12 de marzo de 2014

Pastas Linzer


















ingredientes
150 g de mantequilla
150 g de azúcar
250 g de harina
100 g de avellanas tostadas
1 huevo,
10 g de levadura en polvo
vainilla, limón, canela y clavo,
300 g de mermelada de grosella (o de frutas rojas)

preparación
Mezclamos los ingredientes de la masa: primero la mantequilla con el azúcar y luego el resto. Guardamos la masa una hora en la nevera.
Estiramos ¾ partes de la masa y la ponemos sobre un molde rectangular de paredes bajas. Encima ponemos una capa de mermelada y con la masa restante podemos hacer tiras que colocaremos sobre la mermelada en forma de enrejado (Tarta Linzer) o si queremos hacer pasta, rallamos la masa restante por encima de la mermelada. Al horno a 180º durante 30 minutos. Si queremos hacer pastas podemos cortar la plancha en cuadrados cuando esté lista.Imprimir

11 de marzo de 2014

La sorpresa de La Candela

















No está en un barrio alternativo de Madrid, sino a cuarenta kilómetros de la capital. En la sala, mesas y sillas, recicladas, viven una segunda vida. Bajo el kimono, el vaquero caído del camarero quizá deje asomar la parte superior del calzoncillo. La vajilla oscila entre la clásica porcelana inglesa, con escenas de caza, y rústicas lascas de pizarra. Estamos hablando de uno de los restaurantes revelación de 2014. Si el año pasado fue Montia, en San Lorenzo del Escorial, este puede ser La Candela, en Valdemorillo.
La Candela abre sus puertas en un viejo caserón agrícola, repintado y con el nombre en letras de neón. La sala, en un primer piso, es amplia y concede espacio suficiente a la decena de mesas repartidas en un espacio de decoración cálida y acogedora, a pesar de que su opción por el recovery la aleja mucho de los cánones vigentes en este tipo de restaurantes. Lleva la firma de Sión Calderón, que es la que nos recibe al llegar porque también es la jefa de sala al frente de un equipo breve, informal y atento, con ganas de que el cliente se sienta cómodo.
Sion es la socia de Samy Alí, que oficia en la cocina. Este hispano sudanés, desbordante de simpatía, ha pasado por restaurantes de medio mundo (Shanghai, Londres, Sudán, Madrid...) y parece que de todos se ha traído algo, porque en sus platos, inclasificables, se pueden rastrear ingredientes, técnicas y preparaciones bebidas en muchas y muy distintas fuentes.
Sólo hay dos menús, uno largo (46 € IVA incluido) y otro corto (31 €). Samy los cambia casi cada semana, según el mercado, por lo que es fácil que los platos de la semana pasada hayan sido sustituidos por otros. Sami nos dijo que acababa de llegar de Porto Muiños y que traía las algas en la cabeza: “creo que el próximo el menú va a ser casi un pecera”.
Nosotros abrimos boca con unos aperitivos servidos en una gran lasca de pizarra que portaba crema de coliflor con berberecho, bocadito de pepino macerado en menta y queso, rollitos de oreja y yemas de mango. Sorprendente el crujiente de la oreja en el rollito y más aún la conseguida yema de mango. Siguió un refrescante gazpacho de tomate con jurel y mejillón escabechados al que un sutil toque de albahaca ponía la guinda: buenísimo. En La Candela, los platos tienen unos enunciados realmente barrocos. Atención al siguiente: Sunomono de pollo de corral con pomelo y sorbete de lemon grass.Lima Kaffir y shichim: una original ensalada de pollo a la japonesa con el toque ácido de la hierba limón y la textura del sorbete.
También llevaba su toque nipón el Buns de calamar con bilbaína, tobiko, jugo de perejil y cilantro que apareció en la mesa con los colores de la paleta de un pintor. Perú salia en el Niguiri de carabinero, que sustituye el arroz tradicional con papa limeña, tuétano y jugo de jamón. Sólo correcto. Mejor la corvina a baja temperatura con holandesa de mantequilla negra y tripas de Bacalao.
En las carnes, la elaboración tan británica del dumpling envolvía un suave conejo al que daba muy buen contrapunto un mojo de rúcula, y una muy ibérica carrillera con grelos, patata y pimentón de la Vera resultó excelente. El nivel muy alto de este menú degustación terminó en una espectacular pizarra de postres (sweet-end) de muy buen nivel en la que recuerdo especialmente una ligerísima mousse de arroz con leche, acompañada de una copita de Pedro Ximénez por cuenta de la casa. La enumeración casi produce pesadez, sin embargo la cocina de La Candela es lígerísima, llena de matices que requieren una muy buena técnica para no confundir al comensal. Como ligera, para el nivel del menú, era la cuenta que para tres personas, incluyendo agua, vino y café, no llegó a 150 euros: precio de low-cost con categoría de Business. Imprimir

5 de marzo de 2014

Crema de guisantes


















ingredientes

½ kg de guisantes congelados
1 litro de caldo de pollo
½ cebolla
aceite
sal
pimienta 
curry
jamón para decorar

preparación
En un poco de aceite, rehogamos la cebolla sin que coja color. Añadimos los guisantes sin descongelar y los salteamos durante 3 minutos. Incorporamos el caldo y dejamos que hierva otros 3 minutos. Trituramos y pasamos por un chino.
Ponemos lonchas finas de jamón entre dos papeles de cocina, llevamos al microondas a máxima potencia durante 2 o 3 minutos. Resultará un jamón crujiente, que trituramos y aderezamos con un poco de curry (opcional). Servimos la crema en cuencos o platos hondos y decoramos con un poco del jamón triturado. También podemos decorar con puerro en tiritas fritoImprimir

Fish & Chips

















FISH
ingredientes
400 g de bacalao
20 g de maicena
50 g de harina
aceite para freír
80 ml de cerveza
Un poco más de harina para enharinar
sal

preparación
Si es posible, tendremos todos los ingredientes en la nevera desde el día anterior.
Mezclamos las harinas con la sal y la cerveza. Enharinamos el pescado y lo pasamos por la masa anterior y freímos en abundante aceite muy caliente (180º)
El pescado nos debe de quedar dorado.

