían justo el tono que necesitaba. Hasta en eso tienen variedad.

Bodegas López Cristóbal
Bodegas López Cristóbal esta en Roa (Burgos). No es una de las grandes de la DO Ribera de Duero ni de las más antiguas: se creó en 1994. Fue, como en tantos casos, la decisión de un hombre, Santiago López que había plantado viñas en los años ochenta, al calor de la recién creada DO Ribera de Duero, y que pensó que mejor que seguir vendiendo su uva a otras bodegas, podía elaborarlo en la suya propia. Y construyó una con la última tecnología. La bodega es un sitio realmente acogedor. Llama a la tranquilidad, parece que allí los vinos se deben sentir a gusto. A diferencia de otras, tiene repartidos su edificios en torno a una explanada central, unos edificios que parecen hechos con esmero de artesano y están en perfecto estado de conservación. Íbamos con unos pocos amigos y nos recibió Galo, el hijo de Santiago, que es el que recoge los dos apellidos de la marca, López Cristóbal. Cristóbal es el apellido de su madre. Este ingeniero industrial ha tomado poco a poco las riendas de la bodega, y elabora unos vinos estupendos. Nos dejó en manos de su esposa, Cristina, que fue una guía eficiente y encantadora. Allí todo queda en familia. La cosa terminó en la sala de catas donde Cristina nos fue dando a catar sus vinos, desde los más jóvenes a los reserva o la joya de la casa, el Bagús, un tempranillo extraordinario que elaboran utilizando sus mejores viñas. No me extraña que tengan tan buen nivel en el mercado. Todas esas atenciones, que nos desbordaron, sólo podían tener el interés de mostrar su obra, de la que se siente orgullosos. Nosotros no éramos compradores, aunque después de catar esos tintos de color picota o cereza, terminamos en la tienda cargando para las bodegas caseras.
López Cristobal, Super Turre o La Balsíca son ejemplos de un buen hacer que tiene muchos más ejemplos de lo que nos imaginamos. Si elegimos estos lugares, seguro que fomentamos que cada día haya más.

La Balsica
Puerto La Balsica s/n
Villaricos (Almeria)
 
Superturre
Avda de Almería 43
Turre (Almería)

Bodegas López Cristobal
Carretera BU-122, km 1,5
Roa de Duero (Burgos)
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1 comentario:

Laura dijo...

Ayer fuimos a la Balsica: un sargo espectacular, el calamar como siempre perfecto, los salmonetes fresquisimos... Para mi el mejor sitio de la zona! Y eso que no soy muy de pescado, o al menos no lo era!