CHIPS
ingredientes
Patatas chips
patatas
aceite de girasol
sal

preparaciónCortamos las patatas en bastones, las cubrimos con agua, salamos y las hervimos unos 5 minutos, dependiendo del grosor de las patatas. Escurrimos y enfriamos. Calentamos el aceite y cuando aún no está muy caliente (a unos 130º), freímos las patatas durante 5 minutos, sin que lleguen a tomar color. Las sacamos del aceite a papel absorvente y dejamos que enfríen. En este punto se pueden congelar.
Cuando vayamos a consumirlas, calentamos nuevamente el aceite (a 175º) y freímos las patatas hasta dorar.

Este plato se suele acompañar de
MUSHY PEAS
ingredientes
150 g de guisantes
30 g de mantequilla
1 chalota
60 g de caldo
40 g de nata líquida
sal

preparación
Salteamos la chalota y los guisantes en la mantequilla, añadimos el caldo y la nata y chafamos los guisante con un tenedor.
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Tejas con crema


















TEJAS

ingredientes
100 g de mantequilla
4 c.s. de azúcar
3 c.s. de harina
2 c.s.de harina de almendras
2 claras
ralladura de naranja

preparación
Derretimos la mantequilla y la mezclamos con el azúcar y la ralladura. Incorporamos las claras sin batir y las harinas.
Sobre papel de horno ponemos pequeños montoncitos de masa, que estiramos con el dorso de una cuchara de forma que queden unos círculos finos de masa. Horneamos a 180º hasta que vemos los bordes tostados.
Sacamos rápidamente a una lata para tejas o bien a un rodillo o una botella para que tome la forma característica de las tejas.

CREMA CATALANA
ingredientes
1 litro de leche
8 yemas
200 g de azúcar
60 g de maicena o almidón
canela
corteza de limón,
azúcar para caramelizar

preparación
Hervimos la leche con una rama de canela y media corteza de limón para perfumarla. Colamos.
En un bol, batimos las yemas, el azúcar y la maicena. Vertemos encima la leche que hemos hervido y movemos con unas varillas. Pasamos a un cazo y ponemos de nuevo al fuego sin dejar de mover, hasta que espese. Se debe evitar que hierva a borbotones para que no se corte. Colamos si hubiera grumos y pasamos inmediatamente a un recipiente frío para cortar la cocción.

Colocamos la crema en una manga y, justo en el momento de servir, rellenamos la teja con ella, espolvoreamos de azúcar y quemamos con un soplete o el canto del quemador eléctrico.Imprimir

4 de marzo de 2014

Comer religiosamente

















Estábamos visitando  la planta de embotellado de una moderna bodega en el sur de La Mancha, casi en Despeñaperros, y entre los operarios que se movían por allí vi a uno con  la kiphá, ese pequeño casquete con que muchos judíos se cubren la coronilla y que es obligatorio para los varones en las sinagogas. Luego me fijé que había dos o tres más con el mismo gorrito y pregunté a la persona que nos acompañaba. Me explicó que exportaban vino a Israel y que los judíos ortodoxos exigen que se elabore según sus preceptos religiosos. Es el vino kósher o casher, el único que pueden consumir los judíos si quieren cumplir con las normas de su religión. Su elaboración debe ser controlada por un rabino y nadie que no sea de esa religión puede tener contacto con el vino. Era curioso ver como los operarios de la bodega se limitaban a indicar a los judíos cómo funcionaba la embotelladora, pero ellos no podían tocar nada: ni las botellas, ni los tapones ni las cajas. Ni siquiera el interruptor de arranque y parada del tren de embotellado. “Ahora toca el verde” le decían al rabino, que pulsaba el botón con luz verde y ponía en marcha ese curioso artefacto que son siempre las máquinas embotelladoras.  “Ahora el rojo”, y el israelí paraba el artilugio. No sé si la máquina se cubría con la kiphá, pero era la que en realidad hacía todo y la única que tenía contacto real con el vino.
Es curioso cómo las religiones dictan normas sobre la alimentación. Lo hacen todas: desde el hinduismo que prohíbe comer carne de vaca, hasta el judaísmo o el islam que prohíben la de cerdo. Hace tiempo leí un interesante libro, “Vacas, cerdos, guerras y brujas”, que estudia las razones de esas normas alimentarias. Su autor, el antropólogo norteamericano, Marvin Harris, es toda una autoridad en la materia, y defiende que estas prohibiciones no son sino una “estrategia ecológica acertada”. Es decir, una adaptación al medio. Judíos y musulmanes habitan zonas áridas, más propias para la supervivencia de animales como cabras y corderos que de los cerdos, que se adaptan mejor a zonas húmedas. Era además gente en gran parte nómada que iba de un sitio a otro con sus ganados y no hay ningún ejemplo de tribus nómadas que desplacen con ellas piaras de cerdos.
En el cristianismo no existen alimentos impuros, aunque la gula sea uno de los pecados capitales, pero el ayuno y la abstinencia (de comer carne) son conductas virtuosas, sobre todo en tiempo como el de la Cuaresma, en el que acabamos de entrar. En tiempos, la venta de las bulas que eximían de la prohibición de comer carne fue una importante fuente de ingresos, pero esos usos parecen abandonados.
De cualquier forma, no todo es un camino de espinas. Si la prohibición de comer carne, alimento que no estaba al alcance de casi nadie, dio lugar al delicioso potaje de Cuaresma, cada día en los países islámicos, durante el Ramadán, la llegada de la noche da paso a verdaderos banquetes, con manjares que no se consumen en los días normales. Este verano, estuve en Marruecos en pleno Ramadán y era una delicia ver las montañas de pastelitos de todo tipo listas para ponerse a la venta en cuanto que se pusiera el sol. En pocos minutos se vendía todo y los estantes de las pastelerías empezaban a parecerse a las de esas tiendas de países con racionamiento.

Aquí, los rigores cuaresmales, además del potaje han creado delicias como las torrijas o, ya en la pascua, los hornazos o las Monas de Pascua. No hay mal que por bien no venga.
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26 de febrero de 2014

Patatas Emperatriz

















ingredientes
1 kg de patatas mini
1 sobre de sopa de cebolla
aceite

preparación
Engrasamos una fuente, extendemos las patatas que habremos cocido con su piel y después pelado.
Las rociamos con un poco de aceite y espolvoreamos sobre ellas la sopa de cebolla en sobre. Tapamos la fuente con un papel de aluminio y horneamos durante 15 minutos a 190º. Imprimir

Costillas adobadas al horno

















ingredientes
2 kg de costillas de cerdo
2 cubitos de concentrado de caldo de pollo
1 vasito de vino blanco
2 c.s. de azúcar moreno
mostaza
aceite

Adobo
4 dientes de ajo
2 c.s. de orégano
2 c.s. de pimentón dulce
½ vaso de vinagre
1 ½ vasos de agua
1 c.s.de sal

preparación
Adobo
En un mortero, majamos el orégano y la sal. Cuando esté bien molido, añadimos los ajos y majamos todo junto. Añadimos el pimentón, el vinagre y el agua, removemos bien y el damos su punto de sal.
En un recipiente de horno, ponemos las costillas, las regamos con el adobo y dejamos macerar durante 24 horas, volviéndolas de vez en cuando.
Pasado este tiempo, escurrimos el adobo, y las embadurnamos con mostaza, desmenuzamos sobre ella los dos cubitos de caldo y espolvoreamos con el azúcar moreno. Tras regarlas con el vasito de vino, un chorrito de aceite y un poco de agua, las metemos al horno a 190º durante 30 minutos y, pasado este tiempo, las damos la vuelta para hornearlas otros 30 minutos más. Tendremos cuidado de que no se queden secas, regando de vez en cuando con la salsa a la que añadiríamos un poco de agua si fuera necesario..
Servimos acompañando con salsa barbacoa.

Mousse de chocolate y menta


ingredientes
150 g de cobertura de chocolate
4 claras de huevo
125 g de mantequilla
125 g de azúcar
½ vaso de licor de menta
3 c.s. de agua
galletas tipo “Chiquilín”

preparación
Fundimos el chocolate con la mantequilla al baño María. Dejamos enfriar y, cuando esté tibio, montamos las claras con el azúcar a punto de nieve y los unimos al chocolate con movimientos envolventes, utilizando una cuchara de madera o de silicona.
Con esta mezcla vamos llenando hasta la mitad vasos o copas de helado y los metemos en el frigorífico hasta que se endurezca.
En un cazo calentamos el licor de menta con el agua. Retiramos del fuego y empapamos en él las galletas y las desmenuzamos sobre el chocolate de cada vaso o copa. Cubrimos la capa de galletas con el resto del chocolate, volvemos a enfriar y adornamos con nata montada y virutas o láminas de chocolate.Imprimir

Viva Patata

















Fritas, asadas, cocidas o guisadas, las patatas constituyen uno de los alimentos más populares del mundo: el segundo más consumido después del arroz. Son baratas, nutritivas y no engordan. Al menos, no engordan tanto como se cree. Todo depende de la forma en que las cocinemos. Un kilo de patatas cocidas tiene unas 100 kcal, un poco más que algunas frutas. Ahora, si las tomamos fritas, el riesgo para la línea se dispara y se hace insoportable si se trata de patatas chips: 574 kcal por cada 100 gramos. Una auténtica bomba calórica, al lado de la cual hasta el mismo azúcar (387 kcal. por 100 g.) es casi un producto dietético. Mikel López Iturriaga dice que esta forma de hacer las patatas combina “un cuarteto de atractivos que no hay boca que resista: el crujido, la sal, la grasa y el almidón con sabor tirando a dulce de la patata”. Como todo lo bueno, o engorda o es pecado: en este caso, pecado de lesa silueta.
Pero hay mil formas distintas “menos peligrosas” de hacer las patatas, desde las parmentier, cuyo solemne nombre francés es en el fondo el de un puré de patatas, hasta el humilde de “patatas a lo pobre”. Hay patatas revolconas, patatas a la importancia, al ali oli, a la riojana, bravas… por no hablar de las papas arrugás, los cachelos gallegos la ensalada campera o de la tortilla de patatas, esa increíble receta, indiscutible as de oros  de la cocina española. Y eso que los españoles, que lo trajimos de América y le dimos nombre,  no estamos entre los mayores consumidores de este tubérculo que acabó con el hambre en Europa. Cada español come 30 kilos de patatas al año, muy poco si lo comparamos con los 85 kg de media en Europa, y apenas nada si hablamos de los más de 130 kilos per cápita de los rusos y ucranianos.
No somos grandes consumidores de patatas ni tampoco muy exigentes. Se calcula que hay más de 4000 variedades de este tubérculo en todo el mundo y, sin embargo, cuando vamos al supermercado encontramos como mucho cuatro o cinco tipos diferentes. Normalmente compramos las más baratas y las utilizamos para todo -freír, asar, cocer, guisar y lo que se tercie- pero para conseguir que nuestros platos sean más sabrosos convendría buscar las más adecuadas para cada uso. 

Una patata para cada ocasión
Comúnmente se considera que la mejor  patata para freír es la de variedad Agria, de piel lisa y fina y carne amarilla y compacta. También la Rooster es muy apreciada para la sartén. Para asar, la Kennebec, conocida como patata gallega, es una de las mejores y va bien para platos como las patatas a la panadera o simplemente para tomarlas con un poquito de sal y un chorrito de aceite. Es la que se utiliza para los cachelos, porque también es buena para cocer, como los son la popular Monalisa y la Desirée, patatas firmes que no se rompen en la cazuela. La Fénix es buena para los guisos, porque se mantiene entera y ayuda a ligar la salsa. Esto no quiere decir que no se pueda dar distintos usos culinarios a cada patata. Por ejemplo, la Kennebec gallega o la Monalisa alavesa son de gran versatilidad y dan la talla en los distintos usos culinarios, o la Spunta, esa patata barata que se suele vender en los mercadillos, sin quitar la tierra y que vale para casi todo. Tampoco hay que pensar que las citadas son las únicas para cada técnica culinaria. En España hay unos 100 tipos de patatas y seguro que existe un tipo, o varios, ideal para cada cosa. En esta entrada del excelente blog Mercado de Calabajío puedes ver una descripción casi exhaustiva del tipos de patata y su mejor uso.
El otro día vi una línea nueva de patatas que se venden como gourmet. Son las que veis en la fotografía y las venden en unas vistosas cestitas de kilo. De izquierda a derecha  son vItelote, ratte, cherie y amandine. Las Vitelote, con su exótico color morado y con su ligero sabor a avellana se describen como ideales parta platos especiales; las ratte, pequeñitas y un poco picudas,  han sido tradicionalmente las preferidas de los chefs franceses por su textura fina y cremosa; las cherie, rosadas y de sabor intenso, ideales para ensaladas; finalmente, las amandine, que la etiqueta describe como de sabor clásico, ideales para la cocción. Bueno es que vayan a pareciendo estas marcas que aportan más variedad al mercado y, por tanto, mayores posibilidades de elegir lo más adecuado para cada plato. Sería ideal ir al mercado con la lista de los tipos de patata que mejor van para lo que vayamos a cocinar ese día. Si esto ocurre no quedará más remedio que gritar ¡Viva Patata! 
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19 de febrero de 2014

Agujas verdes

















ingredientes
1 lámina de hojaldre
400 g de calabacines
2 c.s. de parmesano rallado
2 huevos (1 para pintar)
1 diente de ajo
perejil
1 c.s. de aceite

preparación
Rallamos o picamos el calabacín sin quitarle la piel, muy menudo. Lo salteamos con un ajo, lo ponemos en un bol y le añadimos el huevo, el queso, sal y perejil picado.
Ponemos hojaldre estirado en moldes de agujas (acanalados por los bordes). Rellenamos con el salteado y cubrimos con más hojaldre en el que haremos estrías a lo largo con un tenedor. pintamos con huevo y horneamos a 200º hasta que vemos que están muy doradas.
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Alubias a la marinera

















ingredientes
½ kg de alubias blancas
1 zanahoria
1 puerro
1 tomate
½ cebolla
laurel
aceite

Para el sofrito
½ kg de mejillones
¼ kg de almejas
½ de gambones
1 rape pequeño
1 cebolla
2 tomates rallados
2 ajos,
½ cayena
pimentón y azafrán

preparación
El día anterior, remojamos las judías en agua fría. Ponemos las judías en una olla, las cubrimos con agua y cuando comienza a hervir añadimos agua fría. Repetimos este proceso varias veces, desespumando continuamente hasta que al hervir no haga espuma. Con las alubias limpias, añadimos las verduras enteras y el aceite. Cubrimos de agua y ponemos a fuego lento hasta que las alubias estén tiernas. Durante este proceso las alubias deben estar siempre cubiertas de agua, por lo que habrá que añadir líquido cuando se requiera. Salamos a última hora.
En una cazuela hacemos un sofrito. Primero la cebolla u el ajo. A continuación, el pimentón, el azafrán y el tomate. Finalmente añadimos la concha (mejillones y almejas) y cuando abran, se retiran. Añadimos las alubias y la cantidad de caldo que creamos necesaria, dejamos que dé un buen hervor todo junto y echamos el rape a trozos y los gambones. Cocinamos unos tres minutos y ponemos la concha, que habíamos apartado. Dejaremos que el guiso tome asiento, es decir, que repose una media hora.
A la hora de comer calentamos a fuego vivo y espolvoreamos con perejil.Imprimir

18 de febrero de 2014

Carmelitas

















ingredientes
Masa
375 g de harina
200 ml de leche
40 g de mantequilla
40 g de azúcar
20 g de levadura fresca
5 g de sal,

Relleno
200 ml de zumo de naranja
50 ml de agua
200 g de azúcar
90 g de harina
azúcar glas para decorar
1 huevo para pintar

preparación
Disolvemos la levadura en un poco de leche templada y hacemos una masa con los ingredientes. Dejamos reposar la masa en un sitio cálido hasta que doble su tamaño.
Hacemos porciones de unos 35 g, los ponemos en una bandeja de horno y dejamos de nuevo que crezcan. Pintamos con huevo y durante unos 15 minutos.
Con los ingredientes del relleno hacemos una crema, batiendo sin parar bien al baño maría o en un cazo de fondo grueso a fuego bajo.
Enfriamos la crema, rellenamos con ella los carmelitas y espolvoreamos con azúcar glas.Imprimir

¿Desaparecerá el cocido como los viejos dinosaurios?

















Hay pocos platos menos adecuados para estos tiempos que corren que el cocido. Su elaboración es lenta, su digestión pesada y suma una cantidad de calorías que pocos son capaces de quemar en su vida cotidiana. Si a todo eso añadimos que su preparación necesita pausa, no es de extrañar  que haya salido del menú de muchas familias española. Hubo un tiempo en que el cocido era la comida de mediodía en la mayoría de las casas castellanas todos los días del año. Todos: ya helara o hiciera un sol de justicia. Era un plato completo con ingredientes (carne, verduras, legumbres, grasas) que estaban a mano; aportaba la gran cantidad de calorías que se iban a quemar inmediatamente con el duro trabajo del campo; en sus componentes básicos no era caro, aunque hubiera cocidos de cierto lujo y, sobre todo, había amas de casa (las últimas, seguramente, han sido nuestras abuelas) con tiempo para cocinarlo lentamente, al amor de la lumbre. Hoy casi todo eso ha desaparecido. Con las prisas actuales no hay quien tenga tiempo para afrontar la paciente tarea de hacer un cocido, ni siquiera con la olla express. Y mucho menos para sentarse tranquilo a degustarlo: hay quien apenas puede comerse un sándwich ante el ordenador. Incluso si dispusiéramos de tiempo, no quedaríamos en condiciones de reanudar el trabajo con la frescura necesaria. Eso sin hablar de los devastadores efectos sobre la línea, en personas de vida generalmente sedentaria. En definitiva, como digo, hay pocos platos tan poco adaptados a nuestro sistema de vida como el cocido. Si Darwin está en lo cierto, terminará desapareciendo de nuestras mesas como los dinosaurios desaparecieron de la faz de la tierra: por no adaptarse a las circunstancias.
Mientras esto ocurre (Dios no lo quiera), hay que disfrutarlo: no en vano es, quizá, el más universal de los platos de cocina. Nada más sencillo que tomar los ingredientes que se tienen a mano (carne, legumbres, verduras…) echarlos en una olla con agua y ponerlos a cocer a fuego lento para que se ablanden. Supongo que ese sería, en la prehistoria, uno de los primeros procedimientos que podrían llamarse culinarios. Dicen que el cocido existe desde que alguien fue capaz de hacer una olla de barro. Desde entonces, todo ha consistido en perfeccionamientos o matices. Hay cocidos en todas las cocinas del mundo, sobre todo en las del hemisferio Norte, y en cada país tiene ligeras variantes, según las zonas. Aquí tenemos el cocido madrileño, que es el cocido por antonomasia, pero también podemos hablar del cocido montañés,  con alubias;  el gallego de Lalín con carne de cerdo; el puchero andaluz con calabaza y habichuelillas; el maragato que se toma en orden inverso; la escudella catalana o el cocido con pelotas murciano. Su antepasada, la del cocido,  fue la olla podrida, que en Francia tiene su equivalente en el pot-pourri, es decir, el “popurrí”.  
A mi me gusta especialmente el madrileño, con carnes de ternera y pollo , tocino y jamón; chorizo y morcilla; hueso con su tuétano;  patata, zanahoria, repollo rehogado y, por supuesto garbanzos. Todo precedido de una humeante sopa de fideos y con el estrambote de la ropa vieja en la cena o al día siguiente. Hay quien dé más.
Esta semana, en una de las mil iniciativas culinarias que surgen cada día en Madrid, alguien ha organizado la Ruta del Cocido Madrileño, que pasa por una treintena de restaurantes de Madrid y alrededores que tienen a gala cuidar especialmente este manjar tan típico de la capital. Hay entre ellos clásicos como Malacatín, La Bola, Casa Carola o Lhardy y los precios no son altos. A la hora de elegir puede ser una buena guía el criterio de El sitio delcocido madrileño, una web en la que un grupo de amigos cuentan y razonan sus comidas periódicas en restaurantes madrileños que sirven cocido.

Que aproveche 
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12 de febrero de 2014

Las sardinas de Rafa con escalivada

















ingredientes
1 kg de sardinas
2 vasos de vinagre de manzana,
1 c.s. de sal gorda
ajo
aceite

preparación
Ponemos las sardinas en un barreño con agua y las limpiamos bien las escamas. Separamos las cabezas, las colas y las espinas y sacamos los lomos, que volvemos a poner otra vez en agua fría. Repetimos varias veces esta operación siempre utilizando agua fría.
En una cazuela ponemos dos vasos de vinagre, medio de agua y una cucharada de sal gorda, colocamos las sardinas y lo llevamos al frigorífico durante ocho horas. Pasado este tiempo se sacan y se pone en vertical para que escurran el vinagre que sobra.
Finalmente, las colocamos en una fuente con aceite de oliva y ajo picado.

Escalivada
ingredientes
2 tomates grandes
1 berenjena
1 pimiento de asar verde
1 pimiento de asar rojo
1 cebolla, aceite de oliva,
sal y pimienta

preparación
Hacemos unos cortes superficiales en las berenjenas. En una fuente de horno, ponemos la cebolla sin pelar, y el resto de las verduras, untadas de aceite y sal. Horneamos a 170º durante una hora, dando vueltas a las verduras para que se asen de manera uniforme.
Enfriamos, pelamos y cortamos a tiras. Ponemos aceite, sal y pimienta.
En un molde de emplatar, cubrimos la pared interior con las sardinas y rellenamos con la escalivada.
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Rabo estofado















ingredientes
1 rabo
1 cebolla
1 zanahoria
1 puerro
2 dientes de ajo
½ litro de vino tinto
¼ de litro de agua
aceite
harina,
sal y pimienta

Para la crema de calabaza
calabaza
aceite
ajo
cebolla

brotes verdes y pipas de calabaza para adornar

preparación
Salpimentamos el rabo, lo pasamos harina y lo freímos ligeramente. Rehogamos las verduras troceadas y las ponemos en la olla a presión con la carne, el vino y el agua durante 30 minutos: la carne tiene que quedar bien tierna y separarse bien del hueso.
Sacamos la carne y la dejamos cubierta con salsa. La salsa restante la colamos y dejamos en el fuego hasta que reduzca.
Picamos en juliana una parte de la calabaza cruda, la pasamos por harina y la freímos. El resto de la calabaza lo rehogamos con ajo y cebolla. Añadimos agua y ajustamos de sal. Cocemos y trituramos haciendo una crema fina, añadiéndole un poco de aceite en la emulsión.
En el plato, ponemos la salsa de calabaza, un trozo de rabo, salseamos por encima con su salsa y encima la fritura de calabaza. Adornamos con los brotes y las pipas.
También podemos rellenar canelones con la carne y acompañar con sus salsas.

Saint Honoré de frutas

















ingredientes
hojaldre
frutas variadas
pasta choux
crema chiboust
caramelo.

preparación
Pasta choux
150 g de harina
100 ml de agua
125 ml de leche
4 huevos grandes
90 g de mantequilla
10 g de azúcar
una pizca de sal

Ponemos a calentar la leche, el agua, la mantequilla, el azúcar y la sal. Cuando comienza a hervir, añadimos el harina de golpe, apartamos del fuego y mezclamos hasta obtener una bola. De vez en cuando acercamos la masa al calor aplastando con una cuchara de palo de forma que la masa seque.
A esta masa templada-fría le vamos incorporando los huevos de uno en uno

Crema chiboust
La crema chibboust es una mezcla de merengue italiano y crema pastelera con gelatina hidratada y la haremos de esta forma.

1.-Merengue italiano
180 g de azúcar
75 ml de agua
3 claras
1 sobre blanco de gasificante

En una olla ponemos el azúcar, el agua y unas gotas de zumo de limón. Hervimos y hacemos un almíbar espeso. Montamos las claras con el sobre blanco de litines y añadimos el almíbar a hilo, sin dejar de batir hasta que las claras se enfríen.

2.-Crema pastelera
½ litros de leche
3 yemas
45 g de maicena
150 g de azúcar
vainilla.

Mezclamos el azúcar con la maicena, añadimos la leche, las yemas y la vainilla. Llevamos a fuego bajo sin parar de remover hasta que espese.
Con la crema en caliente, añadimos la gelatina hidratada, dejamos que temple e incorporamos el merengue italiano y ya tenemos nuestra crema chiboust.
Ahora, preparamos un caramelo

Caramelo
200 g de azúcar (si se quiere se pueden añadir dos cucharadas soperas de glucosa)
75 ml de agua
zumo de limón

En una sartén, calentamos todos los ingredientes hasta hacer un caramelo rubio.

Montaje
En una plancha de hojaldre, pinchada con tenedor, hacemos un borde con la pasta choux. Horneamos a 200º hasta que dore.
La pasta choux sobrante la metemos en una manga pastelera y con ella vamos formando bolas pequeñas sobre una bandeja de horno. Horneamos a 200º durante 5 minutos y después otros 10 minutos más a 180º.
Estos profiteroles los rellenamos con crema chiboust y los pasamos por el caramelo. Los vamos depositando en el borde de la tarta a modo de corona. El interior lo cubrimos con la crema chiboust sobrante y trozos de fruta variada.Imprimir

Tanta bistró, Lima en Madrid

















El restaurante Tanta no podía estar en mejor sitio que en la plaza del Perú. Tanta en quechua significa pan y ese es el nombre que ha elegido el peruano Gastón Acurio para su cadena de restaurantes informales de cocina peruana (muy a la francesa los denomina bistró) que se extiende por todo el mundo casi a ritmo de Zara.
El Tanta de Madrid (En España hay otro en Barcelona) es un local amplio, de techos altos y una decoración simple y austera que da cobijo a un buen número de pequeñas mesas para dos personas. Las mesas, que se pueden agrupar según el número de comensales, tienen manteles individuales y, como único toque de distinción, la servilleta de algodón. Si lo miras bien, podría ser uno de esos omnipresentes restaurantes de comida rápida, aunque la rapidez no sea precisamente el rasgo que definiría a un servicio numeroso, joven e informal. Carlos y Marga que han vivido años en Lima y que fueron los que nos llevaron allí, creen que ese ritmo, que a un madrileño le parece excesivamente lento, hace más peruano al restaurante. Como teníamos una charla muy animada, apenas nos afectó la pausa de los camareros, pero en los foros de internet casi todo el mundo se queja se eso. Es lo único, porque este Tanta no tiene un pero, desde el estupendo pisco sour con que nos pusimos en situación, hasta los postres, quizá con un poco dulce de más para el gusto español. 
Ceviche clásico
Compartimos como entrantes un Cebiche clásico, ligero, fresco, con su puntito de acidez picante: una delicia; un Tiradito japo de atún, con sus sabores asiáticos que no bajó el nivel, y el trío de Causa limeña, de suave papa amarilla que casaba muy bien con el atún, el bonito y el boquerón.
Después yo pedí dorada  con crema a lo macho, que es una crema de picante de mariscos que acompañaba muy bien. 
Ají de gallina
Mis amigos, auténticos expertos en la cocina andina, se decantaron por el Seco de cordero, que es un jugoso guiso de alubias, con ají, yuca y salsa criolla, y por un  clásico ají de gallina que les dejó relamiéndose.
A los postres, muy rico el volador, postre con antecedentes de alfajor
que al parecer salió de los conventos 
en la época de la colonia, y quizá
Volador
demasiado dulzón el  Supiro de limeña, un clásico de la cocina peruana a base de dulce de leche y merengue con su toque de canela que recuerda la canción que hizo famosa María Dolores Pradera.

En resumen, un almuerzo redondo. Una tiene recelo de esas segundas marcas de los grandes cocineros que parecen diseñadas para hacer caja: este Tanta lo desmiente. Dicen Carlos y Marga que comer aquí es como hacerlo en la misma Lima. Y saben de qué hablan. La peruana es el último boom en el mundo de la cocina, ahora que amaina la moda japonesa, y realmente es muy interesante. Madrid tiene la suerte de contar con algunos restaurantes andinos extraordinarios, desde Astrid y Gastón y Virú, que juegan en primera división, hasta los excelentes Inti de Oro, La Gorda o este Tanta al que habrá que volver. 
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5 de febrero de 2014

Corn Dogs

















ingredientes
150 g de harina de maíz amarillo (P.A.N.)
150 g de harina de trigo
60 g de azúcar
15 g de levadura de panadería fresca
500 ml de leche
1 huevo
1 c.c. de miel,
1 c.s. de aceite
sal y pimienta
aceite de girasol para freír
salchichas
un poco de harina

preparación
Rebozamos las salchichas en harina para que el rebozado se adhiera mejor y las pinchamos a lo largo con un palo de brocheta.
Diluimos la levadura en un poco de leche templada.
Mezclamos los ingredientes secos, les añadimos los líquidos y hacemos una masa que dejamos reposar en un sitio cálido al menos durante media hora (Si se puede conviene que repose hasta dos horas).
Ponemos la masa en un vaso alto y vamos rebozando en ella las salchichas. Freímos en abundante aceite y acompañamos con ketchup y mostaza.
Si nos sobra masa, puede guardarse tapada varios días en la nevera.Imprimir

Pollo KFC

 















ingredientes
½ kg de filetes de pechuga de pollo
4 c.s. de harina
1 c.c. de pimentón
1 c.c. de ajo en polvo
1 c.c. de cebolla en polvo
2 huevos
Kellog’s (Corn flakes)
½ vaso de vino blanco
aceite para freír
sal y pimienta

preparación
En un plato ponemos la harina con el pimentón, el polvo de cebolla y de ajo, la sal y la pimienta. En un segundo plato batimos el huevo con el vino.
En un tercero ponemos los Kellogs partidos un poco con la mano.
Vamos pasando los filetes de pollo primero por la mezcla de harina, después por el huevo batido con vino y, finalmente, por los corn flakes, apretando los filetes con la mano para que se les adhieran.
Los freímos en abundante aceite para que queden crujientes.Imprimir

Bundt de Ángel
















 
ingredientes
Las claras de 7 huevos
350 g de azúcar glas
1 sobre de gasificante de Mercadona (sobre blanco y morado),
una pizca de sal
ralladura y el zumo de un limón,
120 g de harina

Para la salsa de chocolate blanco100 g de nata

50 g de chocolate blanco.

preparación
Montamos las claras a punto de nieve incorporándoles el azúcar en tres veces y el sobre de gasificante. Nos tiene que quedar un merengue firme y brillante. Añadimos el resto de ingredientes, incorporándolos con delicadeza.
Con nuestra preparación llenamos un molde de bundt, sin engrasar, y horneamos a 180º durante unos 30 minutos. Al llevar mucho azúcar tomará enseguida un color tostado.
Cuando lo saquemos del horno, lo dejaremos reposar boca abajo sobre una rejilla durante una hora ante de desmoldarlo.
Acompañamos el bundt con una salsa de chocolate que haremos derritiendo este al baño María con la nata. Imprimir

4 de febrero de 2014

Pan

















Los panes de la foto se venden en el mercadillo de Vilanova de Cerveira, uno de esos enormes mercados portugueses, cercanos a la frontera, que se llenan de españoles buscando buenos precios o productos que aquí ya no es fácil encontrar. Siempre me han gustado esos mercados en los que agricultores, granjeros y artesanos de la zona venden sus productos a la gente de pequeñas aldeas que no tienen acceso fácil a los grandes centros de consumo. Esos mercados en los que se compra el pan, las verduras, la fruta o las legumbres para toda la semana y, aprovechando el viaje, una falda, unas botas de agua y una guadaña para segar el prado o la máquina para azufrar las parras. O si eres español, toallas, alfombras o escurreplatos artesanos de madera que luego no tienen cabida en la cocina de muebles “Forlady”. En el mercadillo de Vilanova de Cerveira, en la orilla lusa del río Miño, se vendían incluso gallinas y pollos vivos y un escalofriante embudo (mata frango) en el que dejar que el ave, una vez degollada, se desangre con la cabeza asomando por la parte de abajo. Recuerdo que estamos en el Siglo XXI y en territorio de la Unión Europea.
Son vestigios de tiempos que pasaron y quizá eso es lo que hace más atractivas estas ferias semanales. En España no es fácil encontrar esas cosas, si es que todavía las hay. Un mercadillo suele ser una sucesión de puestos de ropa barata que imita marcas caras, seguida de otra fila de puestos de frutas y verduras compradas en almacén: nada va directamente del productor al consumidor. Quizá en algún pueblo, el hortelano lleva a la plaza los tomates, pimientos o calabacines que ha recogido a primera hora de la mañana, pero cada vez quedan menos de esos. Y, desde luego, ya nadie vende pan en la plaza, esos panes recios y aromáticos, siempre grandes, que todavía conservaban el calor del horno y que, a veces se despachaban por trozos, porque uno entero era una ración excesiva.
Ya nadie vende esos panes en los mercados de pueblo: ahora hay que ir a buscarlos a las tiendas más pijas. De unos años a esta parte, proliferan las panaderías que tratan de recuperar la tradición y ofrecer las viejas masas y formas del pan que se hacían en las tahonas. La palabra clave parece ser “masa madre”. Con ese señuelo se vende de todo, desde panes excelentes que no se ponen duros a la primera de cambio, hasta “panes artesanos” con reveladores síntomas de procedencia industrial.
Las nuevas tahonas suelen tener algunos puntos en común: locales bien decorados, con el blanco de la harina como color corporativo; precios altos, que serían impagables si los aplicamos al pan de cada día; y gran variedad de formatos, como si hacer un pan de cada tipo de semilla imaginable fuese garantía de calidad. En definitiva, como dice uno de los mejores panaderos de Madrid, se trata de gourmetizar el pan.
Algo de esto se intuía cuando aparecieron las “boutiques del pan”, que no obstante supusieron un cambio a mejor en la oferta de pan que se había ido degradando con la industrialización de las tahonas tradicionales. Pero, al final, la mayoría de las panaderías han ido a lo comercial que, en el mundo del pan, no es otra cosa que una corteza crujiente envolviendo una esponjosa miga que dura muy pocas horas en condiciones, o las variantes rurales como el pan rústico o el pan de pueblo.
A pesar de todo creo que merece la pena probar las nuevas tiendas de pan, como la clásica Cosmen&Keiless, con varios locales en Madrid; Quadra Panis, una elegante tahona de la plaza de Oriente; Viena Lacreme, en la zona de Fuencarral, o el Horno de San Onofre. El Museo del Pan Gallego, entre Mayor y Arenal, que al parecer sigue cociendo su pan en horno de leña, es una referencia que no falla, como también parece segura la Tahona de Humilladero, en la zona de Latina. Luego están esa mezcla de panadería y salón de té que son las tiendas (h)arina (sic) o las más rústicas, pero igualmente glamourosas, de la cadenaLe pain quotidien. Ojo a los precios.
Fuera de Madrid, están las panaderías de la Sierra: Madre hizo pan que, desde Los Molinos, surte a algunos de los mejores restaurantes y tiendas gourmet de Madrid, o la menos conocida de la Finca Pradillo, en Cercedilla.
Yo, los fines de semana, cuando voy al pueblo, suelo acercarme a Valdelaguna (Madrid) para comprar los “chuscos” de candeal de la panadería de los Hermanos Ramírez. No lo hay mejor.Imprimir

29 de enero de 2014

Alcachofas a la romana
















ingredientes
alcachofas
ajo
menta
perejil
aceite y sal.
Vino blanco

preparación
Pelamos las alcachofas, dejándoles el rabo y quitando la pelusilla central. Picamos abundante ajo, perejil y menta, y añadimos un chorrito de aceite. Con esta mezcla rellenamos las alcachofas.
En una cacerola con tapa, ponemos un poco de aceite, las alcachofas boca abajo, un vaso de vino blanco (para seis alcachofas) y dos vasos de agua. El líquido no debe cubrir las alcachofas. Ponemos un papel o un trapo encima de la cacerola y tapamos. Cocemos a fuego fuerte durante cinco minutos, y después bajamos la fuerza y dejamos otros 25 minutos a fuego más suave.
A la hora de servir, ponemos las alcachofas de pie sobre el plato, de forma que el rabo quede para arriba.
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Saltimboca

















ingredientes
filetitos de ternera
salvia fresca 
jamón serrano (suficiente para cubrir nuestros filetes) 
aceite
harina y mantequilla.

preparación
Colocamos una loncha de jamón y una hoja de salvia encima de cada filete y sujetamos con un palillo.
Enharinamos y freímos en una sartén con aceite.
Una vez fritos vamos colocando los filetes en una fuente y en la sartén en la que los hemos frito, añadimos un poco de mantequilla y agua y hacemos con ello una salsa, con la que salseamos los filetes.
Los acompañamos con patatas al romero, que haremos de la siguiente forma:
Cocemos patatas enteras, sin quitarles la piel, en agua y sal. Las cortamos a trozos más bien grandes y las colocamos en una fuente de horno con un poco de aceite y romero.
Horneamos a 210º hasta que tomen color.
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Tiramisú

ingredientes
250 g de azúcar
200 g de bizcochos de soletilla (savoiardi)
6 yemas, 
500 g de mascarpone
cacao en polvo

½ litro de café

preparación
Batimos mucho las yemas con el azúcar, con unas varillas eléctricas. Incorporamos a esta crema el mascarpone con una lengua. Si queremos aligerar las mezcla, podemos añadirle alguna clara a punto de nieve.




Hacemos café (al que se le puede añadir un poco de amaretto) y vamos mojando en él los bizcochos de soletilla. En una fuente un poco profunda, vamos poniendo capas de bizcochos y crema. La de abajo será de bizcochos. Lo normal es poner dos capas de bizcocho y otras dos de crema.
Espolvoreamos con cacao y dejamos en la nevera al menos 3 horas.
Se pueden hacer en un molde grande rectangular o en vasitos.
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28 de enero de 2014

El renovado Gastrofestival de Madrid

Bodegón, Van der Hamer-Museo del Prado













Madrid rebosa gastronomías esta semana. Se celebra Madrid Fusion, el mediático y elitista evento que suele reunir a la flor y nata de la cocina mundial y como semejante cónclave no está autorizado para todos los públicos ni para todos los bolsillos, en paralelo se monta de nuevo el GastroFestival.
En los últimos años, este GastroFestival, continuador de Madrid Reataurant Week, había ido languideciendo y perdiendo interés con formatos rutinarios que, al final, se convertían en una especie de talonario de vales descuento para locales que muchas veces no merecían la pena. Por eso, cuando recibí la primera convocatoria no le hice mucho caso: ni pensaba comentarlo en el Blog. Sin embargo, cuando he entrado en la web del festival para curiosear un poco, me he quedado gratamente sorprendida, porque, al menos esta vez, le han echado imaginación y además se lo han “currao”.
El GastroFestival se divide en seis apartados (Experiencias Sensoriales, Gastrocultura, Gastrofashion, Gastrosalud, Madrid Gastronómico y Diseño y Gastronomía) que abren un abanico muy amplio de posibilidades a los que creen que la cocina es algo más que alimentación.
En un vistazo al programa descubres que se puede cenar un menú que preparan Kamilla Seidler y Michelangelo Cestari, que han hecho de sus restaurante Gustu, de La Paz, Bolivia, una Meca Gourmet de los Andes. Si los sabores exóticos que te van son los del extremo oriente, quizá queden plazas para degustar las propuestas de Duangporn Songvisava, la que, dicen, es la mejor cocinera asiática. Méjico, Turquía y el Japón también han traído a alguno de sus grandes chefs para quienes quieran asistir con ellos a la cena con las estrellas.
En plan más tranquilo y doméstico el Gastro festival ofrece la posibilidad de asistir a una cata comentada de algunos de sus productos en ese templo del queso que es Poncelet; maridar vino con queso en Lavinia, una de las grandes tiendas de vinos de Madrid; catar pan de masa madre en la panadería Harina o meterse en una degustación de flores comestibles en la floristería Fransen El Lafite.
Si lo que te gusta es el arte, el Museo de Prado ha preparado el itinerario ”Dulces y vino”, y en el Museo Cerralbo el cocinero Íñigo Carretero va a preparar algunos de los platos decimonónicos que figuran en los menú de las fiestas que daba el marqués. Para no ser menos, la castiza Chocolatería de San Ginés va a montar un par de “Meriendas Literarias”, con algunos escritores amantes de la buena mesa.

El traje de etiqueta en el Museo del Traje, películas con la gastronomía como protagonista en la Filmoteca o un interesante intercambio de libros gastronómicos (Gastrobook Crossing) en el Círculo de Bellas Artes son otras actividades en un evento al que, por supuesto, se han sumado las tiendas gourmet, de menaje o las escuelas de cocina, que organizan actos y ofrecen descuentos especiales para la ocasión.
Por supuesto, también hay restaurantes con menú a precio reducido durante el festival. Clásicos como Viavélez o La Penela (la mejor tortilla de Betanzos); de moda como Luis García de la Navarra; el superfashion Ramses de la Puerta de Alcalá o el estiloso Pan de Lujo: o Entre bocado y bocado, quizá el mejor mejicano de Madrid, son algunos de los que me han llamado la atención en un vistazo superficial sobre la interminable lista de locales que se han sumado al evento. Y para el picoteo, rutas de la tapa y el botellín, rutas golosas e incluso de café.
En total son más de 400 empresas e instituciones las que tienen algo que ofrecer en el Gastro Festival de este año. Con una oferta tan formidable, difícil será no encontrar algo a la medida de tus gustos y tu bolsillo. Lo mejor es meterse en la web y navegar por ese mundo que promete sabores y sensaciones capaces de llevarte al cielo desde Madrid.
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